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Soy muy lento escribiendo, muy indeciso, muy inseguro, muy corrector... La poesía necesita honestidad y calma». Una biografía: Del Madrid castizo a Santander y el mar. De escribir en los bares a la poesía en la radio. De cigarritos y hiedra a Hierro en Nueva York. Una Antología: De 'Tierra sin nosotros' a 'Cuaderno de Nueva York'. De 'Vino' a 'Vida'.
«Le recuerdan quienes le conocieron caminando deprisa, enérgico, apurado, con una premura que resultaba a veces impostada. Iba y venía, eléctrico, nervioso: hacía muebles, pintaba, cocinaba… Lo mismo escuchaba a Schubert que paseaba, aéreo, por el campo, o recitaba a Lope y a Machado. ¿A dónde corres, Hierro?, le preguntaban, sonriendo, sus amigos. Imponía, es cierto, esa presencia suya, hierática y fibrosa, su aspecto de viejo boxeador, de caudillo otomano, de forzudo de circo: la calva rojiza, puntiaguda, el bigote poblado, los ojos vivarachos y unos rasgos –la nariz, la barbilla, pronunciadas ojeras– parecería tallados en madera. Prevalecía en todo caso un aire sencillo, afable, maneras campechanas, toscas en ocasiones –ese refugio inconfesado de la timidez–, que ocultaba un íntimo refinamiento. Unas manos poderosas, de gestos expresivos, y una voz de locutor de radio, mullida y modulada y que podía ser también atronadora».
Este es el arranque del perfil humano, creativo y literario de José Hierro en el volumen 'Vida': el Premio Cervantes, el Año Hierro, el autor que se desnudó en 'Cuanto sé de mí', la voz silenciosa pero sonora que regresa con 'Agenda', el poeta que funde respiración y poesía y reúne todas las despedidas posibles en 'Cuaderno de Nueva York'. «Después de todo, todo ha sido nada (...) después de tanto todo para nada».
No existían biografías publicadas sobre el gran poeta de Cantabria. Ahora entre los estertores del Centenario de su nacimiento y la conmemoración en este final de año del vigésimo aniversario de su fallecimiento (3 de abril de 1922, Madrid, 21 de diciembre de 2002) sale a la luz 'Vida' (Biografía y Antología de José Hierro), editado por Nórdica, que se postula como un libro de referencia para conocer los orígenes, la evolución y la obra del autor de 'Libro de las alucinaciones'. Hierro reflejado para ser redescubierto y leído no solo como excepcional poeta, sino como artista que dominó el dibujo. Un volumen, profusamente ilustrado con fotografías, retratos, manuscritos, obra plástica y poemas, abordado por el escritor y periodista Jesús Marchamalo, más una amplia selección de poemas, artículos periodísticos, relatos... recopilados por el poeta cántabro Lorenzo Oliván.
En Santander «nació su hermana Isabel y la familia se trasladó varias veces de domicilio: de la calle Carvajal al Sardinero, cerca de La Cañía, después a la cuesta de la Atalaya y, finalmente, a la calle Vargas. A los seis años, el pequeño Pepín se matriculó en el Colegio de los Salesianos. Era, cuentan de él, un niño tímido, reservado y de pocos amigos, pero también alegre y vivaz...».
De 'Llegué por el dolor a la alegría' a 'Qué mas da que la nada fuera nada'. Lo humano y lo esencial. Lo sintético y lo didáctico. El verso y la ilustración. El retrato social y la intimidad. Las ciudades y los nombres. Madrid, Santander, Valencia, El Minifundio de Liencres, la 'finca de pobre' Nayagua... Poemas esenciales, fotografías e ilustraciones. El descubrimiento de la palabra, la inquietud artística, la voz. Un perfil que muestra la desgarradura de la guerra. En 1939, con tan solo 17 años, Hierro fue arrestado acusado de auxiliar a presos republicanos. Pasó cuatro años en un periplo terrible por las cárceles más duras del franquismo, de Porlier al Dueso, donde recitaba versos de Alberti y Juan Ramón a sus compañeros de celda, mientras les insistía, susurrando: «Desde esta cárcel podría verse el mar». Y, sin embargo, entre el dolor asomó 'Alegría' (1947).
Marchamalo ya empezó este 2022, el año del poeta con su libro 'Hierro fumando', un perfil breve, a modo de nota germinal de esta nueva biografía del poeta, con ilustraciones de Antonio Santos. Una dedicación al poeta nada accidental pues la trayectoria de Marchamalo, ligada a RNE y TVE, está sembrada por más de una veintena de libros, en su mayoría sobre la lectura, las bibliotecas y la literatura como 'La tienda de palabras', 'Las bibliotecas perdidas' o 'El libro de Miguel Delibes'. Por su parte, Lorenzo Oliván, que acaba de sumar a su trayectoria como poeta el libro 'Los daños', ha publicado recientemente 'Las palabras vivas', un ensayo que ahonda en su exploración y disección de exégeta de la poesía y la poética de Hierro.
En el itinerario de 'Vida' no falta quizás hoy una olvidada huella de Hierro: su paso por la radio plasmado en su andadura en RNE. Durante décadas su voz y su poesía sonaron en programas como 'Poesía en la radio' o 'Aula poética', que en abril de 1985 pasó a llamarse 'Las músicas acordadas'. En esos espacios trabajó como redactor, crítico de arte y literatura hasta su jubilación.Marchamalo, en sus trayectos, destaca cómo la Guerra Civil marcó a Pepe Hierro «no tanto desde la voluntad de sobrevivir, sino de la voluntad de vivir. Era alguien a quien encantaba la vida».
Una biografía del escritor, lector y admirador Marchamalo que abarca y acerca los deslumbramientos de su pasión por la música, sus decenas de trabajos insólitos, su relación tan estrecha y llena de pasión con el campo, en su casa de Titulcia, el silencio poético de 27 años… En su texto, el biógrafo recuerda que mientras se elegía académico al poeta, el autor de 'Quinta del 42' hablaba de poesía a un grupo de chavales de un colegio de Vallecas. Quedó pendiente de pronunciar su discurso de ingreso en la RAE como quedaron otras palabras en espera mientras se sucedieron achaques, enfermedades y hospitalizaciones. El poeta se fue despidiendo, el hombre apagando. Ensalza Marchamalo el vínculo del poeta con el mar, «ese mar suyo del norte» que custodia parte de sus cenizas. «Pretendo hacer una poesía que no sea arte, sino vida». Su 'Cuaderno de Nueva York' certifica para siempre su deseo.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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