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'Filmin y Atlántida, dos camaleones entre dinosaurios. Aciertos y errores de 15 años de plataformas y festivales'. Este es el título de la conferencia ... que Jaume Ripoll (Palma de Mallorca, 1977) ofrecerá hoy en en la Filmoteca de Cantabria (19.30 horas). Dentro de un nuevo Diálogo de Cine y Producción, Ripoll hablará sobre la plataforma y el papel que ofrece a los realizadores, así como del Atlántida Film Fest, que dirige, y que cuenta con uno de los laboratorios de talento más importantes. Antes, presentará su libro, 'Videoclub', (B Ediciones) en Gil (17.30 horas).
-Si trasladamos el título a la actualidad, ¿ese camaleón de las plataformas puede acabar siendo el meteorito del cine actual?
-No, creo que todos somos conscientes del papel que tenemos en el ecosistema de plataformas de nuestro país, que es significativo y muy importante, pero jamás aspira a ser hegemónico, sino a seguir siendo lo que somos: una marca asociada a la calidad por miles de suscriptores.
-Ese concepto de calidad suele ir asociado a Filmin. ¿Era una meta o el resultado del trabajo?
-El punto de partida de Filmin, hace 17 años, era distribuir en internet aquellas películas que considerábamos relevantes, porque veníamos de un momento de cambio. Obras de autores de prestigio. Con los años hemos ido ampliando y diversificando nuestro catálogo, pero siempre intentando que ese sello de calidad se mantuviese. Frente a la competencia de plataformas con presupuestos milmillonarios, nuestra vía de existencia era la singularidad y creíamos que si el espectador entendía que Filmin era calidad, seguiría suscrito, o no lo dejaría por otra.
-Singularidad se asocia a veces a un público elitista, exclusivo.
-A veces utilizamos el nicho y yo lo vinculo al ataúd. No creo que Filmin sea una plataforma de nicho, sino con obra de afán mayoritario. No debemos olvidar que en este país, millones de personas veían películas de Bergman, Rossellini o Fellini en salas de cine y no se percibían como minoritarias. Creo que ese concepto asociado a un cine de autor, porque cine de autor hay mucho, 'Barbie', por ejemplo, no le ha hecho bien. Ha empequeñecido su rango de audiencia potencial. Lo que hemos hecho estos años es intentar ampliar ese público potencial para las obras que creemos que son relevantes.
-¿Y cómo hacen la selección de lo que es relevante?
-Se juntan diferentes elementos. Somos un equipo editorial de adquisición y lo que pensamos es lo que querrán ver nuestros suscriptores, con todo lo heterogéneo que son, o somos. Planteamos obra que no te esperas ver y que te sorprenda. Dos de los elementos que más anhelamos como espectadores son la sorpresa y el descubrimiento. La capacidad de irte a dormir después de haber visto una película de la que no sabías nada, de la que no esperabas nada y que te ha dado una alegría enorme. En un momento en que pasamos más tiempo dudando de lo que va a venir que de lo que estamos viendo, poder facilitar al espectador una obra de la que no conoce nada, es un bien que agradecen mucho.
-¿Cree que esas películas ya no se ven porque supone un esfuerzo mayor del que el público está acostumbrado a hacer?
-Hay cine que supone un esfuerzo, por supuesto, como para leer algunos libros, escuchar alguna música o ir al gimnasio por la mañana. Pero si tú y yo hablamos hoy, es porque hay mucha gente dispuesta a hacer ese esfuerzo. De lo contrario, Filmin no existiría. A veces tendemos a ser pesimistas al analizar el estado de las cosas y creo que hoy en día debemos más que lamentar la impaciencia, celebrar la inquietud del espectador. Aún estamos aprendiendo todos a gestionar la abundancia y es un proceso que aún tenemos que andar. Saber que no podemos verlo todo, que es mejor ver menos y ver mejor, saber que no hace falta estar al día de la conversación sobre series que nos dice todo nuestro entorno... Si hacemos nuestro camino, disfrutaremos más.
-Dentro de ese concepto de público traducido a cifras, ¿el crecimiento que han tenido era el esperado?
-Ha sido mayor. E inimaginable si pensamos en los primeros años. Filmin perdió dinero como compañía durante la primera década. Muchos se sentirían tentados de dejarlo correr, pero nosotros y nuestros accionistas, tuvimos muy claro que había un camino. ¿Por qué? Porque cada año crecíamos. La meta de la rentabilidad iba a llegar más pronto que tarde y así fue. Pero no podíamos imaginar el papel de cierta relevancia que tenemos hoy, habiendo desembarcado en España tantas plataformas globales con sus inversiones. Es una muestra de que hay cosas que hemos hecho bien.
-Salvando las distancias en ese mundo tecnológico, ¿es como decir que son artesanos, en cierto modo?
-Sí, artesanía, proximidad parecen términos pertinentes en un mundo donde hay tantos negocios despersonalizados. La cercanía con el ecosistema cultural nacional, con los jóvenes creadores, con los medios de comunicación, con la actualidad... el espectador lo agradece. Y la muestra se ve en dos niveles: la cantidad de obras que acaba habiendo en la plataforma y el tiempo que el espectador pasa en ella, es decir, la confianza que deposita.
-Otra rama más es Atlántida Fest, que tiene ya 14 ediciones y un laboratorio de talento para proyectos emergentes.
-Volvemos al concepto de cercanía. Hay cierta responsabilidad en que una plataforma como la nuestra, de soporte a nuevas voces, con el riesgo que supone y dando riesgo a que esas voces se puedan expresar libremente. No condicionadas a ciertos esquemas de producción que otras plataformas pueden imponer, porque son los que les resultan más efectivos.
-En 'Videoclub' cuenta su biografía en clave cinematográfica. ¿El cine es como un miembro más de la familia, en su caso?
- El cine ha sido parte de nuestra conversación mañana, tarde y noche en nuestra casa. He tenido la fortuna de formar parte de una familia de gente que se ha dedicado al cine desde la distribución, que es algo más singular que aquellos que lo hacen en una de actores o guionistas. El libro, aparte de un tributo a mi padre, es un tributo al distribuidor, que es una figura que merece celebrarse y más en estos tiempos, donde como espectadores estamos perdidos y queremos que alguien nos guíe.
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Ana del Castillo
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