Manuel Sáenz-Messía, fundador del simposio
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Manuel Sáenz-Messía, fundador del simposio
«Hacemos Sianoja por pundonor ya que quisieron quitárnoslo y no supieron o pudieron»En los próximos diez días, ocho pintores de distintas procedencias convertirán a Noja en epicentro del arte contemporáneo. Raffaella Busdon de Italia, Giorgi Baramidze de Giorgia, Khalid el Bekay de Marruecos y Harumi Miyatsuka de Japón, junto a los españoles Tatiana Blanqué, Luis Bertos, Guillermo ... Oyagüez y la cántabra Nieves Moriano componen la nueva edición de 'Sianoja', un simposio creado hace 23 años por Manuel Saénz-Messía.
–¿Qué destacaría de la edición que comienza ahora y cuáles son las expectativas?
–En cuanto esta edición en sí, destacaría la renovada presencia de una artista de Japón. Harumi a la que conozco desde hace años y estaba deseando poder invitar. La presencia de artistas japoneses siempre es interesante pues desde su distancia cultural tienen algo diferente y profundo que aportar al simposio. En cuanto a otros asuntos, expectativas incluidas, este año yo ya había anunciado que no seguiría realizando Sianoja si no cambiaba la situación. La Asociación de Amigos de Sianoja dispone de muy pocos medios, y la implicación de la empresa de la Galería Espiral, no puede seguir asumiendo tanto trabajo gratis. Pero no es sólo una cuestión financiera, es social, política y cultural. De tal manera que, siendo año de elecciones municipales, y sabiendo que durante estos seis últimos años la Colección Municipal de Sianoja ha dormitado, despreciada desde un primer momento por la Corporación Municipal, no estaba dispuesto a continuar aportando un gran esfuerzo sin una nueva colaboración municipal. Sianoja es un proyecto realizado para que sea un municipio su auténtico beneficiario. Una actividad artística de calado que pone en el mapa de la cultura a la villa de Noja y que además genera un patrimonio. La Asociación ha servido para seguir adelante, para sentirnos apoyados y para dar una respuesta a la ignorancia y la estulticia. Expectativas hay, y en su caso habrá que estudiar las opciones. Yo no pretendo monopolizar este proyecto y habrá que ampliar el equipo y dar paso a otros y si está de ser, acabar incorporando la parte de la Asociación en una Fundación conjunta con el Ayuntamiento.
–¿Qué va a ver el público que se acerque estos diez días al Hotel Torre Cristina?
–El Hotel está sólo abierto para la realización del Sianoja. Está dedicado en pleno para hacer que los artistas y ponentes invitados se sientan casi mejor que en sus casas. Una de las maravillas que los artistas viven en un simposio es que no tienen que ocuparse de nada más que de su propia creación. Eso hace que se produzca una especial intensidad en el trabajo, a la vez que el desenfado propio de una reunión de amigos. Los visitantes tienen la oportunidad de ver en directo el proceso de creación desde el primer día. Los verán pensando, o en plena faena, peleándose con una dificultad, discutiendo con el resto de artistas posibilidades, haciendo esbozos, tomando apuntes del paisaje, preparando un lienzo… Todas estas tareas normalmente ocultas al gran público. Así es como colarse a un gran taller, o a la cocina del arte.
–Usted también es artista, imagínese que tuviera que retratar el ambiente que se va a desarrollar en el simposio con un par de pinceladas, ¿qué remarcaría?
–Los momentos de suma creatividad que ocurren de repente. Donde de pronto se pierde la noción del lugar. Todo el mundo está metido de lleno en su obra y, a la vez que hablan, sin la noción de ser escuchados, cantan, sonríen ante un repentino acierto, o se ríen desenfadadamente de sus ocurrencias o de las ajenas. Una situación en la que se ha recuperado la soledad del estudio a pesar de ser conscientes de que hay un montón de gente alrededor. No sabría decir si es capacidad de ensimismamiento o eclosión catártica.
–¿En qué se diferencia Sianoja de una residencia artística de las muchas que se celebran en todo el mundo?
–La principal diferencia es que no es sólo una residencia de artistas, es también un foro de arte y cultura, en el que se da voz a los diferentes protagonistas del arte contemporáneo y tratamos de mostrarlo desde múltiples puntos de vista: críticos e historiadores de arte, coleccionistas, directores de museos, filósofos, matemáticos, poetas, actores… y los mismos artistas, que suelen hacer presentaciones de su trabajo y trayectoria. Así Sianoja es también un lugar de debate e intercambio, un laboratorio de ideas, un gran lugar de comunicación e información del que han surgido multitud de proyectos y colaboraciones. Hay en otras residencias actuaciones o conciertos, pero no conocemos ninguno en el que se hagan ponencias, conferencias o clases magistrales, que quedan además reflejadas en los catálogos de Sianoja creando un archivo documental de gran relevancia. También se diferencia en que los artistas no solicitan admisión, no aplican como se dice ahora, tienen que ser invitados. Hay una serie de premisas: diversas generaciones, diversos orígenes, diversas maneras de entender y producir arte. No hay estudios individuales. La selección es muy intuitiva tratando de generar grupos que funcionen. Maldita palabra de artista, Este cuadro funciona, este cuadro no funciona. Memoria, corazón, conocimiento o intuición.
– Este año los ocho artistas residentes son pintores. ¿La ausencia de otras disciplinas es una casualidad o fruto de una tendencia internacional?
–En este caso no es casualidad es principalmente una cuestión económica. Hacer escultura implica preparar un espacio para ello, a cubierto en lugar abierto. Implica materiales, herramienta, maquinaria y espacio donde guardarlo o exponerlo. Con la fotografía ocurre algo parecido. Hay que editarla, montarla, guardarla en condiciones idóneas. Desde que trabajamos sin presupuesto previo estamos muy limitados. No creo que sea una tendencia, aunque creo que ha bajado un poco la presencia de la fotografía respecto a los años anteriores. En escultura es lo contrario, hay más escultura que nunca, incluso mucha obra que en principio son instalaciones se han vuelto esculturas, o así me parece a mí.
–¿Cómo ha elegido a los participantes de esta edición?
–Como ya he dicho la selección es muy intuitiva. Hay unas pautas. Y hay un fondo de solicitantes, pero también hay muchas proposiciones directas que se hacen sin que se haya solicitado. La idea principal es crear un grupo, adaptándonos a los medios de los que podemos disponer. Por otro lado son muchos años y muchos artistas de muchos países, no necesariamente punteros en el mercado del arte, y eso va haciendo un poso de algo un poco especial.
–¿Cómo es la convivencia entre ellos?
–La convivencia a lo largo de tantos años ha sido no buena sino excelente. Ha habido alguna situación, digamos anómala, que se ha solucionado casi sola. Cada artista es un mundo, pero puedo decir claramente que ha prevalecido lo común y el espíritu de Sianoja, por encima de diferencias. La tónica general es que los integrantes del grupo de cada año se hacen amigos para toda la vida. Cuando ves las relaciones que tantos y tantos artistas siguen teniendo a pesar del tiempo y las distancias es muy impresionante.
–Hace ya 23 años que se propuso convertir a Noja, una pequeña villa alejada de las grandes urbes, en un punto importante para el arte contemporáneo por medio de este simposio del que siempre ha recalcado la palabra internacional. Si echa la vista atrás, ¿ha conseguido sus propósitos?
–Ha habido claramente dos periodos bien diferenciados, cuando trabajábamos para un Ayuntamiento y no sólo hacíamos un simposio internacional sino que se hizo todo un desarrollo en relación con la Colección y con los artistas. Había en Noja una sala donde exponer y creamos otras tres. Algunos veranos hemos llegado a montar ocho y nueve exposiciones.
Todo el verano había un programa expositivo que ya quisieran muchas ciudades. Al simposio venían a trabajar en directo cada año entre 12 y 15 artistas que además entregaban al municipio un montón de obras. También se convocaban ponentes y actividades muy diversas desde un gran marco de cultura heterodoxa. Había financiación municipal y se gastaba el dinero en hacer de Noja un hito cultural. Ahí están las hemerotecas, el archivo de Sianoja y su colección de libros donde se da testimonio de cada acto. A partir de 2018 todo cambió. Seguimos haciendo el simposio por pundonor, porque quisieron quitárnoslo y no supieron ni pudieron. Intentaron nuestro desprestigio atacando su propio patrimonio. Que pena. Mucha gente nos pidió que siguiéramos y eso hicimos. Creo que se debería de haber convertido en Fundación en su momento y no se hizo. Espero que algún día se haga, uniendo los fondos que ha ido creando la Asociación Amigos de Sianoja con los municipales.
–¿Ha tenido muchos obstáculos en el camino? Durante 17 años Sianoja estuvo vinculado al Ayuntamiento de la villa, una relación que concluyó en 2017. ¿En algún momento temió por la desaparición del Simposio? ¿La reciente celebración de unas elecciones regionales y locales suscitan muchas incógnitas?
–Sí, claro que ha habido muchos obstáculos que fundamentalmente ya hemos señalado. Y claro que pensamos que su desaparición iba a ser inevitable, y entonces se abrió una ventana. Llegó de forma inesperada de la mano de Joaquín Cano y su familia quienes nos ofrecieron muy generosa y temerariamente, -yo pensé, ¡hay más locos por el arte!- hacerlo en el Hotel Torre Cristina, que es una empresa familiar. No nos lo podíamos creer. Todo cambió. Ellos hicieron posible lo imposible. Con eso y la subvención del Gobierno de Cantabria, cuyo apoyo ha sido constante, podíamos tirar hacia adelante. Y así ha sido. Ha habido y hay otros colaboradores, el más veterano, Ámbito Cultural El Corte Inglés de Santander que nos apoya desde la primera edición, y otros tantos y además, muchísima gente del mundo del arte y la cultura, que nos han alentado y dado fuerzas para seguir luchando. Otro momento capital fue en 2021, con la pandemia, en ese momento de crisis el homenaje que nos hicieron los artistas que habían participado en Sianoja, organizado por Mara Pardo de Voila Estudio y el artista Guido Velasco que dirige el programa Pinceladas en Cantabria Televisión, fue además de tremendamente emotivo, el detonante para que no tiráramos la toalla. Y desde luego, muy especialmente, hay que destacar el respaldo de El Diario Montañés con Guillermo Balbona a la cabeza. Para nosotros, para la difusión de Sianoja, para darnos voz, es un apoyo capital y Guillermo Balbona nos sorprende muchas veces expresando, bastante mejor de lo que nosotros sabemos hacerlo, lo que es Sianoja y su importancia en el panorama cultural de Cantabria. Mil gracias a todos. En cuanto a las elecciones locales y regionales, abren incógnitas pero también esperanzas. Confiamos que el nuevo gobierno local sea más sensible a la cultura y al patrimonio artístico.
–La Colección Sianoja se compone actualmente de 407 obras. Uno de sus objetivos era la creación de una fundación que albergase todas estas obras. ¿Cómo va ese proyecto?
–Como he apuntado lo suyo es que sea una fundación conjunta con el Ayuntamiento de Noja que ha sido hasta 2017 el beneficiario de las donaciones de las obras realizadas en esas ediciones. Este gran patrimonio, más el generado desde 2018 debería ser gestionado como un conjunto. Habría que retomar este proyecto y si no es posible pensar en otras opciones.
–¿Cree que el público en general es consciente de la importancia de esta colección?
–Pues creo que no, porque no se ha dado a conocer suficientemente. Antes hacíamos exposiciones de las obras de diferentes años en la Sala Náutica de la Universidad de Cantabria y en los diferentes espacios municipales pero desde 2017, esas obras en su mayor parte viven enterradas en un almacén. Los artistas sí son conscientes de ello y se extrañan de tener semejante patrimonio escondido. Nos preguntan constantemente por ello.
–Permitir que el público conozca el arte contemporáneo directo, desde el principio de su creación, es una de las metas del encuentro internacional. ¿La gente ha perdido la vergüenza de acercarse al Hotel Torre Cristina para ver, mirar y preguntar a los creadores?
–Pues la verdad es que bastante. El primer año de celebración en el Hotel Torre Cristina todos nos preguntábamos si se iban a acercar. Y, en cuanto se enteraron del cambio, paulatinamente comenzaron las visitas. Es cierto que se celebra en unas fechas en las que no está el grueso de los veraneantes, pero hay muchos incondicionales que se acercan cada año y vienen expresamente a ver qué se está cociendo en cada edición. No sólo han perdido la vergüenza, por las preguntas que hacen a los artistas, por como se mueven entre ellos, se ve que han aprendido mucho. Eso es una gran satisfacción. Sin embargo hay que seguir sembrando, especialmente entre los más jóvenes.
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