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A Joaquín Climent (Requena, Valencia, 1958) la llamada de El Diario Montañés le pilla en su casa «estudiando y rodeado de papeles». Su personaje en la serie 'La promesa', que se emite a diario en TVE, es lo que más le «ocupa» ahora mismo, pero ... tiene otros proyectos para los que dispondrá más tiempo a partir de mañana y es que hoy, a las 20.00 horas, cierra en el Festival de Invierno de Torrelavega (Teatro Concha Espina) la gira de 'El cuidador', la obra de Harold Pinter que interpreta junto a Alex Barahona y Juan Díaz bajo la dirección de Antonio Simón. Un personaje que él se toma como «un regalo».
–Esta noche despide en Torrelavega a 'El cuidador'. Háblenos de la obra y de su personaje.
–Es un texto de Harold Pinter de 1959. Su primera obra exitosa y está protagonizada por tres hombres que están en diferentes momentos vitales y en una situación muy precaria. El que yo represento es un indigente al que otro de los personajes recoge y lleva a su casa y establecen un tipo de relación con un tercero que podría definirse como una «rueda de cuidados» aunque al final no deja de ser un desencuentro. Y todo ello en un tono de comedia y de absurdo.
–La precariedad es uno de los problemas de la sociedad actual.
–Sí, junto a la incomunicación y la dificultad de convivir. Los tres protagonistas de 'El cuidador' sufren esa precariedad a la que Harold Pinter da un toque de humor.
–¿El teatro del absurdo supone un mayor reto para un actor?
–No es una obra propiamente del teatro de lo absurdo, aunque si mama de ese género. Se centra en dar forma e interiorizar las situaciones de estos personajes y sí que a veces es un texto complicado porque no se trata solo de memorizar sus palabras sino de darlas vida y transmitirlas. Pero cuando lo consigues es muy gratificante. Para mí ha sido un regalo este papel.
–Se le suele definir como un actor todoterreno. ¿Cómo es de firme ese terreno que pisa?
–A lo largo de los años uno ha ido haciendo su camino y he tenido la inmensa fortuna de pisar todos los terrenos por voluntad y por necesidad, porque al fin y al cabo soy un corredor de fondo. He hecho de todo, he trabajado con los más grandes de este país en todos los géneros y tanto en teatro, como en cine y televisión. Es mi trabajo y como tal lo he resuelto lo mejor que he sabido.
–Ha salido en algunas de las series míticas de televisión como 'El comisario' o más recientemente 'Venga Juan'. ¿Hay alguna de ellas que recuerde con especial cariño?
–Alguna me ha marcado más que otra. Por ejemplo 'El comisario' fue un trabajo de nueve años del que salieron grandes amistades que aún conservo. Tenemos un grupo de wasap y estamos en contacto porque a todos nos marcó mucho. Pero he pasado por muchas y siempre he dejado algo en cada una de ellas. Hay compañeros con los que la relación ha traspasado del trabajo y siempre voy a poder contar con ellos con lo que he ido creando un 'fondo de armario' maravilloso.
–Las series de ficción española siempre han sido punteras. ¿Las plataformas han venido a ayudar o a comercializar esa creación?
–El panorama ha cambiado mucho porque antes tenían un desarrollo muy distinto. Es muy difícil encontrar una serie de tan largo recorrido como las de entonces. En aquellos tiempos si tenían éxito se iban alargando las temporadas. Ahora eso prácticamente no existe porque en el mundo de la plataforma todo es más rápido. Tampoco tienen tanta trascendencia para nosotros los intérpretes a nivel popular porque cuando solo se veían en las cadenas generalistas te conocía todo el mundo. Ahora en las plataformas el público decide lo que quiere ver y el número de gente que te sigue es mucho menor por lo que el trabajo es más precario en el sentido de que no tienes la seguridad que te daba antes que te llamaran para una serie. Vamos saltando de aquí para allá y picoteando.
–Y volviendo al teatro, ¿será posible que llegue a las plataformas?
–Ya se hizo. Hubo un proyecto en una de las plataformas que grabó varias funciones de teatro y las emitió. A mí no me parece mal, al menos en la época que solo había una cadena, el espacio 'Estudio Uno' hizo que la gente supiera de teatro. Pero dicho esto, lo cierto es que es un espectáculo para ver en vivo ya que una de sus funciones es la de compartir ese momento único que ocurre en el escenario con el espectador porque eso que pasa en ese momento no va a volver a ocurrir nunca más ya que al día siguiente, aunque sea la misma función será otra cosa. Esa complicidad que tiene el teatro con el espectador es lo que le hace único y distinto.
–¿Recuerda sus inicios sobre el escenario?
–En la universidad y luego con compañías independientes. Era lo que llamamos el 'teatro furgoneta' porque nos pasábamos la vida en una de un sitio a otro. Pero lo que más recuerdo era la calidad de los textos que interpretábamos.
–Y ahora, ¿qué busca?
–Me dejo querer. He tenido la suerte de que me han llegado cosas muy interesantes sin que yo lo pretendiera así que me sigo dejando querer. Supongo que busco que me sorprendan. Por ejemplo, si hablamos de teatro, la obra me tiene que motivar y no solo el texto, también el autor o el grupo de gente con la que me voy a juntar. Sobre el escenario no me gusta hacer por hacer. Nunca trabajo en teatro para sobrevivir.
–Hablaba antes de la precariedad, algo que siempre se liga a su oficio.
–Sí. Es consustancial.
–¿Qué proyectos tiene?
–Pues lo que más me ocupa es la serie 'La promesa' que se emite a diario en TVE. Ahora mismo cuando me has llamada estaba estudiando el guión, pero también estoy preparando otra que se comenzará a grabar en breve. Además, en marzo, Jaime Chávarri estrenará su nueva película, 'La manzana de oro' en la que tengo la suerte de interpretar un papel.
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