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Artista de arraigo flamenco que derrocha pureza en sí mismo y en el baile que transmite, Manuel Liñán (Granada, 1980) es vida, frescura y pasión. ... Tras años de investigación hacia nuevas tendencias, este bailaor y coreógrafo se inclina por continuar con la tradición y llevarla hasta un punto insólito entre la genialidad y la simpleza, situándolo en la vanguardia flamenca. Premio Nacional de Danza en 2017 y Max del Público en 2020, su anterior espectáculo 'Viva!!' surgió de su memoria más íntima de la infancia, pues de pequeño se encerraba en su cuarto y se vestía con la falda verde de su madre, se adornaba el pelo con flores, se maquillaba y bailaba a escondidas. En 'Pie de hierro' que se mostrará mañana en la Sala Argenta a las 19.30 horas, busca dar respuestas a su inconformidad y generar nuevas preguntas mediante «una conversación vehemente con la tradición» que dedica a su padre, un torero que soñó con un futuro distinto para su único hijo varón.
–Su último espectáculo 'Viva!!' que estrenó en 2019 era una celebración a la libertad de expresión. ¿Qué nos trae mañana al Palacio de Festivales?
– 'Pie de hierro' es un espectáculo muy especial para mí porque rompo algunos vínculos que tengo con la tradición, en este caso familiar. Surge porque no creo que se deban repetir determinados patrones por el simple hecho de repetirlos y porque creo que es necesario crear nuevas puertas.
–Dedica este espectáculo a su padre. ¿En qué sentido?
–Todo esto que te decía de hasta que punto es necesario romper con la tradición se entenderá un poco más sabiendo de que familia provengo.Mi padre era torero y cuando yo nací, fui el hijo menor con dos hermanas, diseñó para mí un futuro que consistía en seguir sus pasos como torero. Y lo que hice fue enfrentarme a uno de esos patrones tradicionales de los que hablamos. En el espectáculo hablo de esto y muestro mi inconformidad pero también lo considero como una carta de amor a mi padre y al flamenco, con el que tengo una relación que a veces es de amor y a veces de odio.
–El flamenco también es un arte con muchos patrones tradicionales.
–Hemos aprendido e interiorizado la base de la tradición pero también, al menos en mi caso, tenemos otra serie de inquietudes. Para mí tiene mucha simbología esta relación de la tradición con el flamenco. Una tradición que, a veces, nos pesa tanto que en algunos momentos, por ejemplo en este caso, he tenido que desvincularme para poder abrir nuevos paisajes.
–¿Cuándo empezó su interés por el flamenco?
–Desde pequeño. Tendría unos cinco años cuando empecé a querer bailar flamenco. Ten en cuenta que yo soy de Granada, una ciudad en la que se vive el flamenco y que también estaba muy en el entorno de mi familia. El flamenco y los toros han estado siempre muy presentes en mi casa.
–No tardó mucho en darse cuenta de que en ese mundo del flamenco había muchos estereotipos que romper.
–Sí, sí, desde pequeño me di cuenta de eso porque sentía que por el hecho de ser hombre había que bailar de una forma distinta que las mujeres y no lo entendía. Era algo que no solo me pasaba artísticamente, también socialmente percibí que había formas distintas de comportarse para cada género.
–Fue de los primeros en ponerse una bata de cola para bailar en el escenario. ¿Cómo acogieron en su mundo sus creaciones?
–La verdad es que mis primeras creaciones no estaban tan vinculadas a estas reflexiones tan emocionales que muestro ahora. Eran unos espectáculos más relacionados son la investigación y la técnica y le daba mucha más importancia a la coreografía. Se podría decir que eran espectáculos coreográficos donde intentaba mostrarme más como bailarín. Es cierto que ya en aquellas primeras creaciones repercutía la escuela en la que había vivido, pero he de reconocer que encontrar mi propia identidad me costó muchísimo trabajo. Fuero muchos años sobre todo de reflexión personal porque mi identidad siempre estaba en el interior. Se podría decir que fue un tiempo de reflexión y de tomar la valentía para decir quien era yo. Como debía de haber hecho desde el principio.
–Una valentía que le ha dado, entre otros, el Premio Nacional de Danza que le concedieron en 2017. ¿Le cambió mucho ese galardón?
–Es un premio que me hizo muchísima ilusión y no sé hasta que punto me ha cambiado. Es verdad que es el mayor reconocimiento que podía recibir y de hecho puedo decir que para mí era un sueño que no me esperaba. Pero también te digo que cuando lo recogí pensé que era un premio que iba para toda la gente con la que me he rodeado porque yo no sería quien soy si no me hubiera dejado influenciar por lo que había a mí alrededor. Y lo recibí así, como que iba dirigido a un todo, aunque fuese yo el que lo recogía.
–Su carrera se caracteriza por un empeño en romper los estereotipos del mundo del flamenco. ¿Quedan muchos todavía?
–Pues no sabría muy bien que contestarte. Hay muchos estereotipos todavía, pero no solo en el mundo del flamenco, están en toda la sociedad en la que vivimos. Sinceramente creo que el flamenco vive ahora una época muy buena en la que se están rompiendo con muchos patrones que hasta a mí mismo como aficionado me sorprenden. Creo que está creciendo a pasos agigantados y que se demuestra que el flamenco es un arte vivo, clásico y popular, pero también un arte vanguardista. Tenemos que estar pendientes de todos esos pasos que está dando porque el flamenco está creciendo muy deprisa.
–Esa buena época de flamenco ¿se perciben también en las programaciones?
–Los artistas siempre tenemos ganas de crear y en ese sentido es una buena época, pero realmente exponer nuestros trabajos sigue costando muchísimo. Deberíamos tener una mayor visibilidad. Es cierto que estamos hablando de un arte muy exportado que se ha visto afectado, como todo el mundo, por los años de pandemia, pero insisto, vivimos en un buen momento creativo. El arte es algo emocional y por tanto una herramienta que nos salva de muchísimas preocupaciones. Pero sí es verdad que cuesta muchísimo mantener una compañía de danza o visibilizar el flamenco actual en nuestro país.
–¿Está pensando ya en algún nuevo proyecto?
–Hay algo que me ronda por la cabeza pero me lo voy a tomar con mucha calma. De momento voy a disfrutar de mis dos últimas producciones 'Viva!!' y 'Pie de hierro'.
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Ana del Castillo
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