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Hay un 'Google Maps' anterior a las nuevas tecnologías. Experimentos visuales, técnicas y expresiones artísticas configuran una radiografía y cartografía del mundo. Uno de los epicentros más singulares, específico y definido, es el referido a las ciudades. La atracción por la imagen reproducida de la ... ciudad posee muy variados orígenes y un proceso de concreción largo y complejo que se extiende «desde las fascinantes vistas corográficas del siglo XVI hasta el google maps». Hoy, en pleno siglo XXI, la precisa representación de la imagen urbana sigue fascinando: «Las tecnologías de reproducción urbana de las que disponemos actualmente no dejan de despertar sorpresa y admiración en el espectador, a pesar de formar ya parte indisoluble de nuestra vida cotidiana». Son las imágenes de satélite, ortofotografías y cartografías trazadas con GPS las que constituyen la «actual definición visual de una ciudad virtual que sigue despertando el interés y la curiosidad por comprobar el grado de detalle alcanzado en la representación urbana de la era digital».
Ahora bajo el epígrafe de 'Imago urbis. Las ciudades españolas vistas por los viajeros (siglos XVI y-XIX)' recala en Santander una muestra, prevista durante todo el mes de octubre, que convertirá el Palacete del Embarcadero en un espacio que recorre e ilustra esa larga tradición de la representación de ciudades. Aunque ya existían algunos ejemplos antiguos y medievales, serán los primeros experimentos con la perspectiva visual, en el Quattrocento, los que marquen el nacimiento del retrato de ciudades como género artístico definido. Este nuevo género de la retratística urbana se irá desarrollando a partir del siglo XV, «siempre en paralelo a las nuevas herramientas matemáticas de representación del espacio, siendo un ejemplo de colaboración equilibrada entre la ciencia y el arte». La estrecha relación entre «la técnica y la visión artística» exige del artífice unos recursos profesionales específicos que no estaban al alcance de la mayoría de artistas y que, en muchas ocasiones, demandaban una sólida formación.
Hoy clausura Hoy domingo concluye 'Secuencias de la Transición. España, 1975-1979', organizada por la Autoridad Portuaria. Fondos del Archivo Lafuente. Una cita en colaboración con la UIMP.
Desde el 4 de octubre 'Imago urbis. Las ciudades españolas vistas por los viajeros (XVI-XIX)'.
Desde el 31 XV aniversario del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas.
Desde el 29 de noviembre Certamen Tipos 2019. Diseñadores nacionales e internacionales.
A lo largo de más de cien obras -entre libros ilustrados, estampas, acuarelas, dibujos y óleos- se podrán contemplar los pioneros repertorios de vistas de ciudades en el Renacimiento y el Barroco, es decir, Braun, Münster, Lavanha, Colmenar, Texeira, para pasar después a los tiempos de la Ilustración, caso de Villanueva, Ponz, Laborde, Bradford, Murphy, Brambrila y a la nostálgica mirada de los viajeros románticos como Locker, Lewis, Roberts, Gail, Vivian, Girault de Prangey, Pérez Villaamil, Doré.
Finalmente, la aparición de la fotografía, Clifford y Laurent, y los primeros viajes en globo, Guesdon, junto a la expansión industrial burguesa, transformarán la percepción de la ciudad tradicional, completando este fascinante viaje visual y literario por la iconografía urbana española, «un género artístico aún fragmentariamente conocido y que permite -como pocos- pasear por los paisajes históricos».
En pleno siglo XXI la tecnología digital permite al espectador 'viajar' virtualmente por lejanas ciudades y fascinarse ante los detalles de las reproducciones urbanas de la era digital. Pero fueron esos primeros experimentos renacentistas con la perspectiva visual los que marcaron el nacimiento del retrato de ciudades como género artístico definido. «Las pintorescas ciudades históricas españolas serán revisitadas incansablemente, creando un repertorio de vistas urbanas basado en la mirada del otro: el viajero, el editor o el dibujante extranjero».
Con el objetivo de «analizar la evolución de la imagen artística de las ciudades españolas desde el siglo XVI hasta la aparición de la fotografía» se concibe la muestra 'Imago urbis'. La propuesta que se exhibirá en Santander, se nutre del importante fondo de libros ilustrados de viajes, estampas, dibujos o acuarelas que conserva el Museo de Bellas Artes de Asturias, aunque completado con fondos procedentes de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, la colección de obra gráfica de la Universidad de Cantabria, la Biblioteca de Asturias 'Ramón Pérez de Ayala', la Biblioteca de Menéndez Pelayo, Archivo Lafuente y varias colecciones particulares.
La muestra, organizada por el Museo de Bellas Artes de Asturias y el proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades 'Culturas urbanas en la España Moderna (siglos XVI-XIX)' (universidades de Cantabria y Oviedo), ha sido comisariada por los catedráticos de Historia del Arte Luis Sazatornil y Vidal de la Madrid.
El nuevo género artístico fue impulsado desde mediados del siglo XVI por el desarrollo de la imprenta y el éxito comercial de los incipientes compendios cartográficos y los 'libros de ciudades', transformándose en una importante especialidad editorial. Pero, dentro de este panorama de éxito generalizado de la imagen urbana en la Europa de la Edad Moderna «habrá algunas excepciones destacadas». Una de ellas, es la península ibérica, en cuyo territorio «no prendió con tanta fuerza el nuevo género artístico. De hecho, las primeras cartografías y corografías de ciudades hispanas (y la mayoría de las realizadas del siglo XVI al XVIII), se debieron a iniciativas foráneas (fundamentalmente flamencas)».
En España, la autorrepresentación de los paisajes urbanos no llegará prácticamente hasta el siglo XIX (con algunas notables excepciones de iniciativa regia en el XVIII). Los estudios revelan que sin burgueses, nobles o banqueros que generasen una demanda interna, «la animación de la iconografía urbana de las ciudades españolas quedará depositada casi exclusivamente en la mirada del otro».
La principal y más grave consecuencia de este déficit artístico es una importante merma en el conocimiento histórico de algunas ciudades de la península ibérica. Salvo aquellas excepciones en que hubo un interés defensivo directo, conservamos relativamente pocas planimetrías y vistas anteriores al siglo XIX y, de las que tenemos, buena parte están ejecutadas por artistas foráneos que no conocían la ciudad y que, por tanto, están sujetas a errores de interpretación visual. Frente al amplio conocimiento histórico del aspecto de muchas ciudades centroeuropeas o italianas, donde un verdadero ejército de artistas nos ha legado visiones muy minuciosas, apenas podemos reconstruir el tejido urbano de las ciudades españolas más destacadas.
Esta situación empieza a corregirse, precisamente, en los años finales del siglo XVIII y muy especialmente en las primeras décadas del XIX y por esta razón, cada nuevo descubrimiento en la iconografía urbana española supone una gran aportación.
La experiencia moderna de la ciudad se ha convertido en un tema multidisciplinar de enorme actividad e interés a nivel internacional. El punto de mira es estudiar la experiencia de la ciudad como «espacio semiótico», en un ámbito científico que ha ido agrupándose bajo el título de «estética de la recepción» e internándose en la investigación sobre la «experiencia de la ciudad» y la «legibilidad de la ciudad» desde los márgenes de varias disciplinas, que van de la historia literaria a la historia de las representaciones.
No obstante, el estudio de la imagen urbana de las ciudades españolas en la época moderna no ha recibido, hasta la fecha, una atención global, ni desde el ámbito científico de la historia del arte, ni desde el de la historia moderna. Se han realizado algunos valiosos estudios parciales, bien de ciudades concretas, caso de Santander, -junto con Sevilla, Bilbao, Valladolid, Madrid, Gijón, Vigo, San Sebastián-, bien de artistas o autores de repertorios (Braun, Wyngaerde, Texeira, Paret y Alcázar o Mariano Sánchez), bien de tipos de ciudades o bien de momentos precisos (como las ciudades en la España de la Ilustración o en el XIX).
No obstante, los expertos consideran que «falta una visión de conjunto que permita trazar el itinerario visual de las ciudades españolas a lo largo de la época moderna. Una visión global permitiría análisis horizontales (en el espacio) o verticales (en el tiempo), con estudios comparativos entre ciudades españolas en un momento preciso u observando la evolución formal de cada una de esas ciudades a lo largo de los siglos.
La muestra en Santander, desde el próximo viernes estará reforzada con obras puntuales que potencian esta panorámica a través de algunas colecciones particulares, caso del Archivo Lafuente, Javier Gómez Martínez y Juan Antonio Torcida.
La agenda de actividades culturales por el XV aniversario del IIIPC incluye una exposición con los hallazgos e hitos arqueológicos más relevantes de los últimos años, así como con las investigaciones y proyectos más innovadores. Para ello la entidad propondrá un recorrido por los trabajos realizados en varios yacimientos y cuevas de Cantabria que tienen el reconocimiento de patrimonio mundial por la UNESCO. Entre ellos, Altamira, La Garma, El Pendo, Covalanas, Monte Castillo, Hornos de la Peña o Chufín. El itinerario continúa por la Cornisa Cantábrica y la Península Ibérica hasta Francia, Portugal o Croacia, para terminar en Israel, Taiwán o La Patagonia. Todo ello mediante una serie de recursos audiovisuales, mapas interactivos y experiencias virtuales, que plantean al usuario un auténtico viaje en el tiempo.
Exposiciones, conferencias, charlas, mesas redondas, visitas guiadas y actividades artísticas complementarán la cita tendrá de noviembre en diferentes puntos de la región: Santander, Santillana del Mar, Puente Viesgo, Villaescusa, Ramales, entre otros.
Más de 14.000 personas han visitado en el espacio portuario la exposición Secuencias de la Transición. España, 1975-1979, organizada por la Autoridad Portuaria, en colaboración con el Archivo Lafuente y la UIMP, que se clausura hoy domingo. Fondos documentales del Archivo Lafuente, entre los que destaca por su aportación el de Tino Calabuig, han alimentado esta propuesta.
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