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El mundo del rabel pierde a uno de sus máximos exponentes y Santander a uno de los compositores que mejor entendió su alma marinera. Chema Puente, figura esencial en la música tradicional cántabra y un referente en la defensa del patrimonio cultural de la región, ... falleció esta madrugada a los 72 años. Su marcha ha dejado un reguero de condolencias entre la familia del folclore cántabro, amigos, autoridades y, sobre todo, en Cueto que ha despertado conmocionado con la noticia del fallecimiento de su vecino más querido.
Un lugar en el que creció y en el que alimentó su amor por la música y las tradiciones de su tierra y en él vivió hasta sus últimos días. Su trayectoria, marcada por la recuperación del rabel y la divulgación del cancionero montañés ha dejado una huella profunda en el panorama cultural de Cantabria, que llora la pérdida del músico pero también la de un hombre que destacó por su generosidad, su ilusión por compartir sus conocimientos, su voz privilegiada y el amor a su tierra.
El camino de Chema Puente en el mundo de la música comenzó de manera autodidacta a los veinte años, inspirado por grabaciones del rabelista campurriano Paco Sobaler. Este instrumento, vinculado al romancero y a las tradiciones pastoriles de Cantabria, se convirtió en su medio de expresión artística y cultural. Tras un periodo de aprendizaje en estilos campurrianos, Puente se interesó por el estilo de los bandurrieros de Polaciones, integrando ambas influencias en su música.
A lo largo de los años, trabajó con maestros como Adela y Luis Gómez, Pedro Madrid y Juliana Rábago, quienes influyeron en su técnica y repertorio. Gracias a su formación y perseverancia, logró posicionarse como uno de los rabelistas más populares de Cantabria, una figura que supo modernizar el género sin perder su esencia.
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Sus interpretaciones quedan para la historia en varios trabajos discográficos que capturan la riqueza y diversidad del folclore cántabro. Suya fue la primera grabación de la historia de Cantabria dedicada íntegramente al rabel. Una casete que grabó en el estudio Ibiosón de Santander producido por Oca Record. La cinta fue un superventas en Cantabria.
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Otro de los discos más importantes de su trayectoria fue 'De la machina a la braña' (2000), donde incluyó su obra más emblemática, la habanera 'Santander, la marinera', un tema que ya se ha convertido en el himno oficioso de la ciudad y que ha trascendido generaciones, siendo versionada y reinterpretada en diferentes contextos .
Aunque fue su proyecto 'De Santander a Sevilla', en el que exploró las conexiones entre la música montañesa y los géneros tradicionales andaluces, uno de los que más cariño tenía. En este trabajo fusionó jotas cántabras, bulerías y tonadas montañesas, reflejando su capacidad para innovar dentro del marco de las tradiciones españolas. Obras como 'Luna pasiega' o 'Crece el fuego con el viento' son testimonio de su versatilidad y profundo respeto por la música popular .
Sin embargo, una de las facetas más destacadas fue su labor como docente y divulgador. Desde la Escuela de Folclore de Santander, trabajó incansablemente para formar a nuevas generaciones de rabelistas y cantadores. Bajo su guía, el rabel, un instrumento que estuvo en peligro de desaparecer, experimentó una revitalización significativa en Cantabria.
Además, participó activamente en eventos culturales y programas como 'La Cultura Contraataca', una iniciativa del Gobierno de Cantabria para apoyar la difusión del folclore regional. En numerosas entrevistas, Puente subrayó la importancia de preservar y valorar las tradiciones, considerándolas un patrimonio que trasciende fronteras y conecta a Cantabria con la cultura hispana.
El rabel fue más que un instrumento para Chema Puente; representaba la voz de las montañas y los valles cántabros. Su habilidad para adaptar los romances y jotas al gusto contemporáneo permitió que esta música llegara a públicos más amplios, desde las aldeas de Cantabria hasta escenarios internacionales.
Entre sus interpretaciones más recordadas están las trovas y romances que capturan historias y leyendas de la región. Estas composiciones, ricas en imágenes poéticas y valores tradicionales, consolidaron su reputación como uno de los mayores exponentes del cancionero popular cántabro.
A lo largo de su vida, Chema Puente recibió múltiples homenajes por su contribución a la cultura cántabra. En 2017, fue reconocido por su labor de defensa y promoción del folclore en un acto organizado por el Ayuntamiento de Santander. Sin embargo, su mayor recompensa fue el cariño y el respeto de quienes escucharon su música y aprendieron de su ejemplo.
La influencia de Puente perdura en las generaciones de músicos que formó y en los amantes del folclore que se identifican con su obra. 'Santander, la marinera' sigue sonando en las fiestas locales y en los hogares de quienes ven en esta canción un reflejo de su identidad y orgullo cántabro.
Con la muerte de Chema Puente, Cantabria pierde a uno de sus embajadores culturales más queridos. Sin embargo, su legado musical y su defensa del folclore permanecen como testimonio de una vida dedicada al arte y a la cultura. Como él mismo expresó en varias ocasiones: «La cultura tradicional es parte de nuestra historia y patrimonio de la humanidad».
Chema Puente, un hombre familiar, deja esposa María Cristina Incera López, dos hijos Rosalía y Pablo y a su nieta Adela.
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