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ROSA M. RUIZ
santander.
Lunes, 12 de diciembre 2022, 01:00
Para escribir 'Vida', la primera biografía del poeta José Hierro, el periodista y escritor Jesús Marchamalo (Madrid, 1960) emuló al Premio Cervantes, que en 2022 hubiera cumplido cien años, y se fue a un café de la calle Maldonado de Madrid en busca de inspiración ... tal y como él hacía. Tampoco es casualidad que se titule 'Vida', el que a su juicio es el soneto más bello de la historia de la literatura española, y que el autor de 'Cuaderno en Nueva York' dedicó a su nieta. Hay muchas anécdotas alrededor de la nueva publicación de Nórdica Ediciones que se completa con una selección de textos recopilados por el poeta castreño Lorenzo Oliván y que se presentará en la librería Gil en enero.
-Empezó 2022 con la publicación de 'Hierro fumando' y lo termina con 'Vida'. ¿También ha sido el Año de Hierro para usted?
-En cierto modo lo ha sido, pero no sólo para mí, también para muchos lectores que han descubierto o redescubierto a Hierro a partir de la Exposición de la Biblioteca Nacional, de los homenajes o de los ciclos de conferencias y encuentros que se han celebrado a lo largo de todo el año.
-Usted lo conoció, ¿qué ha descubierto de nuevo con estas dos publicaciones?
-Lo conocí justo hace ahora 40 años. Fue en Radio Nacional de España donde él colaboraba en uno de los programas y yo tuve la oportunidad de trabajar con él durante dos o tres años. Y es curioso porque en aquel momento ninguno de los jóvenes periodistas que estábamos allí fuimos conscientes del valor que tenía trabajar con una figura literaria de la altura de Hierro. Escribir estos dos libros me han servido para descubrir aspectos absolutamente singulares para mí y desconocidos de cómo era y el por qué de su poesía.
-¿Y de todos ellos, hay alguno que le haya llamado especialmente la atención?
-Pues el primero de todos que pese a su importancia no existía ninguna biografía sobre él. Cuando empecé a documentarme para 'Hierro fumando' ya me sorprendió que pese a que hay un montón de textos biográficos, de artículos, perfiles o entrevistas sobre su vida, no existía una biografía como tal. Y me pareció que en el año de su centenario había que hacer una. Así que hablamos con Nórdica, con la Fundación José Hierro y acordamos cerrar el año con la publicación de 'Vida' que recoge esa biografía y una amplia selección de sus propios textos.
-¿Ha resultado difícil escribir este libro?
-Él era muy pudoroso con su vida privada y por ello me han sorprendido muchas cosas. Una de ellas fue su estancia en la cárcel durante la Guerra Civil por prestar auxilio a los presos. Creo que le dejó muy marcado. Y otra cosa que me llamó la atención fue la cantidad de trabajos insólitos que desempeñó para poder mantener a su familia: Fue listero en Sniace, repartidor de leña a domicilio y también trabajó en una fundición en Maliaño. Y, aunque todos los que lo conocíamos lo sabíamos, también me pareció muy interesante descubrir esa manía suya de escribir en los bares y que para aislarse eligiese el bullicio de estos locales.
-En su libro también destaca la relación que tenía con el campo.
-Tuvo una relación intensa y fraterna con el campo. Le encantaba plantar, recolectar y hacer su propio vino.
-¿Se podría decir que la literatura ganó a un gran poeta y el mundo del arte perdió a un gran pintor?
-Posiblemente, aunque tampoco estoy muy seguro de que se perdiera porque se conservan infinidad de acuarelas, dibujos... Definitivamente, Hierro tuvo una relación muy intensa con el mundo del arte.
-De todas esas facetas, en los dos libros destaca que, por encima de todo, Hierro amaba la vida.
-A raíz de esa etapa suya en la cárcel, el otro día me preguntaron si José Hierro había tenido que elegir entre el rencor o sobrevivir y no tengo ninguna duda de que él dio un paso más allá de la supervivencia. Eligió la vida y hacía de todo una celebración. Esto se nota mucho en su poesía en la que constantemente se reivindica el mundo.
-Usted es autor de otras muchas biografías. ¿Ha encontrado en Hierro algo que no tengan los demás?
-Este caso fue mucho más especial para mí porque le conocí. Me ocurrió también cuando escribí la de Miguel Delibes. En ambos casos tuve un plus de relación emocional y por tanto un mayor compromiso personal.
-¿Cómo ha sido trabajar con Lorenzo Oliván?
-Desde el principio tuvimos claro que para acercar a Hierro al lector no bastaba solo con una biografía, se necesitaba una selección de sus textos para darle a conocer y de eso se encargó Oliván. Para mí ha sido fantástico poder trabajar con él porque soy un gran defensor del trabajo en equipo. Ha sido muy enriquecedor y un gran aval para esta publicación. Su selección poética es muy acertada pues es un gran conocedor de la obra de Hierro y me ha ayudado también a contrastar muchos de los datos que aparecen en la biografía.
-Ahora que acaba el año de Hierro, ¿cree que se la ha recordado como se merece?
-Sí lo creo y no es solo una opinión mía, que tampoco se si tengo mucho derecho a ejercerla, pero me consta que en su Fundación están satisfechos, tanto con la exposición que se celebra ahora mismo en Madrid y que luego irá a Santander como con la reedición de algunos de sus libros y la publicación de otros nuevos. Hay gente muy crítica con la celebración de los centenarios porque le parecen un fuego de artificio con mucho eco y ruido cuando suceden pero que pronto quedan en el olvido. Yo en cambio creo que cualquier motivo es bueno para reivindicar el trabajo de cualquier autor. Este año hemos escuchado hablar mucho de Hierro, hemos leído sus libros y la mejor contribución es llevar a los lectores a su obra. Si se ha logrado esto, debemos felicitarnos.
-¿Cuál es su poema favorito de Hierro?
-Muchos. Los poemas de Hierro te dejan conmovido en la medida en que explican esa parte del mundo de la que de alguna manera teníamos conciencia y que nunca habíamos sido capaces de expresar con palabras. La poesía no es del que la escribe, sino del que la necesita y esto se demuestra en sus versos. Pero sí me insistes en elegir uno te diría que el soneto 'Vida' que escribió para su nieta Paula. Creo que es el soneto más bonito de la historia de la literatura desde Lope de Vega hasta ahora. Es un juego tan brillante de palabras, que conmueve.
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