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'Pipas', el libro que presenta esta tarde, en la librería Gil, la periodista Esther L. Calderón (Santander, 1981), es un híbrido entre ficción y ... ensayo, pero, sobre todo, es una declaración de intenciones, la de dar voz a una generación de jóvenes, los primeros nacidos en la democracia, llenos de sueños y expectativas. La obra lleva el sello Los aciertos&Pepitas y su editor, Julián Lacalle, acompañará a la autora en el acto que dará comienzo a las 19.00 horas.
A Esther L. Calderón, que en la actualidad vive en Madrid, la escritura no le es ajena. No solo porque es su trabajo, es editora de Uppers (Mediaset) después de haber trabajado y colaborado con varios medios -EFE o El Mundo entre otros-, sino porque ha participado en varios libros y relatos cortos. «La escritura es para mí una manera de estar en la vida», afirma. Pero tenía ganas de hacerlo sobre la España de los 90 y lo hace por medio de un grupo de amigos en un barrio periférico justo el año antes que estudiar en la Universidad les lleve a iniciar una nueva vida fuera de él. Reconoce que mientras pensaba en la historia le interesaba especialmente «ese punto de inflexión en que la vida se bifurca por dos caminos claros: irse del barrio o quedarse», pero también quería hacer un retrato de tres generaciones de españoles «que estuvieron muy unidas en la forma de ver sus imágenes colectivas y sus imágenes individuales». Y se explica: «Los abuelos de casi toda mi generación salieron de sus lugares de nacimiento para trabajar en las fábricas de la periferia de alguna ciudad. Sus hijos - hubo algunos pero muy pocos- no llegaron a la Universidad y esas dos generaciones «nos allanaron el camino a la primera nacida en democracia para que tuviéramos todas las posibilidades que ellos no tuvieron».
El paisaje literario que ella describe es el de un grupo de jóvenes, de esta tercera generación, y de un barrio de la periferia, que en su novela discurre en Maliaño, que pasaba muchas tardes comiendo pipas y soñando con salir de allí. «A eso me refiero con lo de las imágenes colectivas e individuales porque desarrollamos un método muy concreto de crear imágenes sobre la maternidad, la profesión, el amor... En una mezcla entre el aburrimiento de las tardes en la periferia y las ganas de vivir más allá de la autovía».
Su relato mezcla la ficción, con un triángulo amoroso y no faltan la droga y el alcoholismo y el regreso, años después, de una de las protagonistas al barrio, pero también tiene una parte de ensayo en el que retrata a esa generación.
No se trata de una biografía como tal, pero Esther L. Calderón reconoce que «nunca hubiera podido escribir este libro si no hubiera nacido donde he nacido, en un barrio periférico (Maliaño), pero hay mucho de ficción porque siempre he pensado que necesitamos la ficción para contarnos bien y necesitamos el ensayo para explicarnos». También cree que «necesitamos un relato de los expobres y llevar a la literatura a aquella España ilusionada de los 90, con tres generaciones que tenían el mito del progreso en vena y la ideología del trabajo duro. Porque nuestros abuelos y nuestros padres trabajaron mucho, pero nosotros también nos matamos a estudiar para salir del aburrimiento existencial de la periferia». Años después, reconoce, que aquella ilusión y euforia de los años noventa se ha quedado en «una España desencantada que está aprendiendo a quitarse de encima las expectativas, algo muy complicado cuando tu identidad se ha construido sobre ellas y sobre las imágenes del futuro que no solo tú, si no dos generaciones pusieron en nuestros hombros porque estábamos llamados a dar sentido a todo su trabajo».
Aunque cita a escritores, como Leyre Rodríguez o José Ignacio Carnero, esta autora cree que a esa generación le falta su propio relato literario. «Estamos empezando a ver cómo nos contamos a nosotros mismos y es muy necesario porque en esta manera que hemos tenido de crear imágenes ahora nos miramos al espejo y hay una abismo entre las nos creamos y las que nos muestra, así como una gran decepción con las instituciones en las que la clase media de este país confiaba». Aún así, quiere dejar claro que 'Pipas' no es un libro escrito con ánimo victimista ni revanchista: «Creo que cada generación ha hecho lo mejor que ha podía con lo que tenía». Más bien con este libro intenta entender bien qué imágenes teníamos individual y colectivamente los españoles para estar donde estamos y, sobre todo, qué imagen vamos a dar a los que vienen.
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