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Moncho Borrajo lleva cincuenta años en los escenarios y lo celebra con una gira que esta tarde recala en el Auditorium Salesianos de Santander (20.30 horas). Se define como un Pepito Grillo que no va a dejar de «cantar las verdades» aunque eso le ... cueste -dice- que no le llamen de muchos teatros municipales. «Pero esa es mi arma y mi verdad. Así seguiré», asegura.
-Cincuenta años encima de un escenario. Si echa la vista atrás, ¿que es lo primero que le viene a la cabeza?
-Pues como estamos en Santander recuerdo la primera vez que actúe aquí. Fue en una discoteca y había filas inmensas para poderme ver. Pero también me viene a la cabeza lo feliz que he hecho a la gente. Creo que mis entradas tendrían que venderlas en las farmacias porque he hecho bien a muchas personas, aunque a otros les he cabreado.
El oficio
LA POLÍTICA
-¿Ha cambiado mucho el humor en estos 50 años?
-Muchísimo. Y lo que te voy a decir se que va a molestar, pero me da igual, ya sabes como soy. Ahora hay muchísima más censura que antes porque han conseguido algo que es terrible en el ser humano que es que nos autocensuremos. Cuando uno se autocensura mal vamos.
-¿Hay más autocensura o el público es más susceptible?
-En España ya no es que tengamos la piel fina, es que todo tonto tiene derecho a opinar y eso es muy peligroso y me estoy refiriendo a gente como las feministas radicales o a los homosexuales frustrados. Yo no conozco a ningún negro que se queje de que le digan negro. Se queja el blanco de que le llamen negro al negro. Y esto es el colmo.
-¿Y cómo se las arregla en sus espectáculos?
-Pues mira, hace poco conté un chiste de maricones y una señora me llamó homófobo y yo la pregunté si me lo decía porque tenía un hijo gay y me dijo que sí y entonces yo la contesté que yo era maricón y que por tanto somos distintos. Es que cuando entramos en esas tonterías... Me pasa también con un chico que en silla de ruedas que viene a ver casi todos mis espectáculos. Ya le conozco y le tomo mucho el pelo, le suelo decir que no pase de 120 kilómetros por hora y cosas así. Él se muere de la risa, pues bien un día otra señora se levanta de la butaca para reñirme por meterme con él y el chico la contestó indignado que sí estaba enferma. De verdad que hemos llegado a un punto... El humor es un regalo de nuestro cerebro y cuando nuestro cerebro no nos regala el sentido del humor nos sentimos muy frustrados y como no entendemos de que se ríen los demás estamos cabreados.
-Todos los que se dedican al humor dicen que cuesta mucho hacer reír.
-Muchísimo. Y sobre todo en los últimos meses cuando te encuentras al público en la sala con la mascarilla. Sí ya cuesta tanto romper la cuarta pared, imagínate la mascarilla. Cuesta mucho hacer reír y en este país no se valora.
-¿No? Yo pensaba que en España aprecia mucho el humor.
-En este país no se ha concedido ningún premio importante a un cómico. Todos se los dan a los trágicos. Creo que piensan que hacer reír es más fácil y la verdad es que los cómicos hemos tenido muy mal marketing.
-Después de 50 años seguro que tiene alguna clave para hacer reír al público.
-Hay que tener tacto, pero sin falsear la realidad. José Luis Coll siempre decía que los humoristas no somos un espejo cóncavo ni convexo, somos un espejo que devuelve la realidad. Yo por ejemplo hago un humor crítico, político y social, lo que quiero es que la gente aparte de reírse piense. Creo que todos los cómicos somos y hemos sido unos filósofos frustrados. Todos hemos querido arreglar el mundo: Cantinflas con sus discursos finales; Groucho Marx, Woody Allen, Chaplin, Gila, Tip y Coll... Todos lanzamos un montón de mensajes disfrazados de humor. En estos 50 años he sido una especie de Pepito Grillo que ha dicho las verdades en clave de humor y eso ha molestado mucho, hasta el punto de que sigo sin trabajar en muchos teatros municipales Pero decir la verdad es mi arma y mi victoria.
-Dicen que se ha convertido en el azote de Pedro Sánchez.
-Y como suba al poder Pablo Casado que se prepare porque lo que está haciendo últimamente en Madrid con Isabel Díaz Ayuso y lo que hizo antes con Cristina Cifuentes es para matarle. Lo que pasa es que estar en contra del poder establecido es muy difícil y yo he estado en contra de Franco, de la UCD, del PSOE del PP... Pero creo que ese es mi papel. No voy a meterme con los parados ni con la gente que sufre la crisis. Ni haré bromas de las pateras. Puedo hacer chistes de Revilla y sus anchoas, pero no me meteré nunca con la gente del campo de Cantabria que las esté pasando canutas. Y lo que digo de Pedro Sánchez no es mentira, si no ya estaría denunciado. Y en las redes sociales siempre me dirijo a todo el mundo con una gran educación. Si insultas pierdes todo el valor de la palabra.
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