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Prolífico y vitalista, pintor de vocación, despertó siempre la inspiración en los poetas, invirtió su mirada en las formas, entre la imaginación y una continua reinterpretación del paisaje, y el color constituyó toda una declaración de principios a la hora de fundir su trazo con ... el el lienzo y con la mirada ajena. Julio de Pablo falleció en 2009 y aunque durante años se han sucedido algunas iniciativas de reivindicación de su obra bajo el paraguas de la Fundación que lleva el nombre del pintor, esta primavera está prevista una gran muestra de su obra impulsada por esta entidad y el Ayuntamiento de Laredo. El objetivo fundamental radica en «mantener la figura y la obra del artista y que no se olvide como habitualmente pasa con el transcurso del tiempo». La Fundación Julio de Pablo legalmente se constituyó hace una década, y el próximo año se cumplirán precisamente diez de la exposición celebrada en la Biblioteca Central y respaldada por el Gobierno regional.
En marzo de 2017, en el Parlamento de Cantabria se presentó el libro 'Julio de Pablo: El poeta que hablaba en colores' editado por la Fundación y la escritura de Luis Alberto Salcines. Ya en 2014, su obra iluminó el Ayuntamiento antiguo de Comillas durante todo el mes, con una exposición comisionada por Angel Acero.
Todos los años, durante las fiestas de El Carmen, la Fundación entrega gouaches originales de Julio de Pablo a los ganadores de los premios de pintura del Colegio del Ayuntamiento de Revilla de Camargo, donde se le dedicó una Plaza y se instaló un busto en su recuerdo. Además la entidad que preside José Ramón Rodríguez Altónaga, quien fuera médico personal del artista, incluye en su labor la catalogación y estudio de pinturas de Julio de Pablo en manos de coleccionistas particulares. Asimismo, la Fundación es vigilante con las subastas que incluyen obras del pintor, confirmando su autenticidad y controlando los precios.
Exenta de fines comerciales , la entidad que vela por el legado del pintor siempre trabaja en cumplimiento de sus fundamentos fundacionales: estudio, investigación y difusión de la obra y la huella del artista de Revilla de Camargo, 1917, fallecido en Torrelavega a los 91 años.
La muestra, que será inaugurada en Laredo el próximo día 13 y se exhibirá hasta final de mayo, estará configurada por más de una treintena de obras, en su mayoría pertenecientes a los fondos de la Fundación, pero también se incluirán pinturas de la Fundación Caja Cantabria y del Museo de Arte santanderino, MAS, junto con piezas de propiedad privada. El objetivo es abarcar las etapas fundamentales de Julio de Pablo: años 40 y 50, con las influencias de Riancho y Van Gogh; la etapa de los grises de los 60 y 70 y el grueso más importante que corresponde a su periodo más colorista en los 80 y 90.
Antes desaparece el horizonte y el lienzo es ocupado por esas monumentales formas abstractas: astros, ojos, mejillones, caracolas son los protagonistas. Gerardo Diego, otro de sus amigos poetas, lo anticipa en el catálogo que escribe para la exposición de Homenaje al autor de 'Versos humanos'. El propio Altónaga describe la última fase creativa de exaltación de los colores primarios que «se hace imparable, adoptando una simbología muy familiar al espectador contemporáneo como es la de la iconografía publicitaria. El trazo es vertiginoso y se subraya apoyándose en la intensidad del empaste directo». Trazo y color: colores vibrantes, rojos y amarillos, contrastados con el negro. Además de sus imponentes versiones de animales y veleros, se añaden despertadores, figuras y 'figuritas' humanas (canenes). Se convierten en simples objetos y criaturas 'monumentalizadas' por el recuerdo más 'infantil' que, en tanto en cuanto primitivo, nos recuerda la belleza del universo. Hace justamente ahora 18 años Julio de Pablo pintaba su último cuadro titulado 'Fin de Curso'.
Antes de su despedida hubo paradas fundamentales en la reivindicación de su pintura, caso del Museo de Bellas Artes que dedicó en 2003 una singular mirada retrospectiva en laque subrayaba la revisión de su «etapa gris»; la sala El Cantil y el Ayuntamiento de Camargo rindieron homenaje al pintor en 2005 y en esos años la mayor parte de colectivas de pintura cántabra incluyeron obras del artista.
La galerista Isabel Rábago impulsó algunas de las exposiciones y publicaciones claves a la hora de acercar la trayectoria y evolución creativa. En ellas quedó reflejada la dimensión y la huella de este pintor autodidacta que aprendió la química de los colores en la práctica de la pintura industrial, y cuya obra recorre una senda creativa y expositiva, casi sin paréntesis, desde los años 50 hasta 2007.
Isabel Rábago definió su trayectoria vital y creativa de manera gráfica: su infancia fue Riancho, su adolescencia Van Gogh y su primera madurez dio un fruto, una nueva de forma de mirar el paisaje. Con grises y blancos, líneas curvas y dos espacios realizó su aportación a la historia paisajística en la obra plástica de Cantabria. Esta reinterpretación del paisaje le llevo a la fama en toda España.
En los años 80 cuando se hizo mayor, tanto en la vida como en la pintura, se reafirmó en la idea de que la pintura era color y la mirada la singularidad que cada pintor aporta a su obra».
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