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Película Una giornata particolare
Año 1977
Duración 105 min
País Italia
Dirección Ettore Scola
Guion Ruggero Maccari y Scola
Música Armando Trovajoli
Fotografía Pasqualino De Santis
Reparto Sophia Loren, Marcello Mastroianni, John Vernon, Françoise Berd
Género Drama
Salas Filmoteca UC. Náutica. Jueves. Ciclo
Lo íntimo en lo universal. La grandeza de la historia pequeña, privada y anónima frente a la Historia supuestamente sabida y compartida. Lo que el tándem configurado por Sophia Loren y Marcello Mastroianni construye es un ecosistema elegante de soledad sonora y de necesidad del ... otro: entre la emoción y la confidencia, un fragmento de vida sobre una terraza de Roma. Son Antonietta y Gabriele y cuando la vida se cierra sobre sí misma asoma más luminosa, como ajena a lo que creemos importante y no lo es. Una mezcla entre 'Breve encuentro' y un fragmento fugado de un filme de Bergman pero italianizante. Quizá el milagro es que 'Una jornada particular' es el retrato de una pareja accidental que no lo es. Y de ahí el elogio, la atmósfera, la conversión del melodrama en una ensoñación pasajera, huidiza, siempre luminosa. Ettore Scola siempre supo combinar lo pequeño y lo grande, el espacio acotado y el escapismo como fruto de una metáfora sobre el tiempo y la historia. En 'El baile', una de sus obras maestras, como en 'La familia' o en 'La cena', encierra el mundo en un lúcido y transparente territorio, humanista y melancólico. En ese piso romano dos personas, en la misma jornada en la que todo parece alumbrar la llegada de Hitler en visita oficial a la capital italiana, viven un encuentro entre lo azaroso y lo predestinado. Una madre de familia numerosa y un disidente político homosexual se conocen en un paréntesis que se antoja oasis, una historia imposible cerca del cielo. La sutileza de cineasta de 'El demonio de los celos' se traduce en silencios y miradas donde empieza y termina el mundo. Precisamente ese equilibrio de dimensiones contrapuestas es donde Scola brilla, en una especie de imágenes que parecen una nota sostenida, tan sencilla como inabarcable, tan emotiva como condenada a ser fugaz. Esa música militar que tapa la rumba del baile de la pareja, la intimidad a modo de resistencia frente al ruido de la calles del fascismo y los ecos radiofónicos donde suenan el Duce y el Führer. El poder interpretativo de Mastroianni retumba por todo los poros de una película delicada con el contrapunto de una Loren magistral. En la complicidad, en la puesta en escena sobria y leve crece una historia que sigue conteniendo un material humano imperecedero: el de escuchar y ser escuchado. El de adentrarse en el otro y en uno mismo a salvo de prejuicios, hipocresías y convencionalismos.
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