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Aunque los principales clientes de El Greco fueron el rey Felipe II y la Iglesia católica –fundamentalmente la Catedral de Toledo– no se resistió a pintar a Jerónimo de Cevallos, un abogado afincado en Toledo en 1600. El artista, ya en su última etapa creadora, ... le hizo un retrato que pertenece al Museo Nacional del Prado y que, desde este martes, se puede contemplar en el Museo de Arte de Santander (MAS), gracias al programa 'El arte que conecta', una iniciativa conjunta de la pinacoteca y Telefónica que acerca obras maestras del museo a distintas ciudades de España.
El artista, considerado uno de los más grandes de su época, no tuvo, sin embargo, un gran reconocimiento en su tiempo. Por su fuerte caracter sus principales clientes decidieron dejar de contar con él con lo que rápidamente fue olvidado. Incluso se le llegó a tachar de extravagante pese a que su técnica y su estilo le permitieron transmitir no solo la imagen física de sus retratados, sino también una sensación de movimiento y vida que sigue siendo admirada hoy en día.
El retrato que ha llegado al MAS y que permanecerá hasta el 8 de diciembre, en la tercera planta del edificio –la misma que acoge al Fernando VII de Goya– es «muy especial», según señaló Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo Nacional del Prado. Lo es porque corresponde a la última época de El Greco, «en la que ya había desarrollado toda su habilidad y un estilo artístico que es completamente reconocible y que solo a él le corresponde». Se trata de un cuadro de una «calidad excepcional» y «hecho probablemente con cariño a un personaje que conocía y al que estaba de alguna forma vinculado y ese afecto se reconoce en la pintura», afirmó.
Andrés Ubeda
Director adjunto de conservación e investigación del Prado
Desde el punto de vista técnico, es un retrato de «una habilidad sobresaliente» pese a su sencillez. Es la forma, en la que está pintado la que la convierte en una obra única. El Greco, no mezclaba sus colores en la paleta si no que lo hacía directamente en el lienzo. De esta forma, en este retrato, se puede apreciar la preparación rojiza que utilizó antes de pintar como si fuera un elemento más de la obra. Es decir hay partes del cuadro en las que se ven esos tonos rojizos, que en realidad él no llegó a pintar, sobre todo, en las sombras del cuello. «Para pintar las rebabas de ese cuello, tan de moda en la época aunque luego Felipe IV los acabara prohibiendo, El Greco utilizó dos colores: el blanco, para la luces, y el negro para las sombras, un color este último que sobre el blanco todavía no seco nos lleva a un gris, a unas sombras todavía no completamente definidas», expuso.
Pese a qué en su momento, se tildó a este pintor de extravagante, el director adjunto de conservación del Prado, señaló que su extravagancia estaba precisamente en su forma de pintar. «Su estilo que tiene que ver con sus dos grandes pilares vitales. No hay que olvidar que él es griego, de la isla de Creta, y que sus primeros cuadros son bizantinos, algo que reconocemos porque están firmados. De otra forma hubiera sido absolutamente imposible ligar aquella pintura con el cuadro que ahora se puede ver en el MAS. Luego, El Greco vivió en Venecia y Roma antes de llegar a Madrid y Toledo, su última etapa, y en todos esos lugares, sobre todo en los primeros, fue recogiendo características artísticas que, junto a su enorme talento, hacen que su obra tenga un estilo perfectamente reconocible, que parte de la pintura Veneciana y que hace que sea tan admirada».
Y es que, como explicó el experto, es un pintor que creó un estilo diferente que muchos imitaron, pero que ninguno llegó a reproducir exactamente «pese a que el siglo XVII, él murió en 1614, nadie fuese capaz de entender su genialidad. Hubo que llegar prácticamente al siglo XX para que los ojos de la vanguardia se fijarán en él y reconocieran lo que hoy vemos: que fue un artista singular, especial y que abrió un camino que antes no existía».
En la presentación de esta obra estuvieron también la alcaldesa de Santander, Gema Igual y el director de Cantabria de Telefónica España, Joaquín González Ruiz, además de la concejala de Cultura, Noemí Méndez; y el director del MAS, Salvador Carretero
La alcaldesa reconoció la importancia de contar en Santander con esta obra y agradeció que la ciudad haya sido elegida como una de las sede del proyecto 'El arte que conecta'. «Es un orgullo y una oportunidad única para acercar a nuestros ciudadanos una obra maestra de uno de los artistas más destacados de la historia del arte occidental. Este esfuerzo no solo contribuye a la descentralización cultural, sino que también fortalece el papel de los museos regionales, que se convierten en puntos de referencia para actividades culturales y educativas», destacó.
Este programa permite que museos repartidos por toda España exhiban de manera temporal algunas de las obras maestras de la pintura que forman parte de la memoria y el patrimonio común de los españoles. Obras de Velázquez, Goya, Rubens, Murillo y otros de los grandes maestros del Prado han viajado ya por 18 localidades de toda la geografía española, invitando a sus ciudadanos a contemplarlos y convirtiéndose en un generador de actividad cultural local.
Y es que, tal y como explicaron sus responsables, esta iniciativa profundiza en el camino abierto por el Museo del Prado durante la celebración de su Bicentenario en el año 2019 con otro programa similar: 'De gira por España' lo que ha permitido que, sumando ambos proyectos, la institución haya tenido presencia directa en casi cuarenta ciudades de la geografía nacional.
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