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«Cuando paso por ese cartelito que dice San Quintín en La Magdalena, allí donde se alzaba la casa santanderina del maestro de las letras españolas, me dan ganas de hacer lo mismo que el personaje Estupiña de 'Fortunata y Jacinta', quien al pasar frente al lugar donde estuvo la iglesia de Santa Cruz se persignaba en señal de respeto». Las palabras expresadas en un artículo del escritor Germán Gullón publicado por este periódico son reveladoras de la solemnidad y admiración que despierta el autor de 'Fortunata y Jacinta'. Y, sin embargo, una ciudad estrechamente ligada al narrador canario, Santander, ha dejado al autor realista de los Espisodios nacionales en el olvido, cuando no en la indiferencia.
Raquel Gutiérrez Sebastián, profesora del departamento de Filología de la Universidad de Cantabria e integrante de la Sociedad Menéndez Pelayo, es una de las personalidades más significadas y activas a la hora de reivindicar el cordón umbilical nada fugaz ni baladí entre el escritor y la capital cántabra.
En las últimas semanas de su comisariado se ha ultimado una iniciativa expositiva que se postula como el epicentro de la contribución desde Cantabria al Centenario la muerte de un escritor (Las Palmas, 1843-Madrid, 1920) cuya principal aportación a la cultura española fue «inventar una imagen moderna del ser humano, que superaba la forjada a base de los arquetipos mentales y dualidades predominantes desde el Renacimiento: razón y corazón, mente y emociones, espíritu y cuerpo».
Bajo el epígrafe 'Benito Pérez Galdós, ilustre santanderino' la muestra, ya preparada para su exhibición cuando se supere la crisis sanitaria, se exhibirá en la Biblioteca Central de Cantabria. Una propuesta patrocinada por la Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte a través de la Dirección General de Acción Cultural, y organizada por la Sociedad Menéndez Pelayo.
El objetivo esencial radica en trazar «un panorama de la vida cultural santanderina de finales del XIX, de las vivencias de Galdós en nuestra ciudad, de sus amistades literarias y del mundo cultural de la época».
La exposición propone de este modo «un viaje del espectador a San Quintín», la residencia galdosiana en Santander, configurada por imágenes de su trazado arquitectónico, fotografías de sus visitantes ilustres, cartas y telegramas, objetos de la época, así como cuadros y retratos del novelista y sus amigos.
La muestra se divide en varias secciones, y la última de ellas será un homenaje al intelectual e investigador, Cronista Oficial de Santander, Benito Madariaga de la Campa, fallecido recientemente, «galdosista de honor y una de las personas que más ha contribuido al conocimiento del novelista canario en Cantabria».
Precisamente, a la generosidad de la viuda de Madariaga, la también investigadora Celia Valbuena, se debe la inclusión en la muestra de elementos como la máscara funeraria del novelista, algunas primeras ediciones de sus obras y otros objetos de interés.
La Sociedad Menéndez Pelayo también cederá fondos para la muestra, así como la Casona de Tudanca , uno de los epicentros de la edad de plata de la cultura española.
La comisaria de la exposición, la profesora Raquel Gutiérrez Sebastián considera que, frente a otros proyectos más globales y con mirada de Estado, la esencia de la iniciativa se plasma en un homenaje de la ciudad de Santander al que fue uno de sus visitantes más ilustres.
A esta exposición, cuando el calendario quede fijado definitivamente, le acompañarán una serie de visitas guiadas y diversos actos conplementarios como la conferencia de Pedro Álvarez de Miranda, académico de la RAE, que tendrá lugar en el salón de actos de la propia Biblioteca Central, en principio, en el mes de mayo. Esta charla lleva por título 'Pérez Galdós y la Academia'.
Asimismo se realizarán otros actos de homenaje en la Casona de Tudanca, también bajo el patrocinio de la Dirección general de Acción cultural y con la colaboración de la propia Sociedad que lleva el nombre del polígrafo cántabro. El trayecto pavimentado por Galdós en Santander se inicia en 1871 cuando viaja por primera vez a la ciudad y conoce a José María de Pereda.
A partir de ahí decide veranear en Santander desde ese año hasta 1917, tres años antes de morir. En 1877 estudia los primeros planes para comprar una casa en la capital cántabra hasta que adquiere terreno en el que construye 'San Quintín', que sería inaugurada en 1893. En Santander además escribiría numerosas obras como 'Los condenados', 'Nazarín', 'Doña Perfecta' (teatro), Zumalacárregui, Mendizábal, De Oñate a la Granja, Luchana, La campaña del Maestrazgo, La estafeta romántica, Vergara, Montes de Oca, Los ayacuchos y Bodas reales (todas ellas ligados a los Episodios nacionales, tercera serie). También 'Las tormentas del 48' y 'Narváez', perteneciente a los Episodios nacionales, cuarta serie), entre muchas otras.
Desde 1913 cuando fue propuesto para el premio Nobel se sucede la escritura en Santander de otras obras como 'Celia en los infiernos' (teatro), 'Sor Simona' y 'La razón de la sinrazón' ( última novela). El 29 de septiembre de 1917 viaja a Madrid y ya no volverá a Santander. Tras firmar 'Santa Juana de Castilla '(última obra de teatro) en 1918 moriría dos años después en Madrid el tres de enero.
Las huellas de este itinerario alimentarán la exposición santanderina sobre el escritor. Además vendrán a completar los contenidos de la muestra que dedicó la Biblioteca Nacional a Benito Pérez Galdós bajo el epígrafe 'La verdad humana', dando cuenta de un mundo en transformación que va forjando la polifacética personalidad del escritor canario que con sus obras y aportaciones públicas incidirá, a su vez, en una nueva manera de entender la realidad moderna.
Los espacios íntimos, la luz de los exteriores, la naturaleza, las tertulias, los trabajos y las publicaciones galdosianas se alternaron con el árbol genealógico de Pérez Galdós: «Sus primeros años en Canarias; el primer amor; sus aficiones pictóricas; la llegada a Madrid y el aprendizaje en el Ateneo; el magisterio de Giner de los Ríos; su experiencia como periodista; la influencia que sobre él ejercieron las lecturas de Balzac, Dickens o Mesonero Romanos; su primeras novelas y su evolución como escritor hacia estilos cada vez más personales y versátiles; también sus amistades con Menéndez Pelayo, Clarín y Pereda; su perfil de hombre político y su deriva hacia el republicanismo; los amores con doña Emilia Pardo-Bazán y con la madre de su única hija; su papel como renovador del teatro español; la gran despedida nacional que se le dispensó tras su muerte; y el posterior silenciamiento de una figura magna de nuestras letras que, actualmente, vuelve a ser revisitada por escritores y escritoras actuales muy relevantes....».
En Madrid, como en Santander, se ha pretendido trazar el retrato de los rostros de un escritor, un intelectual, un ser humano inquieto y lúcido, que vivió las ideas para reinventar las vidas.
El Ateneo de Santander y el Aula de Cultura de El Diario celebraron precisamente esta semana un acto sobre la influencia de las mujeres en los personajes de Benito Pérez Galdós, encabezado por la máxima especialista del novelista, Yolanda Arencibia. La creación de sus personajes y las mujeres con las que se relacionó vertebraron un debate en el que participó la profesora Raquel Gutiérrez.
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