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Hay siempre una mirada de compilación, catalogación e inventario en Javier Vila. Como un empeño en conformar un cuaderno de bitácora humano, paisajistico pero sobre todo de proximidad y comunicación cuando su cámara se pasea por el mundo. Tras reunir y exponer este verano conjuntamente, por primera vez, la colección surgida de su proyecto la Caverna de la Luz, regresa mañana al calendario expositivo con una curiosa serie titulada 'Fotografía móvil: 69 fotografías «Prêt-à-Porter' que la Fundación Bruno Alonso expondrá hasta mediados de octubre. Javier Vila reunió en esa cita en la Torre don Borja de Santillana una muy nutrida y representativa representación de la fotografía de autor en Cantabria correspondiente al periodo 2010-2017.
Vila muestra ahora 69 fotografías realizadas con un móvil «y listas para llevar». Todas han sido hechas y procesadas con un iPhone 4, entre los años 2013 y 2016, «para ser publicadas en redes sociales (Instagram y Facebook), donde han sido vistas por miles de internautas y han recibido cientos de likes».
Ahora se ponen a disposición del público para que se las lleve a su casa. Y para ello opera de la siguiente manera: «Para que las adquieran con las mismas reglas del mercado: por la red o en tienda,con un precio que varía en función de su disponibilidad y del 'periodo de maduración del producto': el primero lo compra a mejor precio. Y ese precio se va incrementando en función de la demanda. Y a 'última hora' ese precio baja».
De cada foto hay disponible una tirada de 3 copias: La copia 3/3 vale 20 euros. La copia 2/3 se pondrá a la venta cuando se venda la anterior y costará 40 euros y finalmente, cuando ya sólo quede la 1/3, su coste será de sesenta. «El comprador se llevará la fotografía adquirida en el mismo momento de la compra, sin esperar a la finalización de la exposición».
Fotografiar, en palabras de Henri Cartier-Bresson, «es poner en el mismo punto de mira la mente, el ojo y el corazón. Es una manera de vivir». Vila, deudor creativo de Bernard Plossu recuerda que su maestro recogió los momentos más significativos de su vida con «cámaras de juguete». El móvil es algo más que el juguete del siglo XXI, «es una máquina perversa que puede facilitarnos la vida y también puede enredárnosla en una red sobresaturada de imágenes impostadas y hasta cierto punto 'irreales', haciéndonos caer en la dictadura del 'tantos likes tienes, tanto vales», reflexiona el fotógrafo. Como dice Joan Fontcuberta, «lo paradójico es que muchas fotos se toman ya sin la intención de que sean miradas, o sea, el gesto fotográfico prevalece sobre la imagen resultante. Antes la Fotografía era una escritura, ahora es el gesto fotográfico prevalece sobre la imagen resultante. Antes la Fotografía era una escritura, ahora es un lenguaje. Hablamos con fotos. ¿Nos preguntaríamos si hablamos demasiado?».
Vila, convencido de que la esencia de la fotografía permanece y contar el mundo es el objetivo y el enfoque, mientras que el corazón de la mirada opina sobre él, ha protagonizado exposiciones, desde Espacio Imagen al Palacete del Embarcadero pasando por Foconorte y la librería Gil. Impulsor del movimiento Sol Cultural, hace de la cámara «un block de notas o un cuaderno de viajes», con especial querencia por lo literario, en el que ha registrado lecturas, lectores y miradas.
Su proyecto más personal ha sido La Caverna de la Luz en la calle del Sol. Un trayecto a través de las miradas de decenas de autores de Jorge Cembranos, Ángel de la Hoz, Maxi del Campo, Ana Díez, Jorge Fernández Bolado, Juan García Negrete, a Majo G. Polanco, Daniel Gutiérrez Adán, Pablo Hojas, Sara Huete, Piedad Isla, o Pepe Lamarca, entre otros. El proyecto es un ejemplo de cómo con imaginación creadora se puede llegar a difundir y a tener una identidad propia en una empresa cultural con muy pocos medios.
La Caverna surgió como un espacio para el encuentro y el diálogo en torno a la imagen que, después de ocho ediciones, ha logrado llevar a cabo más de setenta exposiciones.
El propio Vila ha generado proyectos personales y colectivos que han pasado por lo documental, urbano, realidades construidas, lo cotidiano, registros íntimos, instantáneas, situaciones encontradas, imágenes intervenidas, construcciones poéticas, apropiaciones, reflexiones críticas, invenciones, sueños, composiciones de corte estético o propuestas conceptuales.
Para Vila, la fotografía como lenguaje ante lo cotidiano proporciona «la profundidad de campo justa. Permite enfocar lo importante y desenfocar lo accesorio. El encuadre es una necesidad de elegir. Y elegir es desechar lo prescindible, fundamentalmente». Como revelan estas 69 imágenes la fotografía crece en Vila como «una manera de ver la vida. Una forma muy personal de contarla y, sobre todo, una manera muy placentera de vivirla».
En esta colección de imágenes hay un itinerario de ciudades, Santander y Barcelona, por ejemplo; detalles de interiores; playas, cuerpos, geografías familiares, íntimas, paisajes reconocibles, otros velados o escondidos; curiosidades, paradojas visuales...El álbum, que no lo es en intención, entre el azar, la búsqueda y el testimonio, supone un recorrido personal pero cargado de complicidad, que fácilmente puede ser compartido. El color, las formas, las figuras, los pequeños hallazgos aportan personalidad visual, juegos irónicos y un sentido de crónica dispersa aunque coherente en lo que concierne a la conciencia de mirar y la claridad de sus objetivos.
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Ana del Castillo
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