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Farinelli fue el primer divo del siglo XVIII que cumplió un papel crucial para la cultura y el arte. «Pese a ser uno de los referentes del arte europeo y de la identidad artística europea, nadie se había preocupado por armar unas líneas sobre su ... historia», señaló ayer el periodista cántabro Jesús Ruiz Mantilla, autor de 'Yo, Farinelli, el capón', el espectáculo de teatro musical barroco que anoche se estrenó en el Palacio de Festivales, en el marco del FIS. Literatura, música y teatro se dieron la mano para relatar la vida del primer divo que hubo en España, sus contradicciones y su conflicto interior.
El espectáculo, que recaló en el Festival Internacional de Santander (FIS) tras su paso por San Lorenzo de El Escorial, es una adaptación de la novela que Ruiz Mantilla escribió hace más de una década, dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón. En el papel de Farinelli, el actor Miguel Rellán y el contratenor Carlos Mena. Los cuatro presentaron ayer el espectáculo en la librería Gil de Santander. No pudo asistir a la presentación por la mañana Aaron Zapico, director de Forma Antiqva que pone la música al montaje.
El cineasta cántabro, que vuelve después de años a la dirección teatral, destacó que ha sido divertido «tejer» este espectáculo. «Para mi sorpresa ha sido entretenido porque mi primera reacción cuando me lo propuso Jesús Ruiz Mantilla fue decir que yo no lo hacía y después se dejó hacer y ensamblar», dijo. Y es que, según apuntó el cineasta que había leído la obra hacía años, hubo que unir la parte literaria con el trabajo musical y la interpretación teatral. En los tres casos, para Gutiérrez Aragón ha sido «un regalo muy divertido». El cineasta alabó el trabajo del actor Miguel Rellán, que encarna a Farinelli, de quien dijo que «en todo lo que dice y hace se asienta la verdad». Reconoció que el castrato es un personaje lleno de contradicciones pero insistió en que «aunar estas contradicciones ha sido divertido».
El autor de la obra, Jesús Ruiz Mantilla, señaló ayer que lo que le atrapó del personaje de Farinelli fue que aunque era un divo, el primero de España, «todo el mundo hablaba bien de él». Por eso, indagó en la vida de este personaje y encontró a un hombre «inteligente, sensible y con unas dotes diplomáticas impresionantes», tenía una personalidad «que sabía que estaba por encima de los demás pero sin hacerlo notar». Porque según dijo, «ser divo es bueno, lo malo es ser caprichoso. El divismo hace que un artista de lo mejor en el escenario».
Farinelli fue un personaje riquísimo que vivió dentro de una contradicción física y anímica. «Es un hombre con voz de mujer. A partir de ahí todo es contradicción», explicó Mantilla. «Un hombre que ofrecía gozo y caminaba por la vida con sufrimiento y en soledad», añadió. Una idea que apoyó Rellán porque según explicó, el castrato se pregunta sobre las tablas «¿Quién soy? ¿Qué soy?, una niña, un fenómeno o un monstruo...». El actor que encarna al célebre castrato reconoció ayer que la mayor dificultad del monólogo radica en «contar el miedo pero sin sentirlo», en referencia a la escena en la que el protagonista empieza a cantar delante del emperador de Viena.
El contratenor Carlos Mena se refirió a varios momentos del espectáculo en los que queda patente el sufrimiento de Farinelli, sobre todo en la castración. «Se me cerró el estómago cuando leí el guion. Farinelli grita porque no quiere la castración y luego tiene que vivir toda su vida con ese momento en su recuerdo», reconoció ayer.
La obra refleja también la grandeza y el poder que alcanzó en el siglo XVIII. Farinelli llegó a España llamado por Isabel de Farnesio, la esposa de Felipe V para ver si con su canto curaba la depresión del rey. «Felipe V se rindió a él en el sentido artístico y le dio entrada en la Corte. Le nombró criado familiar, una especie de mayordomo real con muchísimas atribuciones, pero sobre todo con la confianza de un rey que desconfiaba de todo», destacó Ruiz Mantilla. Pese a que su trabajo era cantarle todas las noches las mismas arias, «se aburría tanto que decidió hacer algo por la cultura e introducir el arte que él dominaba en España». Y así desembarcó la ópera en la Corte española. Fue Carlos III el que invitó al castrato a irse de España, según Ruiz Mantilla, «por no aguantar a su madre», Isabel de Farnesio. En ese punto se dio una nueva contradicción en la vida de este artista: quien le llamó a la Corte forzó su expulsión porque «se sintió traicionada por el apoyo que dio Farinelli a Fernando VI», hijo del anterior matrimonio de Felipe V. Y así, con el sueldo de por vida asegurado, se marchó a Bolonia «encantado de la vida» y «con su Velázquez, su Rubens, su Stradivarius, y todas las partituras y regalos que le habían hecho». Habían pasado 22 años. «Farinelli es una de las grandes figuras europeas», insistió ayer Ruiz Mantilla, porque entre otras cosas, introdujo la ópera en la Corte española y creó una afición creciente», explicó. El actor Miguel Rellán, que interpreta a Farinelli cuando acaba de cumplir 75 años y rememora su vida, reconoció ayer que ha sido un reto por la complejidad del personaje.
En cuanto a la música barroca que entrelaza toda la historia, Mena destacó que este género musical «tiene mucho atractivo desde hace tiempo y especialmente entre las generaciones jóvenes. Tiene algo de frescura, improvisación y dinamismo». A su juicio, esto se debe a la «fascinación» que causa ver a un hombre con altura y aspecto masculino abrir la boca y escuchar una tesitura de mujer». Y sobre Farinelli dijo que «es el mayor cantante de todos los tiempos que llevó las arias al límite de lo posible. Su tesitura, velocidad y expresividad van a la fibra más profunda del corazón», indicó. Y respecto a la persona, Carlos Mena señaló que era «sereno, seguro, inteligente, sabio y un auténtico diplomático del siglo XVIII».
'Yo, Farinelli, el capón' se estrenó ayer en el Palacio de Festivales de Santander, en el marco del FIS y con la colaboración de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y del Festival de San Lorenzo del Escorial.
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