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Gerardo Diego y José María de Cossío, 1933. Fotografía enviada al poeta santanderino desde París el 14 de marzo de 1933. [Archivo de Gerardo Diego, Madrid]. ricardo e. molinari
Gerardo Diego y José María de Cossío, un encuentro clave para 'la red social' de la poesía

Gerardo Diego y José María de Cossío, un encuentro clave para 'la red social' de la poesía

La Fundación santanderina conmemora con 'Libros para Amigos' un siglo de la cita en Tudanca entre el poeta y el polígrafo

Guillermo Balbona

Santander

Domingo, 12 de julio 2020, 07:47

«Le veo a usted en su casa de Tudanca, entre una tibia brisa de membrillos y nogal pulimentado, trabajando en cosas bellas por el día, y durmiendo un lento y dulce sueño de oso por las noches». Estas palabras del poeta Federico García Lorca forman parte de una carta de 1927 dirigida al polígrafo y académico José María de Cossío. Pero podrían citarse cientos de extractos y fragmentos de misivas de nombres como Jorge Guillén, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, Miguel Artigas, José Bergamín, José Caballero, José de Ciria y Escalante, Pancho Cossío, Juan Gris, Vicente Huidobro, Juan Larrea, Alfonso Reyes, Ignacio Sánchez Mejías, Miguel de Unamuno... En estos trayectos, entre visitas e intercambios intelectuales, amistades y voces compartidas, la figura de l poeta y Premio Cervantes Gerardo Diego adquiere la categoría de activista esencial y nexo como luego demostró la historia. Este mes se cumple un siglo de una cita clave en el contexto historiográfico de la poesía española y sus frutos generacionales. Gerardo Diego y José del Río Sainz 'Pick' hacen una excursión desde Reinosa hasta Tudanca recreando la ruta de la novela de Pereda, 'Peñas arriba', para visitar a Cossío en su casona. «Era la primera vez que se encontraban José María y Gerardo».

Desde ese primera cita, «aquellos dos chicos de ventipico años con intereses literarios, musicales, artísticos, y taurinos, conectaron enseguida e iniciaron una relación basada en la amistad y en el 'trabajo gustoso'».

Ahora la Fundación Gerardo Diego, en su sede santanderina, ha diseñado una muestra conmemorativa configurada por una pequeña selección bibliográfica que pretende reconstruir la relación entre Cossío (1892-1977) y Diego (1896-1987) durante los años veinte y treinta y, a su vez, «recordar la influencia que sus ideas y trabajos tuvieron en la configuración del grupo de jóvenes poetas que hoy llamamos generación del Veintisiete». Bajo el epígrafe 'Libros para Amigos', la muestra celebra los 100 años de ese primer encuentro el 18 de julio de 1920 en Tudanca.

En paralelo, se cumple una centuria del proyecto editorial personal de Cossío: «La colección 'Libros para Amigos', en la que publicaron sus poemarios autores de las generaciones anteriores como Unamuno, pero también sus compañeros de generación como Alberti o el propio Diego». El proyecto supuso la oportunidad para Cossío y sus amigos de hacer lo que más les gustaba: «Visitar imprentas, corregir pruebas, preparar los envíos y dedicatorias de ejemplares..., es decir: rodearse de libros y amigos. El deseo de Cossío era ayudar a los jóvenes poetas de su generación y pensaba». Lo que revela este entramado de pasiones compartidas, complicidades en gustos y querencias, reflejado en publicaciones, cartas y escritos, es que se estaba fraguando la verdadera 'red social' de la poesía española emergente.

Visitas guiadas

  • En datos La Fundación Gerardo Diego organiza la muestra bibliográfica 'Libros para Amigos' para celebrar el primer encuentro entre el poeta (1896-1987) y José María de Cossío (1892-1977), el 18 de julio de 1920 en Tudanca. También se cumplen cien años del proyecto editorial personal de Cossío: la colección Libros para Amigos

  • Convocatoria Tres visitas guiadas a la muestra con cita previa. Una hora de duración. Lunes 20, 17.30 ; Martes, 21, 12.30 ; y Jueves, 23, 12.30 horas. Correo electrónico biblioteca@fundaciongerardodiego.com o en el teléfono 942 231 675. Uso obligatorio de mascarilla. Para 5 personas.

La muestra propone, a través de una selección de libros procedentes de la biblioteca personal del autor de 'Manual de espumas', y algún documento de su archivo, «un recorrido por la relación entre los dos jóvenes escritores a lo largo de las efervescentes décadas de los años 20 y 30, una relación de amistad basada en proyectos conjuntos en torno a la defensa de la poesía española 'nueva' de esos años y a la recuperación en clave moderna de la poesía de los siglos anteriores».

El objetivo de la selección es mostrar cómo se fue configurando «una red de amigos y colaboradores, de 'espíritus contemporáneos' en gustos, que hoy llamamos generación del Veintisiete, intercambiando ideas y compartiendo trabajos a través de un medio muy querido para ellos, el impreso: colecciones, revistas, antologías, poemarios, plaquettes, ilustraciones». Cuando se conocieron en julio de 1920, Diego acababa de publicar su primer libro, 'El romancero de la novia', escrito bajo la influencia de Juan Ramón Jiménez; y ya estaba escribiendo poemas vanguardistas que iba dando a conocer en las revistas ultraístas Cervantes y Grecia. Desde abril vivía en Soria donde era catedrático de Lengua y Literatura castellanas.

Por su parte Cossío también escribía poemas y estaba ultimando 'Epístolas para amigos', también su primer libro, con el que iba a inaugurar la citada colección. Desde ese encuentro hace un siglo, inician una relación basada en la amistad, los libros y la poesía. Uno de los escenarios más especiales de la relación fue la Casona, «donde los amigos se refugiaban para conversar sobre poesía, curiosear en la biblioteca que atesoraba la casa, escribir y dar paseos disfrutando de la naturaleza».

Descubrir una égloga

A través de la pasión filológica se construyó este vínculo intenso y fértil. Como escribió Cossío a Diego en 1925: «Realmente, nuestra literatura no está ni medio espigada», había mucho por descubrir y rescatar. En el verano de 1919, el poeta santanderino descubrió en la Biblioteca de Menéndez Pelayo el manuscrito de una fábula barroca desconocida sobre el mito de Alfeo y Aretusa, copió el poema y redactó un ensayo para presentarlo como trabajo de investigación en sus oposiciones a las cátedras de los institutos de Gijón y Soria. Fue su primer trabajo sobre poesía barroca. Las cartas que se escribieron los dos amigos en los años veinte y treinta transmiten el entusiasmo con el que compartieron sus lecturas de poesía española de siglos anteriores. Y cómo, a través de esas «exploraciones lectoras», descubrieron poemas ocultos o autores olvidados. Su descubrimiento más conocido es el de una égloga del poeta del Siglo de Oro, Pedro Medina de Medinilla, durante una estancia de Diego en Tudanca en 1924.

Entre los hechos y acontecimientos sucesivos de esa red y sus consecuencias destaca por encima de todos, por supuesto, el III Centenario de la muerte de Luis de Góngora, cuando la «joven poesía» puso en marcha en ese 1927 una serie de actividades para reivindicar la obra del poeta barroco. «Gerardo Diego propuso un plan de publicaciones en el que Cossío se encargó de la edición del volumen dedicado a los Romances de Góngora, y el propio Diego recopiló La Antología en honor a Góngora desde Lope hasta Rubén Darío», epicentro del 27.

La red social poética se fue tejiendo con pequeños intercambios de ayudas como «préstamos de libros, encargos de copias de poemas, consultas bibliográficas, además de escribir reseñas en revistas sobre las publicaciones del amigo».

En realidad una 'constelación de amigos': «Escritores, periodistas, impresores, bibliotecarios, editores, pintores, incluso toreros y ganaderos».

Del 'bello desorden' a los proyectos «en comandita»

Durante las décadas 20 y 30, «desde el 'bello desorden' de sus mesas de trabajo, desde bibliotecas, o juntos en Tudanca», Gerardo Diego y José María de Cossío trabajaron «febrilmente» enfrascados en mil y un proyectos: En ese periodo, Diego fue publicando sus libros de poesía, de 'Imagen' (1922) a 'Versos humanos' (1925), de 'Fábula de Equis y Zeda' (1930) a 'Poemas adrede '(32), entre otros; coordinó la colección de ediciones para celebrar el III Centenario de la muerte de Góngora en 1927, creó y dirigió su revista 'Carmen' (más su amiga y suplemento Lola) (1927-1928), y preparó para la editorial Signo su famosa Antología de poesía española de 1932.

Cossío, además de ocupado con su proyecto editorial personal, la colección con once títulos entre 1920 y 1928, «estaba enfrascado en proyectos de largo recorrido» como el dedicado a los 'Sonetos portugueses' (1933) o su antología de poesía de temas de toros (1931); y en ediciones de poetas de siglos anteriores como la de las 'Poesías inéditas de Alberto Lista' (1927), los 'Romances de Góngora' (1927), o de fábulas para la colección la Rosa Blanca de Cruz y Raya. Y como muchos de sus compañeros del 27, tuvo su propia revista: 'La Revista de Santander' (1930-1933). «En comandita» trabajaron en la corona poética dedicada a Enrique Menéndez Pelayo, en el libro de poesías de Unamuno, o en la égloga de Pedro Medina Medinilla, estos tres publicados en Libros para Amigos, o en las ediciones del libro de José del Río Sainz Pick, 'Versos del mar y otros poemas' (1924-25). Además, de enviar multitud de colaboraciones, caso del Boletín de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, La Revista de Occidente o Cruz y Raya, e impartir conferencias.

Diego y Cossío trabajaron desde la periferia: «Santander, Valladolid, Soria y Gijón; y al tiempo conectados con los centros: París, Lisboa, Madrid, Buenos Aires; o retirados en su «arcadia» del valle del río Nansa»: la casona de Cossío fue un pequeño refugio humanista en medio de la naturaleza. La Biblioteca Nacional, la de Menéndez Pelayo o la de Tudanca; la Librería Moderna de Benigno Díez, en Santander, la librería de viejo de Gabriel Molina de Madrid, o un rincón de libros viejos en Novales eran «sus espacios más queridos, lugares perfectos para sus lecturas y hallazgos».

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