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Autor de una obra calificada como «una bocanada de aire fresco entre lo clásico y lo vanguardista», su escritura está cargada de «humanismo» e indaga ... en clave filosófica diferentes temas aún hoy vigentes. Pese a ello, fue prácticamente olvidado por sus contemporáneos e incomprendido por la crítica. Ramón de la Serna y Espina (1894-1969) vivió toda su vida a la sombra de su madre, Concha Espina, y en ocasiones solapado por su homónimo, Ramón Gómez de la Serna. Novelista y dramaturgo, hijo mayor de la escritora cántabra, culto y políglota, es ahora objeto de una reivindicación plasmada en la aparición estos días de un volumen que recoge profuso material inédito.
La Fundación Santander, en su Colección Obra Fundamental, edita 'La torre invisible. Antología esencial', un volumen antologado y prologado por Daniela Agrillo, (Nápoles, 1984), doctora en Estudios Literarios, Lingüísticos y Comparados por la Universidad de esa ciudad italiana, que realizó la tesis precisamente sobre la figura del dramaturgo y al que ha dedicado varios artículos publicados en revistas científicas internacionales.
Ramón de la Serna y Espina nació en Chile, en una familia burguesa cuyo centro era su madre, la escritora Concha Espina. A los catorce años marchó a Inglaterra, cursó Filosofía y Letras en Madrid y amplió sus estudios en Alemania, donde frecuentó a artistas como Klee o Kandinski. A su regreso a España tradujo varias obras del alemán, entre ellas 'Lope de Vega y su tiempo', de Vossler, y 'Tipos psicológicos', de Jung.
El libro, que acaba de ver la luz, recoge uno de sus dramas inéditos, 'Boves', un canto a la libertad y el progresismo; 'Puente Rojo', cuento futurista que dejó sin publicar, y 'Chao', sorprendente novela psicológica que trasluce el interés del autor por el psicoanálisis. En sus colaboraciones en revistas y periódicos -entre ellos, El Sol, El Imparcial, la Revista de Occidente o El Mercurio chileno- se reveló como uno de los articulistas más audaces y heterodoxos de su época. Por ello las páginas incorporan también una selección de sus artículos, algunos de ellos inéditos.
Agrillo apunta en el prólogo de esta edición, que el propósito que obsesionó durante toda su vida a este intelectual de vasta cultura, fue «desvelar lo que hay detrás de la apariencia de las cosas, llegar a la esencia, a la verdad», y quizá fue ese espíritu de aventura lo que hizo que le pidiera a su atribulada madre que le dejara irse a Londres con unos amigos. Una de las grandes razones de haber quedado sumido en el olvido es que «no llegaba nunca a terminar sus trabajos ni a publicarlos, ni darse a conocer porque llevaba el extremo su deseo de perfección».
Alfredo Pérez de Armiñán, guardián del archivo de De la Serna en el que se encuentran novelas, teatro, miles de artículos y cartas que han permanecido olvidadas hasta ahora, señala que «el redescubrimiento como escritor» de Ramón de la Serna permite conocer «una obra literaria a caballo entre Europa y América, genuinamente hispano-americana pero marcada por las corriente estéticas de la Europa de entreguerras y por la extensa y cosmopolita formación filosófica y literaria de su autor».
En palabras del artífice literario de Fundación Banco Santander, Francisco Javier Expósito, recuperar a Ramón de la Serna y con este título «no es una casualidad», ya que «hay una conexión esencial» con la actualidad, que cree que «encaja con el pulso vital» de este autor.
Concha Espina salió de Mazcuerras con su esposo y tuvo a sus dos hijos, Ramón y Víctor, en Chile. Más tarde regresó a España y vivió inmersa en su carrera literaria, siendo candidata al Nobel. Su hijo siempre se alejó de sus familia y mantuvo una distante y tensa relación con la escritora. 'La torre invisible', presentada esta semana en la sede madrileña de la Fundación, es fruto de siete años de investigación de la estudiosa italiana.
«Ramón había decidido en vida que todo sus manuscritos fueran destruidos cuando muriera, pero su viuda no cumplió su voluntad y me encargó en 1980 que lo custodiara», ha relatado Pérez de Armiñán sobre el autor que nació y murió en Chile. Un escritor con «muchos perfiles» por el entorno familiar y social en el que vivió.
«De la Serna fue un intelectual fuera de lo común y tiene una pluma épica y sofisticada que sacude al lector. Fue un incomprendido por sus coetáneos y por su familia», en palabras de Agrillo.
Además de la sombra de Concha Espina, hay otros motivos que hicieron que se forjara una personalidad «complicada», como el hecho de marcharse de España a Chile en 1939 pese a que su familia «pertenecía al bando ganador» de la Guerra Civil.
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