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GUILLERMO BALBONA
SANTANDER.
Domingo, 13 de diciembre 2020, 07:52
En los próximos días se trasladará a Lisboa para incorporarse al equipo de la Fundación Calouste Gulbenkian, donde se encargará de la dirección del Centro de Arte Moderna José de Azeredo Perdigâo. Antes de incorporarse al equipo de la Fundación Botín, Benjamin Weil (París, 1962) ... estuvo ligado a la LABoral, Artists' Space en Nueva York y al San Francisco Museum of Modern Art. Deja Santander, donde ha estado al frente de la dirección artística de Centro Botín durante siete años «intensos, pero muy interesantes». Asegura que ha existido mucha fluidez a la hora de trabajar con la Fundación y se siente orgulloso de haber traído a artistas como Joan Jonas y Martin Creed. Pero, ¿por qué se despide del Centro Botín? «Durante el confinamiento me he dado cuenta de que, si no podemos seguir viajando como antes, quería vivir en una ciudad con más movimiento y un abanico más grande de oportunidades a nivel cultural».
-Supongo que ha reflexionado sobre su trayectoria de estos años en Santander. ¿Cuál es su balance de urgencia?
-Han sido 7 años intensos, pero muy interesantes. Empezando con Itinerarios XXI y la exposición de Carlos Garaicoa. En 2015, pusimos en marcha la exposición de Wall Drawings de Sol LeWitt, (aún en Pedrueca) que fue un auténtico reto, pero muy gratificante. Si recuerda, se volvieron a ejecutar obras nunca antes expuestas en España, incluyendo una que se produjo por primera vez. Por supuesto, la puesta en marcha del Centro Botín ha sido extraordinaria... y me siento privilegiado de haber elaborado una estrategia de programación con mis compañeros de la Comisión de Arte. Recordaré siempre nuestra colaboración con Martin Creed, que fue maravillosa en todos los sentidos. Colaborar con artistas es lo que siempre me ha emocionado más. En estos años hemos traído a Santander artistas y proyectos magníficos. Estoy muy satisfecho de haber podido contribuir a este momento de transición desde la sala de exposiciones de la Calle Sanz de Sautuola hasta el Centro Botín... todos ellos son recuerdos y vivencias que me llevo conmigo.
-¿Cambió todo mucho en ese tránsito de las ideas, los proyectos e intenciones a la realidad?
-Recuerdo mirar el edificio y darme cuenta de que había unas obras de Carsten Höller que no podrían entrar por el ascensor... ¡Qué momento!. Fue entonces cuando se decidió abrir una puerta en la fachada oeste para poder introducir en la Galería de la segunda planta obras de gran tamaño. Fue por esa puerta improvisada que entraron varias obras y el famoso BMW de Calder.
-¿Qué aspectos y factores más destacados resalta y qué asignaturas pendientes deja en el camino?
-Resalto el más reciente, la exposición 'Miradas al arte', que para mí es el punto de partida de algo que podría resultar muy interesante. Dar al visitante la oportunidad de reflexionar sobre la importancia del contexto, sea arquitectónico o conceptual, es algo que quizás cambia la manera de entender el arte. Espero, por supuesto, que este cambio de mirada genere un efecto... , que cambie su forma de mirar la ciudad. Hay mil maneras de mirar al arte, mil maneras de entenderlo. No hay tanto misterio, solo maneras de acercarse a él. 'Miradas al arte' podría considerarse un buen cierre de estos siete años. La exposición 'Picasso Ibero' es otro hito, pero muy enraizado con la historia de la Fundación: dar otra perspectiva del trabajo de un artista tan conocido como Picasso. Va a ser una exposición histórica, algo que nunca se podrá repetir!.
-Es obvia la estructura jerarquizada de la Fundación. ¿Ha tomado sus decisiones con libertad?
-La comisión de arte establecía la estrategia programática de la Fundación desde antes de mi llegada. Como miembro de esta comisión, al tiempo que he trabajado día a día con el equipo de la institución, ha existido mucha fluidez a la hora de llevar a cabo los proyectos. También he comisariado muchas de las exposiciones que hemos presentado y he sido involucrado en la puesta en marcha de otras...Y he contribuido a seguir construyendo la colección de la Fundación. Ha sido un lujo trabajar con grandes profesionales como Udo Kittlelmann, Manuela Mena, María José Salazar y Vicente Todoli. La mirada de Paloma Botín también ha sido esencial.
-¿Qué sello cree que ha dejado impreso en la piel del Centro Botín?
-Espero que un deseo de acercarse al arte de una forma más casual. Espero que los santanderinos sepan que pueden entrar en el Centro Botín, aunque sólo sean 15 minutos, para disfrutar de un momento de arte antes de seguir con su vida. Para mí eso sería un verdadero triunfo. Estoy muy orgulloso de haber traído a Joan Jonas y a Martin Creed, dos artistas que, de manera muy diferente, tratan de establecer una libertad formal extraordinaria. Pienso también que el proyecto de Anri Sala, tan inmersivo, fue un hito importante en la programación que he llevado a cabo en estos años.
-¿Cree que el Centro Botín puede crecer en los próximo años?
-¡Este proyecto solo tiene 3 años y medio! Queda mucho por hacer. Hay muchas exposiciones fantásticas que seguirán construyendo en línea con lo que hemos hecho en los últimos años. Quizás, incluso, algunas que podremos coproducir entre la Fundación Botín y la Fundaçao Calouste Gulbenkian.
-¿Augura que el centro de arte saldrá beneficiado de un supuesto diálogo con el futuro Museo Pereda del Santander?
-La gran oportunidad de Santander es la de tener una oferta cultural cada vez más rica, de museos pero también de galerías y espacios alternativos, como Fluent. En unos años estará el nuevo Mupac la colección Enaire, el Archivo Lafuente, y, por supuesto, el Museo Pereda. Será un lujo tener todo esto, y el MAS una vez reformado el edificio. Hay pocas ciudades de este tamaño que tengan tanto arte para los ciudadanos como para los turistas. El Centro Botín fue el primer paso, ahora hay que seguir con los otros proyectos. ¡Es muy ilusionante haber participado en lo que será una «orquesta» del mejor nivel!.
-¿Estaba cansado de su labor o consideraba que ya había tocado techo?
-Se presentó la oportunidad de participar en otro proyecto en una nueva ciudad donde tengo muchas amistades. Durante el periodo de confinamiento me he dado cuenta de que, si no podemos seguir viajando como antes - pienso que eso es algo que todos hemos aprendido en estos últimos meses-, quería vivir en una ciudad con más oportunidades a nivel cultural.
-Su nuevo destino, ¿es fruto de un fichaje, o de una negociación en el tiempo?
-Hace diez años descubrí Lisboa, una ciudad que me encantó desde el primer momento. He vuelto a menudo y disfrutado de amistades que he ido construyendo con los años, incluyendo en este grupo muchos artistas relacionados con la Fundación, tales como Fernanda Fragateiro, Joao Onofre o Juliao Sarmento. Esta oportunidad es algo que surgió cuando se fue la directora el verano pasado y, justo ahora, se ha terminado de materializar.
-¿Le ha tentado el proyecto de Lisboa, o ha pesado la ambición personal?
- Hay una palabra inglesa que lo describe muy bien: Serendipity! Podría traducirlo como 'feliz oportunidad'-¿una buena alineación de deseos propios y oportunidades?
-¿Cuál va a ser exactamente su responsabilidad en la entidad lusa?
-Como director voy a tener que pensar en cómo replantear una institución con una colección importante y una trayectoria muy destacada, ya que el contexto cambia: el edificio va a ser más grande, en unos jardines reformados y también más extensos... Hay muchas similitudes con el proyecto del Centro Botín. Una oportunidad para repensar la relación con el público, la manera de presentar la colección, el conjunto de exposiciones monográficas con otras temáticas... También podré aprovechar el cierre del edificio durante, al menos, 18 meses para investigar nuevas maneras de acercar el arte a varios públicos distintos. Luego, seguir construyendo la colección.
-¿Qué ha diferenciado para lo bueno y lo malo su trabajo para el Centro Botín respecto a otras responsabilidades anteriores para otras entidades y en otros países?
-Diría que lo que he descubierto poco a poco, desde mis años asturianos hasta los cántabros, es cuán distinta es la cultura latina de la anglosajona. El modo de pensar, de actuar, de relacionarse... es muy distinto. Curiosamente - y quizás es porque el ámbito de la universidad también es muy distinto-, no había notado tanta diferencia cuando fui profesor en Venecia, entre mis años estadounidenses y los años españoles.
-Santander es sin duda la ciudad más pequeña donde he vivido hasta ahora. Se nota por la calidad de vida -el campo al lado de la ciudad, una Bahía maravillosa en la que he navegado a menudo al inicio de mi vida aquí... También he conocido gente maravillosa: artistas, coleccionistas, comisarios jóvenes...
-Mi noche en la exposición de Carsten Höller. Bañarse en el agua a 37 grados, salir en albornoz a pasear por la exposición como si fuera mi casa, dormir en la cama, arriba del todo, y despertarme con la inmensidad del paisaje a través del ventanal... Sin duda, algo único e inolvidable!!!
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