Gruber: La línea de la palabra, las voces del dibujo

Con su nueva novela en el equipaje, el regreso del veterano artista es fruto de este encuentro entre el pintor que apela a la palabra y el narrador oculto que se revela en la acuarela, en la línea y en el dibujo. Ahora Gruber protagoniza una de las muestras más importantes de su ya densa trayectoria.

Marco, el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, albergará desde el próximo día 27 como arranque de su nueva temporada, la reciente creación de Gruber plasmada en una iconografía muy diferenciada, reflejada en series, en una instalación, en un libro de libros, en libros de artista, todo ello hasta conformar 'El salón de los espejos' donde pueden obtenerse los reflejos de los distintos mundos que habitan en la obra del pintor que escribe y del escritor que pinta.

Y entre esas diferentes sendas un territorio común: el desvelo del proceso creativo y la necesidad de contar el mundo. Y una obra significativa que ilustra la esencia de artista, la serie 'Femme fatale. Amores platónicos', en la que retratos y vidas, figuras reales y vidas recreadas, realidad e imaginación se funden en un vínculo de obra sobre papel y texto narrativo..

La exposición tendrá lugar en la primera planta del MARCO, Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, entre el día 27 de este mes y el 5 de enero de 2020, y está comisariada por Miguel Fernández Cid, a su vez director del centro de arte vigués.

'El salón de los espejos', producida por el propio Museo que abre así la temporada, es una exposición que reúne una selección de dibujos y obra sobre papel reciente de Gruber (Santander 1949). En su conjunto, incide, subraya y desnuda la relación entre «literatura, pensamiento e imagen», tan presente en su obra como «la pasión por la metáfora».

Una selección muy cuidada, a modo de «pequeño salón de afirmaciones, ecos y reflejos», que incluye series como 'A flor de piel' (2017) o la citada 'Femme fatale. Amores platónicos', abordada el pasado año, material que permite «percibir el modo de trabajar de un artista que, desde la pintura siempre tienta la obra total».

Es necesario recordar ahora cómo Gruber hace diez años aseguraba: «Ha tardado unas décadas, pero la realidad hace más profético a Duchamp». Entonces emprendía una vuelta de tuerca más radical al dibujo, protagonizaba en apenas una temporada, tras un año sabático, hasta cinco exposiciones nacionales, y apelaba a la reflexión y a la diversidad de lenguajes creativos. «En el arte no creo en términos como frescura, espontaneidad y menos relacionados exclusivamente con la juventud. Puede ocurrir y ocurre, que sea precisamente la madurez la que te permita acercarte a planteamientos, que en otros momentos de tu trayectoria parecerían impensables».

Gruber, que sabe detenerse cuando la reflexión no tiene ecos, y comparecer cuando la inquietud pide comunicación, escribe novelas, se mueve en el espacio, lo arquitectónico y la pintura, y mantiene su fidelidad a ese juego de estudio/observación y experiencia.

Hace dos años con 'Purgatorio' reunía aproximadamente quince obras de muy diversos formatos: grandes óleos, dibujos, un guiño escultórico -el cisne 'Diez comensales', elaborado con diferentes materiales, figura ahora recobrada- y otra decena de acuarelas y dibujos.

Y en sus 'Utopías' mostradas en Bilbao se certificó la irrevocable función arquitectónica de su dibujo. Una mirada fragmentada y a la vez rehecha para simular espacios mayores, y permitir que aparezcan imágenes figurativas de realismo denso. La incorporación de letras y títulos sobre el dibujo construyendo vínculos referenciales, es un ejercicio recurrente de Gruber que ahora adquiere otra notoriedad en su muestra de Vigo donde lo literario, la nómina interminable de una biblioteca infinita se plasma en obra sobre papel que arropa ese salón suyo con espejos literarios.

Las señales gráficas surgen para refrendar su carácter de escritura descriptiva, articulada como parte esencial del dibujo. Y, como se ha destacado, la caligrafía está diseñada con sumo cuidado en la obra, integrando sus trazos en ella, describiendo otras sustancias del dibujo, que a su vez puede ser leído y contemplado.

El azar atraviesa los espacios que componen el universo de sus nuevas creaciones. El propio Gruber, cuya curiosidad, lecturas, inquietud y búsqueda incesante lo traduce en una construcción fragmentada hasta dar con un microcosmos cultural, plástico y literario.

En este caso confiesa cómo una borrosa imagen de un combate aéreo de la Segunda Guerra Mundial hizo que, sorprendentemente, se encontrara absorto reflexionando obsesivamente sobre el azar y la suerte. O cómo un enlace en internet lo condujo a una página titulada 'femme fatale', y descubrir 'Justice &Pólice Museum', con imágenes de los archivos de los años veinte del siglo pasado de lo que se denominaban 'women prisoner'.

Decenas de fichas policiales, en que los rostros de mujeres de todas las edades fotografiados con una inquietante y desgarradora nitidez, estaban acompañados con un escueto texto.

Un hallazgo que se convirtió en necesidad de contar otra historia sobre ellas, que lejos de concebirla como ficticia la imaginó como posible si la «buena suerte» hubiese aparecido en sus vidas.

Y Gruber precisa: «No podía ser que esos rostros, fotografiados en ese preciso instante quedaran como única muestra de su paso por la increíble vivencia anónima que cada ser humano ha aportado en su tránsito por nuestra historia».

El resultado es 'Femme fatale-amores platónicos', la serie de nueve obras sobre papel con técnica mixta (acuarela, carbón, grafito o collage) que une, en este caso, su trabajo como artista plástico al de escritor 'oculto', a través de otros tantos relatos cortos que acompañan de una forma indivisible a cada una de las obras hasta formar un todo.

Mary Harris, Eileen O´Connor, Jean Wilson, Alice Clarke, Dorothy Mort, Clara Randall, Phyllis Carmier 'HUME', Nellie Cassidy y Annie Gunderson, cuya elección surge de lo que cada uno de sus rostros le inspiró, «rostros cansados, tristes», creación singular que cierra en Marco el trayecto trazado por Gruber.

Pero en su 'salón de los espejos', un mundo creativo de obra reciente (cronológicamente más de dos años) cabe también la obra sobre papel fundamentada en la improvisación, las acuarelas, dieciséis, y la serie dedicada a anotar de manera anárquica, libros y autores de su propia biblioteca; hasta esa Ulises y María Celeste y ese cisne, que abrirá la muestra, animal simbólico atravesado por tenedores de alpaca.

Singularidad, trabajo interior, voluntad de cambio, un trabajo que, mantiene su pulso contra los hallazgos fáciles y las lecturas epidérmicas y contra la autocomplacencia. Gruber ha vuelto con esa apuesta radical por el factor humano donde desentraña lo primario de la creación pictórica y nunca olvida que espacio y arquitectura han forjado otros pilares de su labor.

Gruber, que en paralelo ya ha abordado su cuarta novela (aún inédita), una trayectoria con la escritura que se inició con 'El devorador íntimo', deja ahora este certificado de su fructífero universo emocional, mental y reflexivo 2a partir del dibujo, la pintura y el texto».