EJuan Solo

Escritor

«Es fundamental que los lectores tomen partido con los personajes de una novela»

Cada vez que visita Torrelavega, y con esta serán cinco veces, Juan Solo (Madrid, 1969), se moja. Y no parece que esta tarde sea distinto. Lo que sí cambia es el tabajo que el escritor, actor y cómico presentará en DLibros (19.30 horas), su quinta novela: 'Los crímenes del Carrusel' (Planeta, 2024).

–Un caso imposible, dice que es el de la trama ¿Por qué?

–El arranque es la aparición de los cadáveres de dos niños, 22 años después de desaparecer, bajo el patio de la escuela. Esa noticia la lee en el periódico un agente literario, que como todos los personajes está entre lo que le viene bien y lo correcto, que es donde me gusta que estén. Uno de sus autores escribió una novela con un argumento similar y decide utilizarlo dando la mano a realidad y ficción para vender más. Ese es el planteamiento que da comienzo al desastre que se produce en la novela.

–¿Le gusta que los personajes tomen decisiones y que los lectores tomen partido?

–Sí. Es importantísimo. La empatía o la antipatía es fundamental. Es como la vida. No puedes ser una persona que pasa desapercibida. Tienen que despertar cosas en el lector o mal vamos. Si un lector lee una novela como esta y no le dicen nada, es que me he equivocado. Hay muchos personajes y el lector se verá reflejado en casi todos.

–Desde luego, ha creado un buen plantel de protagonistas

–Son 538 con un montón de personajes, que todos tienen relevancia. Creo que esto me viene de la parte de actor; odio cuando ves una película y un personaje de relleno y lo lamentas por quien tuvo que interpretar ese papel. Quiero que ninguno se pueda quejar y todos sean importantes para resolver el misterio. No hay nada superfluo.

–¿Cuanto trabajo previo hay de estructuración?

–Uff…Muchísimo. Soy una persona bastante metódica y desde niño, cuando me aficioné a Sherlock Holmes, me gustan los misterios. Y que no digas: qué tramposo el final.

–Trata de plasmar la identidad de la sociedad estadounidense. ¿Cómo llega a un rasgo que sea un denominador común?

–Es una sociedad muy grande, muy variopinta, con contrastes espeluznantes. Conozco los sitios que se mencionan en la novela, salvo el pueblo. Junto a las estrellas de la fama están los zombies del fentanilo. En el libro se ve la gran ciudad; Chicago, Boston, San Francisco, con otra América, no la rural, sino la de 'Twin Peaks', con muchos secretos de puertas para adentro. Y tienen acceso a las armas con total normalidad. Los crímenes que cuento solo podían ocurrir en Estados Unidos y refleja su concepto de defenderse por sí mismos. Tengo un amigo cuyo abuelo, es decir, muy reciente, se batió en duelo. Es algo muy presente.

–Plantea un paralelismo entre la investigación policial y la periodística. ¿La diferencia entre ellas es que una nace para ser contada y la otra no?

–Esa pregunta es muy buena. Diría que la investigación policial quizá no deba ser contada, porque si está en curso, hay cosas que conviene no revelar o cómo funcionan. La historia es un taburete que se apoya sobre tres patas; la del escritor protagonista, la investigación periodística y la policial, que llevaba atascada muchos años y solo con eso, habría quedado cojo. Tampoco solo con la periodística. Pero contando las tres, el lector va avanzando en la historia y a través de la periodista, atando cabos. Sería un mundo idílico aquel donde pudieran cooperar ambos, pero unos llegan donde otros no tienen acceso. Desde el principio he ido dejando piezas de un puzzle que cada uno va armando y a unas 70 páginas del final vas viendo la figura que se arma. Si alguien te entrega su tiempo libre, qué menos que tratarle con respeto.

–Lo de bautizar a un personaje como Harry Thaddeus Potter, ¿es un guiño a cierta saga?

–(Ríe) Claro, claro. De hecho, es un ayudante del jefe de policía, un chaval bastante torpe, al que recomiendan usar su nombre intermedio en lugar del principal. Es uno de los pocos guiños de humor ligero, porque el cómico que llevo dentro, no interfiere cuando escribo novela policiaca. Tengo la cabeza dividida en varias partes.

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