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El humor como remedio infalibe, como válvula de escape, como medida de todas las cosas que nos permite relativizar los problemas y disfrutar de nuestra propia insustancialidad. Para el cómico Joaquín Pajarón (Oviedo, 1978) la vida no se concibe sin humor. El creativo asturiano ... lo demostrará hoy a partir de las 19.30 horas en la Sala Argenta del Palacio de Festivales, donde ofrecerá su espectáculo 'En demasía 2.0', una hilarante propuesta en la que el humorista repasará muchos de los temas de actualidad, analizará con sorna e ironía muchas de las pequeñas realidades de nuestro día a día y también, no podía faltar, hará algún guiño a Cantabria a través de la figura de su presidente, Miguel Ángel Revilla, así como de otros destacados personajes de la región como los Botín, Felisuco o Bustamante. Con lo único que no se atreverá es con el Racing.
-Con esto de la pandemia la risa se ha convertido casi en un valor bursátil. ¿Usted cómo va a provocarla con 'En demasía 2.0'?
-Como siempre en cada espectáculo, a Santander voy un poco acojonado. ¿Se reirán, no se reirán? Es como el mago que duda de si esa noche le saldrá el truco. Es un miedo que siempre tengo, pero también es verdad que la experiencia y todas las actuaciones que funcionaron y que llevas a la espalda te dan confianza en que volverá a funcionar.
-En su espectáculo trata usted temas de gran actualidad, a menudo muy polarizados. ¿Cuáles son esos temas y por que es importante verlos bajo el prisa del humor?
-Mi humor es muy blanco y gira mucho en torno a las cosas cotidianas, a temas con los que los espectadores se van a sentir identificados. Hago humor sobre cosas normales, situaciones y personajes que veo en el día a día. Me inspiro mucho en la sidrería, que es donde más cosas capto porque es donde todos nos volvemos iguales. El 'culete' de sidra lo toma el banquero y lo toma el paisano de la obra, y es ahí donde todos nos volvemos un poco más humanos. En el espectáculo también hay algo de actualidad, porque por ejemplo hay que hablar del covid sí o sí, y de Revilla, tratándose de Cantabria, tendré que decir algo. O de Felisuco, o de la familia Botín, o de Bustamante... Hay para elegir, y como siempre dejo mucho margen a la improvisación seguro que algo caerá.
-¿Y del Racing?
-Del Racing, al igual que del Oviedo en su momento, prefiero no hablar (risas). Hace ya bastante tiempo que me di cuenta de que el humor sobre el fútbol sienta muy mal. No sé qué pasa en este país, que puedes reírte de la madre de alguien pero no te rías de su equipo de fútbol. Fútbol y religión no son buena decisión.
-En ese sentido, ¿qué aporta el humor a nuestra forma de ver el mundo y de afrontar la vida?
-Al final con el humor bajamos todo un poco al suelo, hasta la realeza o lo que haga falta. Cuando hago humor trato precisamente de que nos riamos de las cosas que nos ocurren a todos y quitarle un poco de hierro al asunto. Es cierto que ahora estamos en una sociedad en la que todo nos molesta. Haces una broma o un vídeo sobre los supermercados y va alguien de un supermercado y se ofende. ¡Es muy complicado!
-No siempre fue así.
-No, y siempre pongo de ejemplo a Gila, uno de los grandes cómicos que tuvimos. Gila hizo humor de la Guerra Civil con todas las muertes y miserias que hubo, y habiendo estado, como estuvo, en un paredón de fusilamiento, en el que libró porque fallaron. Alguien que hace humor de un conflicto así de una forma tan sana y sin ofender es un referente. En mi caso siempre procuro no ser grosero, no molestar ni faltar a nadie, pero al final siempre hay alguien que se molesta.
-¿Se está perdiendo la esencial del humor como válvula de escape?
-Se puede hacer humor de todo siempre que lo hagas con respeto y en el momento adecuado. Si vas a hacer una broma de un entierro el día del entierro, entonces probablemente no sea el lugar ni el momento más indicado para hacerlo. Pero con esas premisas creo que se puede hacer humor de todo y nos podemos reír de todo. Hay que tener un poco de tacto, y aunque en el humor también hay que ser siempre un poco 'punky', porque si no no haces gracia, no hay que llevarlo nunca al terreno personal. De hecho suelo empezar los espectáculos riéndome de mí mismo y así ya va por delante que tengo una buena tara. Quiero que mi humor sea así, no que dependa de atacar u ofender a nadie.
-El debate sobre los límites del humor y de la libertad de expresión sigue muy abierto, ¿qué opina usted en este sentido?
-Soy un defensor a ultranza de la libertad de expresión. Todo es libertad de expresión, sí, pero hay cosas en las que yo no me meto o con las que soy muy respetuoso. Recuerdo ver de chaval 'sketches' de humor de Martes y Trece y tenían uno que decía algo así como 'Mi marido me pega'. En aquella época, y aunque de mala forma, se entendían ese tipo de propuestas. Hoy yo no me atrevería a hacer nada sobre violencia de género o del Holocausto. Hay otras cosas mucho más sanas sobre las que hacer humor.
-¿Fuera polémicas, bienvenidas carcajadas?
-Claro. Lo que busco es pasármelo bien y hacer que el público se divierta. Yo disfruto muchísimo cuando actúo, me río haciendo reír. Eso es lo que busco, y no enfrentarme a nadie. Que haya buen rollo. Consumo todo tipo de humor, pero en mi espectáculo trato de respetar siempre. Hay veces que hago una broma y escucho un medio murmullo medio grito entre el público, y entonces sé que igual me he pasado un poco y tomo nota.
-¿Cómo ha vivido usted la pandemia?
-Acababa de lanzar el espectáculo y de pronto todo se paró. Es algo dramático para toda la sociedad. En mi caso he aprovechado para hacer mucho contenido para las redes sociales.
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