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El periodista Ramón Lobo (Venezuela, 1955) presentó ayer en la Feria del Libro de Santander y Cantabria 'El día que murió Kapuscinski' (Círculo de Tiza), un hecho que anunció «el hundimiento de una forma de entender y vivir el periodismo, ... la llegada de la crisis económica y de internet». La novela arranca el 23 de enero de 2007 con la llegada del reportero Roberto Mayo a Mogadiscio, capital de Somalia, mientras el veterano reportero polaco agonizaba en un hospital de Varsovia. A lo largo de las páginas del libro, Lobo recorre los principales conflictos que han sacudido el planeta desde finales del siglo XX -Somalia, los Balcanes, el Líbano, Afganistán, Irak, Libia y Siria-, muchos de los cuales ha cubierto en su dilatada carrera como corresponsal de guerra.
Lobo explica que la novela surgió poco después de morir Kapuscinski porque él, igual que su protagonista Mayo, aterrizó en Mogadiscio cuando estaba muriendo. Reconoce que las tecnologías tienen sus luces y sombras para el periodismo. De un lado, han facilitado la transmisión de información -«antes se tardaban dos o tres días en enviar un telex», recuerda- y hoy con un click envías texto, fotos y vídeo, «un lujo». Además, «los periodistas tenemos acceso a una biblioteca universal en la que puedes encontrar cualquier cosa», añade. En el otro lado, «España es un país en el muchos jefes se creen que saben lo que está pasando en el mundo desde su despacho y cuando estás en Afganistán te cuentan lo que está ocurriendo allí. Quieren que repitas lo que cuenta la BBC y yo me pregunto para qué voy a contar lo mismo si trabajo para un periódico español». Para Lobo, el problema radica en que «han llegado a las jefaturas de los medios de comunicación gente con mentalidad gerencial, más preocupados del dinero que de las historias».
Ramón Lobo no eligió ser corresponsal de guerra. «Llegué a El País en el momento oportuno porque los primeros quince años de mi carrera hice radio, guiones, economía... Después empecé a viajar, pero mi mentalidad ha sido siempre la de disfrutar el momento y no comerme el coco con lo que puedo o no puedo hacer». Como corresponsal de guerra, reconoce que ha sido un trabajo apasionante. «La broma sería decirte que lo mejor ha sido estar lejos de mis jefes. Pero, en serio, lo mejor ha sido la posibilidad de contactar con gente que no tiene nada y te regala todo. Te regala su historia, su vida, su tiempo... A mis 64 años tengo la sensación de que mi vida está hecha, lo que considero un privilegio del que muy poca gente puede disfrutar». Y ahora se encuentra en una etapa de «subir nota». La otra cara de la moneda es que a pesar de conocer historias maravillosas, «a veces tengo la sensación de que a nadie le importa y que no sirven para cambiar nada». Su miedo fundamental es el de no saber contar una historia.
Este veterano periodista arrastra su pasión por esta profesión desde que era muy pequeño. Recuerda que uno de las personas que influyó en su decisión fue el periodista vizcaíno Bernardo Arrizabalaga. Fue en ese momento, con 14 años, cuando trasladó a su padre su intención de ser periodista: «Le molestó mucho porque era franquista. Pero yo pensé que si le molesta, mejor». «Me pasé toda mi vida en guerra con mi padre, incluso continuó cuando murió». Fue con su libro 'Todos náufragos' con el que llegó el final de la guerra «contra una autoridad y una educación represiva».
No duda en contestar que el periodismo está «mal» pero como cualquier otra profesión. «Estamos en un momento de cambio, en mitad de la polvareda que se crea después de una explosión», dice Lobo. Cuando se pase la polvareda aparecerán las oportunidades. En este punto, cita a Darwin que dijo que no sobreviven las especies más fuertes o inteligentes, sino las que se saben adaptar.
Ante la pérdida de credibilidad del periodismo, Lobo recomienda «bajarse de los coches oficiales de los dirigentes políticos porque no es nuestro sitio. Nuestro lugar está con la sociedad a la que tenemos que contar historias, gusten o no gusten». En este sentido, considera «que la credibilidad no se recupera haciendo campaña a favor del PP o del PSOE o diciendo mentiras. Nuestro trabajo no es repetir las mentiras, sino denunciarlas». Hoy continúa escribiendo. Tiene dos en marcha, en una de ellas sigue hablando sobre su padre.
Terminamos la entrevista hablando de la situación de Venezuela, que Lobo tilda de «confusa». Reconoce que «hay más sentimientos y desinformación que información». «Había un golpe en marcha previsto para el día 2, pero Guaidó y López se han precipitado. Maduro sale más debilitado, pero el problema es que no hay puentes para buscar una solución dialogada. En este escenario, la Unión Europea y España deberían crear ese puente».
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