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La persistencia de la poesía y la coherencia escénica son los pilares de un puente en el tiempo trazado por La Machina Teatro: el que discurre entre 'Palabra de Hierro' y 'Yo, José Hierro', es decir entre el año 2000, en vida del autor ... de 'Cuaderno de Nueva York', y este 2022, en el que se conmemora el Centenario de su nacimiento. El próximo viernes, día 29, a partir de las 19.30 horas, Santander abre el programa de actos para conmemorar la efeméride. La Concejalía de Cultura ha previsto cuatro citas a lo largo del año, además de sumarse a otras iniciativas. 'Yo, José Hierro' se estrena en el Teatro Casyc. Francisco Valcarce, director de La Machina, explica las claves de esta nueva producción.
-Hay un Hierro de trazo y plástica, otro musical, otro docente, otro radiofónico, pero el escénico ¿cómo es? ¿Subyace en el hombre y en su poesía?
-Hay un Hierro escénico vinculado a versiones que él realizó de obras clásicas; recuerdo sus adaptaciones de 'La tempestad' de Shakespeare, 'La venganza de Tamar' de Tirso de Molina, 'Las mocedades del Cid' de Guillén de Castro y 'No hay burlas con el amor' y 'El auto de las plantas', ambas de Calderón. Puede observarse que todos son textos caracterizados por un lenguaje de aliento poético. Por otro lado está la inmersión escénica de sus poemarios a través del trabajo de otros creadores. Esa ha sido nuestra labor, la conversión de su obra poética en materia escénica, en donde su personalidad y sus palabras brillan con luz propia.
-¿Qué diferencias esenciales hay entre 'Palabra de Hierro' y el nuevo montaje?
-No son muchas las diferencias. Pero hay algunas. En un principio, mantenemos la estructura dramatúrgica que diseñé hace 22 años y la escenografía de José Helguera, un ejemplo de lucidez estética y conceptual. Un diferencia radica en la presencia de dos músicos, Pepe Santos (piano y teclados) y Víctor Aja (percusión) cuando entonces solo había un/a celista en directo, de tal modo que ha quedado reducido el uso de música grabada. Y de tres intérpretes actorales hemos pasado a dos, Patricia Cercas y Manuel Menárguez. Completándose el equipo artístico con la coreógrafa Mari Paula y Víctor Lorenzo en la iluminación. Por otro lado, se ha prescindido de algún poema, pero se ha añadido algún texto descriptivo, además de buscar una esencialidad en el tratamiento interpretativo.
-¿Cómo fue la colaboración con el poeta?
-Una colaboración extraordinaria, en la que mostró su enorme generosidad ante el único espectáculo creado sobre su obra en vida de él. Cuando le hablé de la intención de construir un espectáculo escénico con sus poemas, nos dio su asentimiento al proyecto, siempre y cuando no le hiciéramos trabajar. Sin embargo, a pesar de sus palabras, sí que trabajó: realizó el cartel, se prestó a grabar su voz, escribió de su puño y letra las letras del abecedario y rebuscó (junto a su mujer Angelines) en sus archivos para proporcionarnos un variado material gráfico. Y todo ello, sin preguntar. No quería saber la utilización que iba tener todo aquello. Él deseaba adoptar la postura de un espectador cualquiera y sorprenderse el día del estreno.
-En 'Yo, José Hierro' como el primer verso de su poema 'Una tarde cualquiera', ¿cuáles han sido los problemas del montaje?
-Cuando la puesta en escena parte de un tipo de textos no dramáticos -poéticos en este caso- el asunto se complica, pues hay que resolver unos problemas añadidos y desentrañar las claves que conduzcan a un producto poseedor de una autonomía lingüística y unos códigos particulares, como corresponde al hecho escénico. Y eso, sin desvirtuar el significado de los poemas, sino al contrario, clarificando y amplificando su sentido emocional y expresivo. Ahí han radicado las dificultades, que se solventan con un serio proceso creativo de todo el equipo.
-¿El mayor reto habrá sido cómo eludir el recital al uso?
-Desde el principio, el planteamiento fue la elaboración de un producto impregnado de esencia teatral. Y así, nos consideramos intérpretes de textos que, con las herramientas actorales, descubren nuevas luces en unos poemas que los actores han estudiado y hechos suyos. En este sentido, marcamos distancias con recitales al uso y con los meros lectores de poemas.
-¿Qué aporta la introducción de la música en escena?
-Una emoción nueva. Un acompañamiento significativo. Una complicidad con la categoría melómana de Hierro y con todos sus poemas dedicados a la música, a compositores y a músicos. Una presencia conmovedora. Una elaboración de atmósferas. Una aportación extraordinaria a la palabra y las acciones.
-El verso, ¿qué gana y qué pierde al mutar en elemento escénico?
-El espectáculo gana con la aportación de la palabra poética. El verso se impregna de espíritu dramático y, de alguna manera, parcialmente se transforma en verbo cotidiano. Gana la capacidad de comunicar más directamente. Y pierde, quizá, algo de entidad rítmica. El poeta, con ocasión del estreno de 'Palabra de Hierro', en su defensa de la poesía pura, dijo que que nosotros habíamos cogido frutos del árbol poético para, mezclándolos adecuadamente con otros elementos, elaborar un producto nuevo. Lo nuestro era mermelada. Con esta singular metáfora, mostraba su convicción de que el hecho escénico es algo distinto al poema escrito, pero también estoy seguro que, después de contemplar la «nueva» obra, percibió que los frutos mantenían su sabor original.
-¿A qué criterios ha respondido la selección de los poemas?
-Por un lado, aquellos cargados de ingredientes más susceptibles de ser convertidos en carne escénica. Son más agradecidos, pues, los 'reportajes'. Pero también hemos buscado un equilibrio con las 'alucinaciones'. Y, en cierto modo, que la selección tuviera un carácter casi antológico donde pudieran verse varios de los temas que le interesaban a Hierro.
-¿Cabe descubrir un Hierro diferente a través de lo teatral?
-Esta es una pregunta para sus estudiosos y los especialistas de su obra. Nosotros hemos querido rendir homenaje a la figura del poeta y difundir su obra, mediante nuestro oficio teatral y continuando con nuestro trabajo de mestizaje estético. Como en alguna otra ocasión, en La Machina Teatro aplicamos lo que denominamos una estrategia de contaminación poética.
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