«De haber vivido ahora, Camille Claudel sería más reconocida gracias al feminismo»

Zuleika Esnal explica que la protagonista de esta obra -un espectáculo unipersonal, escrito por Hugo Barcia, dirigido por Manuel Callao y producido por las compañías argentinas El Descubridor y Radio Gráfica- es «una mujer que solo quería esculpir sus obras en libertad» y que ha pasado a la historia por ser la amante secreta de Rodin, pero que como otras tantas tenía muchas cualidades para brillar por si misma. «Estuvo encerrada en dos sanatorios durante 30 años sin estar loca, porque no lo estaba tal y como les decían los médicos a su madre y a su hermano que se propusieron encerrarla para siempre. Ella solo quería esculpir sin saber que a la larga, eso le iba a quitar su libertad», lamenta Zuleika Esnal.

Recuerda que «empezó como alumna de Rodin, luego fue su asistenta y acabó convertida en su amante durante casi 16 años. Una relación que ella misma cortó porque él estaba casado y no tenía intención de terminar con su esposa. -continúa- Curiosamente y aunque fue ella la que dejó al artista la consideraron loca y la encerraron en el manicomio. Entonces era fácil decir que las mujeres estaban locas cuando no hacían lo esperado».

En los últimos años varios escritores y cineastas han recuperado la figura de esta artista, «pero hay muchísimas otras mujeres que pese a su importancia siguen siendo invisibles. Poca gente sabe que la primera persona que reveló una foto en color fue una mujer y que la primera programadora informática también fue una mujer. Últimamente se han estrenado películas sobre Camile Claudel, pero hasta hace nada no había un museo sobre ella, tan solo alguna sección en el de Rodin, pero nada más. A mí me enorgullece pensar que si hubiese vivido en esta época sí hubiese tenido el lugar que se merece en la historia gracias al feminismo».

¿Y quién es Zuleika Esnal? «Una mujer que hubiera podido ser Camile Claudel de la misma forma que Claudel podría ser Zuleika» responde sin dudar. Se siente actriz, escritora pero, sobre todo, una feminista orgullosa de formar parte del Colectivo de Actrices Argentinas que, entre otras cosas, «hemos luchado por la legislación del aborto en nuestro país», dice. Una creadora que se siente representada por el pañuelo verde, símbolo de este colectivo, «que es hijo del blanco que lucen las madres y las abuelas de la Plaza de Mayo», afirma.

Aunque es autora de varios libros, relacionados con el feminismo, e imparte clases de inglés e italiano «para poder vivir» se siente fundamentalmente actriz porque tal y como asegura: «Soy muy inconstante en la vida, hasta en el amor, pero de las únicas cosas que no me bajo es del oficio de actriz y de viajar. Creo que la interpretación es algo maravilloso y que a mí me ha servido para no enloquecer. Una es lo que es y no creo que sea casual las cosas que digo en el escenario».

También dice sentirse muy honrada cuando se le considera referente del feminismo, «pero me gusta más decir que soy compañera y que lo que yo hago también lo puedes hacer tú. Todas podemos ser y somos referentes». Su último libro, 'Bitácora', que ha presentado esta semana en Barcelona aprovechando su gira por España, trata precisamente sobre esto. «Es un grito al aire porque me indigna cuando en Argentina me preguntan dónde están las feministas con cada cosa que pasa. Bueno, en verdad es algo que se preguntan los comentaristas de la televisión porque en los barrios humildes en los que me muevo, ahí si saben donde estamos. Posiblemente en donde no están ni la policía, ni la justicia, ni los políticos», lamenta. Y de paso expone que ya está muy aburrida de las cosas que escucha en relación a las mujeres: «Hemos avanzado mucho, pero desgraciadamente siempre se nos va a cuestionar. Hace 500 años no acusaban de brujas y nos quemaban en las hogueras simplemente porque sabíamos leer y escribir. Hace cien años nos metían en la cárcel por querer votar y ahora, en casos como el de la manada de Pamplona, nos cuestionan si los sonidos de auxilio que emitimos al ser violadas son suspiros de placer. Es terrible, pero lo positivo es que por fin hemos salido a la calle y hemos aprendido a que juntas conseguimos más cosas que separadas», dice.

Tras su gira por España con esta obra «que me tiene enamorada casi tanto como el personaje» volverá Buenos Aires a seguir trabajando, a empezar un nuevo proyecto teatral y a reivindicar el papel de las mujeres. Lo hace en un momento de cambios políticos y elecciones presidenciales en Argentina. «Casi fibrilo con los resultados de la primera vuelta, porque me preocupa mucho el avance de la extrema derecha en mi país. Parece que no han obtenido el éxito que esperaban y esto es una buena noticia que en el fondo se debe también a la lucha de las mujeres porque el feminismo tiene una honestidad que no tiene ningún partido del mundo», concluye.