-kZsF-U230573355196NzG-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
-kZsF-U230573355196NzG-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
En las Naves de Gamazo de la Fundación Enaire se exhibe con gran éxito de publico la exposición antológica 'Una tirada de dados', de Chema ... Madoz (Madrid, 1958), comisariada por Borja Casani, que reúne fotografías, muchas de ellas de gran formato, y algunas composiciones escultóricas.
La relación entre fotografía y objeto escultórico, que plantea esta exposición, es muy importante porque señala que, en el fondo, las imágenes de Chema Madoz son siempre fotografías de esculturas, de objetos minuciosamente creados. La fotografía en blanco y negro es el medio que permite la distancia necesaria para que se cree todo tipo de vínculos analógicos, que son parte esencial de su obra.
Es muy reveladora la anécdota inaugural de su trabajo, relatada por el propio Chema Madoz. De muy niño, fue a aprender a leer y escribir a casa de una señora que reunía a sus alumnos en la mesa de la cocina. Pero, cuando llegó, ya estaban todos los sitios ocupados. La señora le puso una banqueta y le abrió la tapa del horno, que se transformó de inmediato en una mesita.
En sus fotografías nos estalla en la cara algo que estaba muy cerca, pero que nuestros esquemas lógicos no nos habían dejado ver. Son sorpresas instantáneas, emergencias, que, como en el humor, atentan contra las cadenas de la causalidad lógica. No hay historias, no hay desarrollo diegético, no hay lógica, no hay lenguaje, lo que hay es una intensa complicidad con el espectador planteada al margen del universo simbólico. Nos ofrece un mundo de imágenes poéticas en el que parece que se ha roto toda normativa, en el mismo sentido en el que la poesía lingüística necesita atentar contra el orden del lenguaje. En sus obras hay cadencias que nos recuerdan a las metáforas, las metonimias, las paradojas, las sinestesias, porque pertenecen al mismo territorio de relaciones analógicas. Son obras que se «entienden» de un solo golpe de vista, pero sobre las que se podría reflexionar durante horas.
Vemos una chistera del que salen cuerpos geométricos, y podríamos pensar en que el lugar de la magia, donde debería haber un conejo o una paloma, ha sido ocupado, inesperadamente, por el pensamiento lógico, por los cuerpos reglados. Siempre Chema Madoz se saca un conejo de la chistera, pero ahora lo sorprendente, lo paradójico, lo que plantea una nueva vuelta de tuerca es que aparezcan objetos matemáticos, nuevamente imprevisibles: es la imagen de la sorpresa dentro de la sorpresa. Pero ¿es la chistera de un prestidigitador, o es el sombrero elegante de un banquero al que le gusta el orden, el pensamiento medido, geométrico, una persona que tiene el cerebro cuadriculado? ¿O, tal vez, nos habla de que, en la cumbre de nuestro sistema cognitivo, representada por el elegante sombrero, está el pensamiento matemático? ¿O es la chistera de un señor muy serio que, en el fondo, es un niño que quiere jugar con cuerpos geométricos? Probablemente el propio Chema Madoz no sabría qué decirnos, cuál es la interpretación correcta de estas obras sin título. Quiero pensar que ha tenido una iluminación, una surgencia, un chispazo (eureka, serendipia) que ha necesitado ser dibujado lentamente para ser concretado en unas formas no sometidas a la causalidad lineal del lenguaje, sino inscritas en las relaciones primitivas, inconscientes, de causalidad mágica, poética. Trabajado para ser traído a tierra concretado en una imagen ambigua que invite a sonreír y a trabajar al receptor.
Hay algunos motivos que se repiten, la música, los relojes, el humo, el agua, los reflejos, las nubes, la escritura como objeto, temas recurrentes bastante inmateriales, esquivos. Es como si tratara de materializarlos obsesivamente a pesar de habitar un universo imaginario, como si fueran seres que vivieran en la frontera de la vigilia y necesitara soñarlos.
Son obras que parecen nacer de una mirada inocente, incontaminada, posada sobre los secretos de lo cotidiano, sobre lo que percibimos y no vemos, que abre las puertas secretas de las sorpresas que se esconden en los objetos cercanos. Chema Madoz cuestiona la funcionalidad del objeto, los mecanismos que unen la forma y la función, la cadena de las causas y los efectos. El objeto conocido ha renunciado a su naturaleza, ha estallado.
Una vez nombrados, había quedado definida la forma de percibirlos, hasta que la mirada de Chema Madoz ha roto la estructura que los aprisionaba. Su obra es una demostración inequívoca de que, también durante la vigilia, se puede pensar por medio de imágenes que son susceptibles de relacionarse, manipularse, sufrir metamorfosis, gozar de encuentros sorprendentes.
Se ha dicho que la aparición de lo extraordinario en el marco de lo familiar define lo siniestro. Pero también sabemos que el espacio del arte y el del humor, los territorios en los que se mueve la obra de Chema Madoz, son antídotos contra la aparición de lo siniestro. Son obras llenas de buen humor, de carcajadas silenciosas, de grandes sonrisas en las que las relaciones analógicas inesperadas, el pensamiento inconsciente básico estalla, rompe las ataduras de la luz de la razón que recorre el camino lineal único del pensamiento lógico, para crear nuevos nexos. Nos encontramos con constantes saltos laterales, bailes en un espacio abierto, relaciones insospechadas, guiños cómplices.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.