«La historia del descubrimiento de Altamira siempre se ha contado mal»
El paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, que protagonizó un nuevo Encuentro en la Torre de Don Borja, asegura que «el Paleolítico superior es la Edad de Oro del ser humano»
Rosa M. Ruiz
Santander
Domingo, 25 de mayo 2025, 02:00
Posiblemente porque cada mañana se levanta de buen humor y con las mismas ganas de aprender que cuando era un estudiante, el paleoantropólogo Juan ... Luis Arsuaga (Madrid, 1954) levanta pasiones en sus encuentros con el público. Ayer así lo demostró en un nuevo coloquio celebrado en la Torre de Don Borja (Santillana de Mar) y conducido por su director, Marcos Díez, en el que consiguió meterse al público en el bolsillo. El codirector del equipo de investigación de Atapuerca, director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos, escritor, divulgador y Premio Princesa de Asturias, entre otros muchos galardones, considera que el principal mensaje de la Prehistoria «es de la continuidad» porque «la Historia nos ha hecho como somos y el pasado no es una cápsula del tiempo si no la respuesta a los interrogantes del presente». Así comenzó su intervención en Santillana del Mar, una villa en la que era inevitable la referencia a Altamira. «La historia de su hallazgo nunca se ha contado bien. Más bien fue todo lo contrario a lo que ocurrió», aseguró y es que, según indicó, aunque siempre se nos ha explicado que fue la Iglesia, la que puso trabas a la autenticidad de esas pinturas, «los escollos vinieron por parte de la comunidad científica del momento», afirmó. «La Iglesia estaba encantada porque de alguna forma aquellas pinturas demostraban que el ser humano había sido creado como es hoy, sin embargo eran los científicos más evolucionistas los que consideraban un fraude aquel hallazgo precisamente por eso porque no concordaba con su idea de la evolución que posteriormente se demostró fue mucho más lenta de lo que pensaban».
Para Arsuaga, que no dudó en recomendar al público una visita a la exposición 'Una nueva historia' que Isabel Muñoz acaba de inaugurar en el Museo de Altamira, también tiene un gran interés lo que las pinturas de esta cueva significaron para el arte moderno porque los creadores más vanguardistas del siglo XX se dieron cuenta que ya en el Paleolítico otros artistas hacían cosas mucho más avanzadas que las de ellos. «El descubrimiento de Altamira y de otro tipo de manifestaciones prehistóricas en África fue una revolución que cambió el concepto del arte. Modigliani no inventó nada nuevo, en la Prehistoria África estaba plagada de Modiglianis».
Aunque no hay constancia de otras manifestaciones artísticas de aquella época como la música, la danza o la narración oral, Arsuaga no duda de que existieron. «El Paleolítico Superior es la Edad de Oro del ser humano. Fue la época en la que todos eran príncipes y top models», indicó y utilizó esta expresión porque según los hallazgos que ha tenido la oportunidad de estudiar los homo sapiens del Paleolítico eran físicamente atléticos, esbeltos y sobre todo bien adaptadas al entorno en el que vivieron. «Ellos tenían una información exhaustiva del territorio y de lo que podían comer o no. Al principio estaban obsesionados por matar animales grandes pero en el Neolítico descubrieron las lapas y otros mariscos que sí, tal vez no tenían las mismas calorías, pero abundaban mucho más eran más fácil de coger y les permitía comer todos los días».
El paleoantropólogo también expuso que en aquella época nuestros antepasados eran «cazadores sociales» y que ha sido una de las cosas que hemos heredado «nuestro cerebro es social y estamos diseñados como animales sociales. El éxito consiste en tener muchos amigos y pocos enemigos y eso también pasaba en la Prehistoria», lo que no ha impedido, según expuso, que seamos «una especie autodomesticada» y que está claro que para que haya evolución tiene que haber domesticación.
En cuento al cuerpo humano, tal y como explicó «es un prodigio de la ingeniería» una conclusión a la que llegó, entre otras investigaciones, en su tesis doctoral dedicada a la pelvis, un hueso que aporta mucha más información incluso que los cráneos. Y que nadie dude, y eso es algo que aseguró le «fascina», que aquellos eran seres «muy coquetos» a los que gustaba adornarse el cuerpo «lo que me parece una gran actitud vital».
Arsuaga no quiso irse de la Torre de Don Borja sin dejar un mensaje positivo. «La humanidad ha mejorado. Hay motivos para creer que las cosas pueden cambiar».
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