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Escritor y periodista, Bosco Esteruelas (Zaragoza, 1951) sintió hace años la necesidad de escribir una novela. Y por eso de que la niñez marca, ... transcurre en Santander donde pasaba sus veranos cuando era un niño. Ambientada en la segunda mitad del siglo XX, 'El reencuentro' trata de una familia burguesa santanderina en plena descomposición y repleta de contradicciones, narrada a través de dos miembros de la saga, los hermanos Diego y Ricardo. El primero exige demasiado a la vida y se hunde en su propio drama, mientras el segundo acepta las limitaciones y sobrevive con pragmatismo y cinismo.
«España es un país más dado al tapeo que a leer», reconoce este escritor con cuatro novelas a sus espaldas y un extenso curriculum en distintos medios de comunicación como periodista. Para él, «escribir es como llorar, se hace por necesidad y sientes una liberación».
El mundo del periodismo lo ve lejano, a la vez que difícil y complicado porque «el papel, dicen, tiene los días contados». Pese a todo reconoce que si la prensa desaparece «malviviríamos». Defensor del periodismo con mayúsculas, le preocupa e inquieta la falta de control que existe en las redes sociales, donde «parece que todo vale». «Hay auténticas barbaridades y, en ocasiones, se escribe sin hacer el más mínimo ejercicio de responsabilidad», indica. Preguntado por el mundo editorial, lo ve «mal» y reclama que se fomente más la lectura entre los niños. «Es un problema de educación agravado en los últimos años por la crisis», insiste quien en las pequeñas editoriales ve una luz al final del túnel.
Desconoce cuál es el secreto del éxito en una novela y piensa, como otros tantos escritores, que «el público tiene todo el derecho del mundo a ser caprichoso» y elegir qué le gusta y qué no. Y es que, a veces, uno piensa que «una novela reúne los ingredientes necesarios para tener éxito y no lo tiene y también ocurre al revés». «Nos movemos por modas, pero no sólo en literatura, también en música o cine», señala. Apasionado de su oficio, «la literatura me ha dado la vida», dice, y si tiene que señalar dos escritores referentes en su vida no duda en citar a Marcel Proust y Fiódor Dostoievski. ¿Y españoles? Muñoz Molina y Javier Marías.
Hoy está en Santander para presentar su novela 'El reencuentro', ambientada en Santander, en concreto en la calle Luis Martínez de El Sardinero donde está la casa familiar. Sus protagonistas también viajan y recorren distintos lugares del mundo como París y Nueva York. Es la historia de los Bárcena Saavedra, entremezclada con los acontecimientos políticos y culturales de la época. Los protagonistas son dos hermanos, dos individuos con serios problemas de encaje en la sociedad debido a sus contradicciones: burgueses pero inconformistas; transgresores de las normas o deseosos de serlo; apasionados pero también cínicos; racionales e igualmente románticos. La rebeldía la manifiestan mediante la huida.
Marcados por la influencia de un padre desequilibrado y una madre sufridora, son incapaces de elaborar estrategias frente a los problemas. Cuanto más lo intentan, cuanto más racionales son, más rotundo es el fracaso. Se irritan porque no pueden entender la razón de las cosas, y pretenden «racionalizar lo fortuito». No comprenden que «el azar, que lo imprevisto está siempre en los actos cotidianos del ser humano. La suerte, el hecho fortuito, la casualidad: una llamada, una mirada, un encuentro o, incluso, un reencuentro...».
Esteruelas escribió hace nueve años esta novela, publicada por primera vez en 2011 por Chiado Editorial. Fue reeditada el pasado año, después de haber sido revisada y reducida, por Ediciones El Genal. En 2012 sacó su segunda obra, 'Todo empezó con Obdulio' (El Garaje Ediciones), una denuncia sarcástica de un acoso laboral en un poderoso medio de comunicación y de la connivencia entre la cúpula política y financiera con los dirigentes de prensa. En 2014 firmó una colección de relatos sobre las pasiones humanas, 'La chica de Tsukiji' (Libros y Café) y en ese mismo año, 'Retorno a Zumaia' (SBebooks), una novela sobre el fanatismo político centrada en el perdón y arrepentimiento terrorista. Hoy reconoce que no siente esa necesidad de escribir, pero las ideas siguen fluyendo en su cabeza. Eso sí, cuando se le pregunta si se puede vivir de la literatura, responde tajante que no, salvo excepciones. «Es muy difícil vivir de los libros y es también muy complicado conseguir un editor», señala quien no renuncia a un mundo lleno de palabras, bien a través del periodismo o de la literatura.
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