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Acaban de cumplirse sesenta años de la muerte de la prácticamente desconocida fotógrafa alemana Marianne Gast, quien fuera durante 16 años mujer del artista Mathias Goeritz. El Archivo Lafuente y el Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS) han querido rendirle un ... homenaje con una exposición y la presentación de un catálogo. La doctora en Historia del Arte por la Universidad de la Sorbona de París, Leonor Cuahonte, acaba de viajar a Santander para visitar la exposición y participar en la presentación del catálogo. Experta en Mathias Goeritz, acaba de iniciar el estudio de la obra de su mujer. «Marianne compartió su vida con un artista que creía que era un Dios. Yo lo comparo con Picasso, un personaje egocéntrico, convencido de que era el mejor». Una situación complicada y difícil, y aunque no cree que Mathias eclipsara el trabajo de Marianne, está convencida de que «tampoco le motivó». Por eso, opina que «después de abandonarlo, si no hubiera muerto tan joven, a los 48 años, hubiera expuesto su trabajo y eso le hubiese permitido ser más conocida».
'La evolución de la cámara fotográfica ha condicionado una estética propia. Ya no existen luchas de competencia entre pintura y fotografía, especialmente desde que el campo llegó a enriquecerse con la visión abstracta'. Quien firma esta frase es Marianne Gast. Nació en Alemania y completó su formación académica en Inglaterra y Francia. Trabajó para la prensa alemana como reportera y fotógrafa y en 1941, cuando era secretaria de la embajada de Alemania en España, conoció a Mathias Goeritz, artista alemán con quien contrajo matrimonio un año después. Vivieron en Marruecos, España -pasaron temporadas en Santillana del Mar- y México. «Marianne tuvo dos papeles importantes en su vida», explica la historiadora. Primero, catalogar la obra de su marido. «No sé si surgió de forma espontánea, pero su trabajo fue importante a la hora de dar a conocer la obra de su marido en todo el mundo», apunta Cuahonte. El segundo papel, «aunque menos conocido», dice, fue lo que captó con su cámara, su obra personal que no llegó a exponer nunca, pese a que estuvo al frente de galerías de arte. «Desconozco si fue porque no se le ocurrió o porque su marido le dijo ¡ni se te ocurra!», añade Cuahonte. Y es que, según relata la historiadora, Mathias escribió en una ocasión una carta a un amigo donde relataba que una revista americana había fotografiado su obra «y Marianne aprovechó para tomar unas fotos. Esta frase demuestra cuál era el aprecio de Mathias al trabajo de su esposa como fotógrafa».
Las biografías de Marianne y Mathias se encuentran unidas no solo porque vivieron juntos casi dieciséis años. La obra de Goeritz no se hubiera difundido de la misma manera si ella no la hubiera documentado fotográficamente. Y, por otro lado, él fue quien difundió los primeros datos biográficos de Gast tras su muerte en 1958. Lo que más llama la atención de la fotografía de Marianne Gast son «los pequeños detalles de la imperfección de las cosas», explica la historiadora. Así, si mostraba una pared enseñaba la parte desconchada y si eran tuberías, la zona más roñosa.
Otra faceta desconocida de la fotógrafa alemana es la de escritora. «Hay artículos suyos sobre todo de la época en la que vivió en París: reportajes turísticos», explica Cuahonte. De su época en Santillana del Mar quedan 122 fotografías, una veintena de las cuales se han publicado en el libro de Lafuente Ferrari.
«Mathias y Marianne utilizaron lenguajes diferentes. Él era un artista completo que empezó en la pintura y continuó con la escultura para finalizar en la arquitectura y ella fue solo fotógrafa». Por eso, no cree que el trabajo de Mathias eclipsara el de Marianne, aunque reconoce que no le motivó suficiente para darle a conocer, protagonizar una exposición o tener más reconocimiento. «Él le dejaba hacer fotos, pero eso no es suficiente». Esta historiadora cree que «Marianne vivió detrás de su esposo, como compañera, no como artista. Y cuando abandonó a Goeritz no tuvo casi tiempo para hacer nada más. Murió muy joven, con 48 años, víctima de un tumor cerebral», concluye.
La atracción de Leonor Cuahonte por la obra de Mathias Goeritz llegó cuando finalizó sus estudios de Historia del Arte y el director de su trabajo de investigación le propuso hacer un proyecto sobre un artista abstracto, muy desconocido en Francia. ¿Qué le sorprendió? «Me sorprendió cómo conservó un mismo lenguaje durante toda su vida. Fue un autor coherente de principio a fin, con un mismo lenguaje. Al finalizar su trabajo descubrió que Goeritz «era un soñador, relativamente místico que pensaba que el arte ayuda a nuestro espíritu a conducirnos hasta Dios».
¿Quién es el Mathias Goeritz del siglo XXI? «Hoy sería un ciberartista que trabajaría en internet». ¿Y Marianne? «Es más difícil de saber. Lo que sí creo es que si hubiera vivido unos cuantos años más hubiera expuesto su obra», explica.
Para Leonor Cuahonte la fotografía «permite captar un momento para que las generaciones futuras lo puedan apreciar. Uno toma una fotografía para volver a verla o enseñársela a los demás». Ella no es aficionada a la fotografía: «Sólo hago fotos en los cumpleaños», añade. De momento, sigue indagando en la vida y obra de Marianne Gast. «Es un personaje muy interesante que da mucho por investigar sobre su vida personal y profesional, sobre la que hasta ahora ha habido pocos intentos», concluye la historiadora mexicana.
Marianne Gast (Alemania, 1910-1959) vivió siempre a la sombra de su marido el artista Mathias Goeritz. Fue traductora, galerista y profesora de idiomas, aunque su faceta como fotógrafa fue la que más tiempo le ocupó. Gast practicó la fotografía del paisaje, el retrato y la fotografía etnográfica, pero se especializó en arquitectura y obras de arte y, aunque no se conoce ninguna obra de su estancia en París, parece ser que también fue fotógrafa de moda y prensa. En su última época su forma de mirar estuvo influenciada por las vanguardias europeas. Buscaba los detalles: fragmentos de pared, vías de un tren... Incluso en sus primeros trabajos o en su estancia en Santillana del Mar, su mirada pasa de lo general al detalle.
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