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Amante del cine y de la literatura, Guillermo Arriaga (México, 1958) presentó en la Semana de cine de Santander 'Lejos de la tierra quemada', su última película y 'El salvaje', su último libro. Se declara un romántico que escribe sobre el amor porque «es el ... único valor que nos permite tener una sociedad sana». Todo empezó con diez años, cuando ya pensaba en ganar el Premio Nobel de Literatura cuando escribía cartas a las niñas «porque era tímido y me daba vergüenza hablar con ellas». Su carrera está repleta de nombres propios del cine y premios. Escribió los guiones de la célebre trilogía dirigida por Alejandro González Iñárritu ('Amores perros', '21 gramos' y 'Babel'), ha publicado varias novelas y un libro de relatos, 'El salvaje', que ayer presentó en la librería Gil de Santander, probablemente su novela más ambiciosa y personal. En el acto participó el redactor jefe de Cultura de El Diario Montañés, Guillermo Balbona.
-¿Cómo surgió 'Lejos de la tierra quemada' (2008), el largometraje que ha presentado en la Semana?
-Es el primer largometraje que dirijo y ha sido una de las experiencias con las que más he disfrutado. Ha sido muy divertido. Surgió durante una cacería. Tenía varias historias sueltas rondando en mi cabeza y no sabía cómo unirlas. Estaba cazando gansos, que es muy difícil, y al ir a recargar la escopeta toqué la tierra y el agua... Y pensé en los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Y la película tiene cuatro historias, una con cada elemento.
-Son varias historias entremezcladas. ¿Qué quiere contar?
-Siempre cuento historias de amor, desde mis comienzos. No sabría decir el por qué, porque uno no elige sus obsesiones, las obsesiones te eligen a ti. Soy un romántico y creo que el amor es el único valor que nos permite tener una sociedad sana. Sin el amor y sus distintas formas -no sólo de pareja, también de amigos, padres, hijos o mascotas- nos convertimos en la nada.
-¿Cree que hay amor suficiente en el mundo?
-Creo que hay un exceso de amor por lo propio y estamos dejando de lado la solidaridad, que es el amor por lo ajeno, el que es distinto a mí.
Centro Botín 'Proyección 'Campeones', para escolares y encuentro con el productor Álvaro Longoria (10.00 horas). Masterclass con la directora Paula Ortiz (12.30 horas). Ciclo documental con 'Murillo, el último viaje' (17.00 horas) y mesa redonda sobre 'El papel de la mujer en la creación' (19.00 horas). Noche del cortometraje iberoamericano, con Pichel Franco, Guillermo Arriaga, Pablo Giorgelli, Javier Fesser y Paula Ortiz (22.00 horas)
Exterior Centro Botín Proyección de 'Altamira' (22.00 horas).
-¿Desde cuando escribe? ¿qué le impulsó a hacerlo?
-Las mujeres. Era muy chico y tímido y escribía cartas de amor a las niñas porque me sentía más cómodo escribiendo que hablando.
-¿Y cuándo supo que iba a dedicarse a ello de forma profesional?
-Cuando era chico ensayaba con mis papás cómo iba ser la recepción del Premio Nobel de Literatura. Tenía diez años y con una botella de Coca Cola en la mano agradecía que me entregaran el premio. Era una ilusión, un juego. En aquella época quería ganar la Copa del Mundo, cosa que no gané; quería ganar un Oscar, cosa que estuve cerca y quería ganar en Cannes, cosa que sí gané.
-Usted se considera un romántico, ¿es difícil vivir en este mundo siendo un romántico?
-No, no. Hay una satanización del país como un bloque en desgracia. Eso fue la estrategia de los narcos: crear una plataforma de comunicación y terror para que pareciera que México es un país que se desfonda y no es así. Más allá de los narcos, el mayor problema que tenemos es la corrupción y la impunidad. La corrupción es quizás el mal mayor de México y de España. La corrupción está intoxicando la sociedad. Y el problema es que después de la corrupción llegan los narcos, porque no proliferan o encuentran espacio sin corrupción.
-¿Dónde se inspira para contar historias?
-En la vida, en mis experiencias y vivencias. Mi objetivo es impregnar de vida mi trabajo. Quiero que mis libros y mis películas salpiquen vida al público.
-¿Cómo fue el salto de guionista a director?
-No ha sido un salto, es caminar a un lado o al otro. Voy a seguir dirigiendo, porque me divierte y también soy productor. Últimamente he dirigido muchos cortometrajes.
-¿Y cómo ve el mundo del cine?
-En México el cine ha sido un puntal de su cultura. Si México está reconocido por algo es por su cine. Es muy poderoso. Hemos tenido propuestas interesantes, que se han visto en todo el mundo y tenemos grandes cineastas.
-¿Entonces hemos dejado la crisis atrás?
-No creo que el cine esté en crisis. Te voy a dar unas cifras duras: en 1995 el cine mexicano solo produjo 7 películas, un horror, y el año pasado fueron 192. ¿El cine está en crisis? ¿para quién?
-¿Y cómo está el cine en España?
-Aquí hay grandes directores y escritores. Eso sí, no hay por qué comparar el cine de este país con el de Hollywood. Si algo bueno tuvo Almodóvar es que su cine es personal. Lo que me preocupa del cine español es que hace películas al estilo americano y no debería ser así. El cine español debe encontrar su camino, como Amenábar o Saura.
Cinco directores subirán hoy juntos al escenario del Centro Botín para presentar sus proyectos en la 'Noche del cortometraje iberoamericano'. Se trata de Guillermo Arriaga, Javier Fesser, Paula Ortiz, Michel Franco y Pablo Giorgelli.
La Semana Internacional de Cine de Santander presenta una selección de cinco cortometrajes, que introducirá cada director. Antes de comenzar, habrá un encuentro con el guionista y director mexicano Michel Franco. Como director destacan en su filmografía 'Después de Lucía' –Premios en el Festival de Cannes y San Sebastián– y 'Chronic' –dos premios del Festival de Cannes–. Y como productor destacan '600 millas' y 'Desde allá'.
-¿Qué ingredientes debe tener una buena película?
-Una buena película te debe introducir en un mundo desconocido, despertar emociones que no habías conocido o sentido e introducirte en situaciones que jamás habías pensado.
-¿En qué proyectos trabaja actualmente?
-Estoy escribiendo una novela.
-¿Cómo ha sido su evolución y qué queda de 'Babel'?
-En 'Babel' quise hablar de la incomunicación, de falta entendimiento entre un padre y una hija, entre marido y mujer, entre las culturas... Era una reflexión donde también hablaba de amor, porque todo son historias de amor y yo siempre escribo de amor.
-¿Qué opinión tiene de las series?
-Veo pocas porque viajo mucho y apenas tengo tiempo. Hay tres que me han gustado: Breaking Bad, Narcos y Doctor House. El resto de las que he visto no me han provocado nada.
-¿Qué director de cine es su referente?
-Francis Ford Coppola. 'El Padrino', segunda y primera parte, es lo más cercano a la perfección. Y lo que acaba de hacer en 'Apocalipsis' es bestial.
-¿Qué cualidades debe reunir un buen director?
-Claridad y respeto. Claridad en las ideas y respeto por los compañeros de equipo. Conozco directores que maltratan a los técnicos.
-¿Ha pensado en jubilarse?
-No, en este negocio no te jubilas nunca porque no tienes elección, no tienes dinero. No tienes seguro social, ni seguros médicos... es imposible pensar en jubilarse.
-¿Qué lecciones ha aprendido de la literatura y del cine?
-Me han enseñado quién soy yo. Los libros son como espejos donde mirarnos, te enseñan tus debilidades y fortalezas, a dónde quieres ir o a dónde no quieres ir. Las dudas son también una parte importante para saber quién eres. Dudar no está mal, el chiste es no saber cual es la duda correcta.
El cineasta mexicano Guillermo Arriaga puso ayer sobre la mesa algunas claves para hacer una buena película: humor y conocimiento, no tanto talento –«está sobrevalorado», dijo–, encontrar la palabra que defina cada película y cada escena y sacar a los actores de su zona de confort. Fueron algunas de sus recomendaciones que puso en práctica con los alumnos de la masterclass, protagonistas de escenas de amor y de celos. ¿Convencieron? Aprendieron. Gran comunicador y amante del cine, Arriaga insistió en que una película no es solo el director, es el equipo. Eso sí, si alguien mete la mano en su ordenador, en su guion, «se la corto», dijo.
La primera lección fue hablar con claridad a los actores. «El truco que mejor me ha funcionado ha sido decir en una palabra de qué trata la película o la escena», relató. Y huir de los clichés, «algo verdaderamente difícil», dijo. «Cuando ruedas una película todo el equipo debe saber si es de amor, terror... Reconocer cada escena, desde el director hasta el actor o el compositor de la música», explicó. Y es que en el cine «hay que traducir los pensamientos, explicar al actor qué debe hacer y no dejar lugar a la improvisación. Eso es otra cosa», aclaró.
Por eso, animó a los directores de cine a «sacar al actor de su zona de confort». Y puso como ejemplo las historias de amor. «No se puede escribir besó apasionadamente o entró en la habitación con rabia, inquietud y alegría, el director debe definir la distancia entre los personajes, utilizar verbos activos para describir escenas y ser lo más claro posible». Por eso, defendió la importancia de la palabra en el cine.
«El cine cuenta historias y cada escritor tiene su estilo propio, aunque recuerde a otros». Recomiéndenos un libro, pidieron los alumnos: «Shakespeare, Dickens, Dostoievski. ¿Se refieren a un libro para aprender a hacer cine? Shakespeare, Dickens, Dostoievski», sonrió.
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