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Fermín Orizaola, Lucía Serrano, Sheila Izquierdo, Amador Dobarganes y Alejandro Martín Gutiérrez repasan, en el Centro Andaluz de Santander, el estado del flamenco en Cantabria Alberto Aja
La ola de flamenco en Cantabria

La ola de flamenco en Cantabria

Dos bailaoras, un guitarrista, un cantaor y el presidente del Centro Andaluz repasan la renovación del género con motivo de su Día Internacional

Domingo, 18 de noviembre 2018, 08:07

Fue el 16 de noviembre de 2010 en Naibori (Kenia), cuando el flamenco obtuvo un máximo reconocimiento internacional por parte de la Unesco como manifestación cultural de carácter universal. El pasado viernes Cantabria se sumó a la celebración con una serie de actos que reivindicaron este arte. ¿Pero hay tradición flamenca en esta región? ¿Tiene futuro? Dos bailaoras, un guitarrista, un cantaor que es toda una institución en la región y el presidente del Centro Andaluz en la capital cántabra repasan para este periódico, cómo se vive el género en esta tierra. Hablan con orgullo del pasado y coinciden en que en Cantabria siempre ha habido tradición flamenca, aunque también perciben cierto desconocimiento. Coinciden en que las escuelas están llenas y que no falta público en las salas cuando llegan grandes figuras. Anoche mismo actuó Miguel Poveda en el Palacio de Festivales y las entradas se agotaron hace semanas. Sobre el futuro tienen más dudas, echan en falta ayudas y no pueden evitar compararse con otras regiones. Sin embargo, los más jóvenes han iniciado una nueva senda para que el flamenco vuelva a sonar y con fuerza en esta tierra. Las nuevas formas de interpretar flamenco y la eterna polémica entre el purismo y la fusión es otro de los temas que abordaron en este encuentro entre creadores.

Alejandro Martín (Santander, 1987) viene de una saga de guitarristas que ha puesto el nombre de Cantabria en la historia del flamenco. Su abuelo fue Alejandro Martín Pérez. Él enseñó a tocar el instrumento a otro de los grandes flamencos de esta tierra, Juan Antonio Agüero, y fue el zapatero de su famosísima esposa, la bailaora Carmen Amaya.

«Vivimos un resurgimiento del flamenco, aunque aún queda mucho camino»

Alejandro Martín | Guitarrista

También fue el padre de Alejandro Martín Bada, consagrado en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba en 1965. Fue precisamente tras la muerte de su padre cuando el tercero de los Alejandros Martín decidió coger la guitarra y seguir sus pasos. En realidad empezó a tocarla a los once años en el coro del Centro Andaluz, pero ha sido recientemente cuando ha formado su compañía Son de Flamenco, labor que compagina con las clases de guitarra que imparte de manera particular.

En general, cree que el género en Cantabria ha estado unos años adormecido, pero que ahora hay una especie de resurgimiento. Lo vive con la ilusión y la pasión de seguir con las raíces familiares, si bien reconoce que todavía no hay muchos sitios donde se pueda aprender a tocar el instrumento. «Hay mucha gente que inicia sus pasos en el baile, en guitarra no tantos», dice.

«Para apreciar este arte tienes que tener una sensibilidad que aquí todavía cuesta sacar»

Amador Dobarganes | Cantaor

Sobre los nuevos sonidos de flamenco y la fusión reconoce que tiene opiniones encontradas «Depende de los palos. Me parece que los más fiesteros, como las bulerías, los tangos o las alegrías han evolucionado para bien, pero los palos más serios como las soleas, los tientos o las seguidillas me gustan, cuando más tradicionales, mejor», explica.

La experiencia

En el caso del famoso cantaor santanderino Amador Dobarganes (Santander, 1935), la vocación es algo misterioso. «Sé de dónde me viene la voz y es que mi madre la tenía muy potente, pero no era artista. A mí me gusta el flamenco y nunca he sabido muy bien si es algo que me ha venido de algún lado o simplemente nació en mí».

Esa querencia por el arte que nació en la otra punta de la península ibérica fue calando en la infancia que Amador pasó en barrio Camino, en Santander. Primero fue la pasión, luego el aprendizaje en academias y después el desengaño que precedería al despertar de un artista que llegó a colmar una carrera de éxito en escenarios de todo el mundo. «Cuando era adolescente ya me di cuenta de que si quería dedicarme a esto, aquí en Cantabria no iba a tener ni para un café», asegura.

«Faltan espacios donde tengan cabida nuestras propuestas y nos vemos obligados a salir fuera»

Sheila Izquierdo | Bailaora

Por eso hizo el petate apenas siendo un niño y marchó rumbo a la capital de España para comenzar una aventura que terminó por subirlo a los escenarios junto a Antonio Molina o Manolo Sanlúcar, entre otros muchos grandes.

Su opinión no es tan optimista como la de los más jóvenes que le respetan como la institución que es. Él lamenta que en Cantabria en general, y en Santander en particular, el público se está alejando del flamenco. «Sales a un escenario y notas que no hay magia, que a la gente no le interesa. Y he llegado a la conclusión de que lo que pasa es que no lo entienden». «Para apreciar esto tienes que tener una sensibilidad muy ligada a lo que hay en el sur y aquí cuesta. Es casi otra cultura en un mismo país».

Ahora, desde su apacible jubilación en la capital cántabra, resucita el artista que vive en su interior para casos muy excepcionales como el homenaje que se hizo a Carmen Amaya en el cementerio de Ciriego. «Sólo canto si alguien baila, y es que el bailaor o la bailaora son los que mandan en este mundo sobre los tablados», confirma siempre nostálgico de una carrera artística que lo llevó por escenarios de medio mundo. «Desde Marruecos a Egipto y por toda España. Es una pena que hoy en día haya más afición fuera que en algunos lugares de España, pero qué le vamos a hacer. Es lo que hay».

«Invito a la gente a que estudie porque con tesón el flamenco es una carrera de fondo»

Lucía Serrano | Bailaora

La bailaora Lucía Serrano dirige la escuela Esencia, la primera y única escuela dedicada íntegramente a los estudios de este arte en la ciudad. Con respecto al flamenco en Cantabria cree que hay mucho aficionado, pero también mucho desconocimiento y que «al igual que a nivel nacional, los que queremos hacer cosas por él, aunque la situación ha cambiado algo, últimamente, estamos poco apoyados por las instituciones».

Ella, que no tiene ningún vínculo familiar con el flamenco, es una profunda amante del cante, de su historia y evolución. Su primer contacto con él fue dentro de los estudios de la carrera de danza española. «Siempre fue mi asignatura favorita y donde yo empezaba a sentirme feliz».

Sobre el universo del flamenco en la región tiene la impresión de que aún es un círculo reducido que espera que crezca. «Tenemos buenos músicos, pero pocos. Menos aún cantores y cantores para baile. Invito a la gente que estudie, porque con tesón, el arte flamenco es una carrera de fondo.

Sobre el flamenco puro o fusionado dice que «sí ser purista es defender el cante, el toque y el baile añejo, por supuesto que lo soy, considero que jamás se ha de perder la raíz, pero que como todo arte tiene que evolucionar, de la mano de la evolución de las personas. Eso sí, respetando la esencia».

«Aquí hay mucha gente que ama este arte, pero falta coyuntura para que se exprese»

Fermín Orizaola | Centro Andaluz

La bailaora Sheila Izquierdo (Santander, 1984) –Sheila Aranda en los carteles– lleva el flamenco en las venas. Parte de su ascendencia viene de Andalucía y por eso a los cuatro años ya zapateaba en casa y en distintas academias. Es una auténtica defensora de la formación, ella misma imparte clase en cuatro de los centros autorizados que hay en la región, tarea que compagina como bailaora en la compañía Son de Flamenco.

Esta santanderina cree que este modo de expresión artística necesita un impulso y que después de unos años de estar adormecido han surgido una serie de grupos que tratan de revitalizar la afición. «Pero desgraciadamente faltan espacios culturales donde puedan tener cabida nuestras propuestas. Hay que hacer encaje de bolillos para poder crear y, desgraciadamente, nos vemos obligados a salir de Santander para poder demostrar nuestro arte».

La labor del Centro Andaluz

Para Fermín Orizaola (Santander, 1964), presidente del Centro Andaluz de la capital cántabra desde el pasado 21 de septiembre, la región sólo necesita un acicate para revivir todo «el espíritu flamenco que guarda». «Aquí hay mucha gente que ama este arte pero falta la coyuntura para que se exprese», afirma. «Nosotros celebrábamos todos los años un concurso flamenco, pero en los dos últimos ejercicios no hemos podido hacerlo por falta de fondos», afirma.

Antiguamente había más ayudas, la misma Junta de Andalucía apoyaba a estos centros repartidos por España, «pero desde que llegó la crisis se cerró el grifo». Las redes sociales sirven ahora de punto de encuentro para todos esos andaluces que viven en Cantabria. «Ya no necesitan tanto como antes el espacio del centro andaluz para reencontrarse». ¿Cómo se puede revitalizar entonces este lugar y con ello la cultura que lo impregna? «Pues a través del arte, por medio del flamenco», sentencia. Por eso la actividad del lugar va a volcarse con eso. «Necesitamos dar más visibilidad al flamenco porque la gente lo quiere. Y no me refiero sólo a los andaluces que viven en Cantabria, sino a todos los que amamos esa cultura del sur», reivindica Orizaola.

Mantienen desde hace semanas conversaciones con varias escuelas de baile, «porque todas tienen clases de sevillanas», para que todos esos aficionados se reúnan un sábado al mes para bailar libremente en el centro. «En esas escuelas aprenden. Tienen, digamos, la parte académica. Nosotros queremos ofrecerles la parte lúdica de que pongan en práctica lo que han aprendido».

Promueven además una oferta para nueva captación de socios que sirva para crecer. «Sólo si nos hacemos más grandes y ganamos en apoyos se podrán fijar en nosotros y lograremos ser más solventes en lo económico para recuperar las actividades que teníamos».

La reivindicación gitana

«¿Qué cómo llegué al flamenco? Soy gitano. Lo llevo en el ADN». Jairo León nació en Bilbao, aunque lleva más de treinta años viviendo en Santander. Pianista, compositor y percusionista, ha editado hace tres años el disco 'Sencillo y diferente' en el que colaboran músicos que estuvieron con Paco de Lucía, como Paco Pardo o Enrique Bermúdez, entre otros, y es otro de los referentes del flamenco. Ha actuado en diversos puntos de España, sobre todo en Andalucía, y lamenta que su nombre no sea tan conocido en esta tierra como en el sur. Autodidacta sin formación académica se define como «un gitano que utiliza el piano para expresarse».

Su forma de interpretar el flamenco está más próxima a eso que los entendidos definen como purismo, pero, en realidad, hace una defensa de su raza y lamenta que en los últimos años haya una «especie de campaña en encubierto que quiere 'desgitanizar' el flamenco». Y es que, tal y como señala hay que destacar la contribución «notoria» de la etnia gitana a este género y por eso pide «el mismo respeto para los gitanos que se tiene a los negros que hacen blues». Este músico destaca dos aspectos del flamenco. «O suenas payo o suenas gitano. Los dos son igual de respetables, para gustos los colores, pero que nadie nos quite la importancia».

Asegura que «Santander tiene una sensibilidad especial con el flamenco, pero eso no significa que tenga una tradición flamenca. Y eso hace que a veces no se distinga entre el flamenco de academia o el natural, que viene de herencia o el que suena en las calles. Nosotros los gitanos lo vivimos de otra manera al igual que en Andalucía se vive de otra». Sin embargo, considera que en Cantabria no se vive de la misma forma. «Aquí se llegan a confundir las rumbitas con el flamenco», dice. También cree que el género en esta región, como en otras muchas de España, está más relacionado con la rumba u otras especialidades que se han hecho más populares. «Si yo tocará rumbas de Los Chichos con el piano, seguro que llenaba los bares», expone. Sin embargo, él insiste en la calidad y la pureza por encima de la calidad y es que, tal y como cuenta, también cree que el número de «amigos» cuenta mucho a la hora de actuar en Cantabria. Hace tres años que publicó este disco y apenas ha tenido repercusión. «Mis amigos andaluces dicen que parece que vivo en Alemania».

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