Le gustan estos versos de Rubén Darío: «Amar, amar, amar, amar siempre, con todo / el ser y con la tierra y con el cielo, / con lo claro del sol y lo oscuro del lodo; / amar por toda ciencia y amar por todo anhelo». Ian Gibson ( ... Dublín, 1939), nacionalizado español desde 1984. Experto universal en Federico García Lorca, también ha acercado a millones de personas las figuras de Dalí, Buñuel y Antonio Machado. Su último libro se titula 'Hacia la República Federal Ibérica. Reflexión y sueño de un hispanista irredento' (Espasa). Lo canta Extremoduro en plan Extremoduro y a fuego: «Nunca llevo el corazón encima por si me lo quitan». Él sí lo lleva, herido pero vivo.
- ¿De ánimo como está?
- Ahora mejor, pero durante lo peor de la pandemia estuve bastante deprimido. Siempre he tenido una tendencia un poco depresiva, algo que me viene de familia, y España para mí ha sido una liberación porque me ha permitido recorrer muchos caminos, hacer mis investigaciones, conocer a mucha gente. Aquí hablar con todo el mundo es posible, y eso es fantástico. Me encantaban mis aventuras por todo el país, y estar encerrado en casa ha sido un sufrimiento. Lo he pasado bastante mal.
- ¿De qué se dio cuenta?
- Bueno, tengo ya 83 años. Yo soy muy Quijote en cuanto al deseo de vivir aventuras, de tener experiencias. Toda mi relación con España ha sido una aventura, y de repente llega una situación mundial completamente inesperada. Por si era poco, te encuentras con que los políticos están siempre a la greña, y para colmo llega esta desoladora guerra en Ucrania.
- ¿Tampoco se imaginaba que pudiera ocurrir?
- No, yo creía que tras las dos guerras mundiales el diálogo iría sustituyendo con éxito a la violencia, pero compruebo que es algo innato en el hombre. Es muy triste ver no solo el desprecio con el que se tratan unos semejantes a otros, sino cómo despreciamos a la naturaleza, olvidándonos de que dependemos de la Madre Tierra. Qué locura, estamos destrozando el mundo y destruyéndonos a nosotros mismos. Pensaba que íbamos a aprender de los millones y millones de personas con las que han acabado las guerras, pero hay gente que sigue en la misma línea.
- ¿Qué nos sucede?
- Somos increíblemente inteligentes para los avances tecnológicos, pero no para vivir en comunidad. Incluso en una pequeña comunidad de vecinos suele resultar problemática la convivencia, siempre hay alguien que no colabora y causa conflictos. Ahora soy más escéptico, sin caer todavía en el cinismo, cuando ves, por ejemplo, la codicia insaciable de dinero del ser humano. ¡Y a todos esos supuestos patriotas que tienen su dinero fuera del país! ¿Para qué amontonar dinero, monedas de oro?
- ¿Qué está escribiendo ahora?
- Un libro sobre mi infancia en Irlanda. Era un niño díscolo. Nací en Dublín en el seno de una familia metodista, minoría dentro de la minoría protestante. Todo estaba prohibido, no solo el alcohol, era algo horrible. He pasado toda mi vida tratando de liberarme de mi infancia en una sociedad asfixiante y con unos padres que no eran felices juntos. Me salvó aprender francés y más tarde castellano y salir hacia Europa. Y también la literatura. Tuve una infancia con mucha ansiedad.
Temor a la llamada de Cristo
- ¿Qué soñaba con ser?
- ¡Tenía la casi convicción de que iba a ser pastor protestante! Temía que Cristo me llamase, porque a Él no podías decirle que no. En eso soy como Lorca, que admiraba mucho a Cristo pero a quien su Padre le daba un miedo feroz: el Dios judío, que es el Dios católico.
- ¿Qué fue una bendición?
- Encontrarme con la figura de Rubén Darío y después con la de Lorca, sin duda.
- ¿España es su lugar en el mundo?
- Sí, aunque yo pensaba que mi lugar en el mundo sería Francia. Tenía una gran facilidad con el francés, sin que nadie en mi familia supiera ni una palabra de esta lengua. Después opté por empezar a aprender castellano, la lengua del Quijote. Además, como soy un amante de las aves -de niño estaba enamorado de los patos salvajes-, alguien me habló de las maravillas de Doñana y de la desembocadura del Guadarquivir y quise venir a conocerlas. También tuve la suerte de dar con uno de esos profesores de primera fila que te pueden cambiar la vida. En concreto, di con un enamorado de Rubén Darío, que fue mi puerta de entrada en el mundo de la lírica en lengua española. Me fascinó desde el primer momento.
Su poeta favorito
«Algunos siguen llamando a Lorca rojo y maricón; pero pensaba en el prójimo»
La sociedad
«Somos inteligentes para la tecnología, pero no para vivir en comunidad»
- Como Lorca, Dalí, Buñuel...
- Sí, pero yo no presumo de ser el gran biógrafo de ellos, no, no. Creo, eso sí, que he hecho un trabajo honrado y que no he mentido. Conociendo la vida íntima de los grandes creadores aprendemos sobre los grandes temas que nos conciernen a todos: el amor, la muerte, el dolor... Nos enseñan mucho sobre nosotros mismos.
- ¿Cómo los definiría?
- Se conocieron en el Madrid de los años 20, en la Residencia de Estudiantes. Eran tres genios que se amaron entre ellos a su manera. De Lorca me fascina su calidad de poeta telúrico; empecé a investigarlo bajo el Franquismo, llegué a Granada en el 65 y mi primer libro se publicó en el 71.
Dalí y Lorca
- ¿Y Dalí?
- Me llamó para contarme cosas de su amistad con Lorca. Lloraba hablando de él. Era como una cebolla, una capa sobre otra y otra y otra. Era un hombre muy difícil para sí mismo, un genio que dibujaba desde la cuna y que se terminó construyendo un disfraz de exhibicionista para ocultar su timidez radical. Tenía un terror mortal a ser homosexual, y cuando Lorca quiso tener una relación física con él se asustó terriblemente. Él mismo me dijo que fue un amor trágico porque no pudo ser, porque Federico lo amaba pero él no podía reaccionar, le daba miedo. También temía mucho a la locura.
- No andaba mal de temores, no.
- En su familia había una tendencia paranoica, su abuelo se suicidó tirándose desde una ventana pensando que la Policía lo perseguía. Dalí leyó que la paranoia era una defensa contra la homosexualidad, y pensó que en el fondo él tenía que ser homosexual. Y se encontró con Lorca, que era un volcán. Se amaban de verdad los tres, aunque Buñuel era homófobo. Lorca adoraba a Dalí. Estoy convencido de que un día Dalí y él habrían hecho una obra importante juntos, pero lo asesinaron y todo se acabó.
- ¿Cree que todavía no se le ha hecho justicia?
- No del todo, porque seguimos sin saber dónde están sus restos, y eso es muy penoso. Muchísima gente piensa que su familia logró sacar sus restos de las afueras de Granada y los enterraron sigilosamente en otro sitio, con el permiso del Régimen de Franco, con el que llegaron a un acuerdo en los años 50 sobre los derechos de autor. Me gustaría mucho que la familia hiciera una declaración delante de notario diciendo que jamás ellos movieron los restos, y que no los tienen. Yo sigo pensando que están en Alfacar, pero a lo mejor me equivoco. Estamos hablando del poeta nacional de este país, que representa a todos los desaparecidos de la guerra. Y hablo siempre de las víctimas de ambos bandos, que merecen todas un entierro decente. Me parece que el Estado tiene que intervenir, porque Lorca es un fenómeno mundial y casi cósmico. En su raíz es cristiano, está con los que sufren, con los perseguidos, con los débiles... En veinte años creó una obra maravillosa, excepcional.
- ¿Y hoy?
- Algunos le siguen llamando rojo y maricón; pues aquel rojo y maricón de raíz cristiana pensaba en el prójimo. No hay nada en Lorca, cuya obra llega a todos los confines del mundo, incompatible con el cristianismo.
- ¿Somos más quijotes, más lazarillos, más 'sanchos'...?
- Los españoles son una gente extraña, fabulosa pero siempre a la greña. Hay un problema de identidad: los españoles no están seguros de dónde vienen y no lo están porque no les han dicho la verdad histórica. Aquí, la derecha tiene un gran problema con el tema de la sangre, que si mestiza, que si pura...; tiene obsesión por la limpieza de sangre, aunque sea a nivel subconsciente. Estoy pensando ahora en Lope de Vega y en su 'Peribáñez y el comendador de Ocaña'; hay un momento en el que Peribáñez afirma: «Soy un hombre, aunque de villana casta, limpia de sangre y jamás de mora ni de hebrea manchada». O sea, en sus venas no había ni una gota judía ni mora. Esto difícilmente lo puede decir con mucha seguridad un español [sonríe]; mire, el otro día estuve en Cádiz y visité su museo arqueológico, en el que hay dos sarcófagos fenicios que tienen 4.000 años. En España todo es una mezcla de sangre. ¿Pero a quién le importa un bledo la sangre manchada cuando el cristianismo dice que todos somos hijos de Dios? ¡Jesucristo es judío! ¿Qué importa tener un poco de sangre judía, un poco de sangre mora, otro poco de visigoda y póngale también unas gotas de sangre celta? Porque también los celtas tuvieron una presencia importantísima en la Península Ibérica. Habría que reconocer que aquí hay una mezcla de sangre, y que eso es positivo, fabuloso. España es un crisol de culturas y no es inteligente no tenerlo en cuenta.
Su vida en España
«He sido invitado a miles y miles de copas de vino por mis investigaciones sobre Lorca»
- ¿Políticamente dónde se ubica usted?
- Soy socialdemócrata, de una izquierda moderada, y lo que más deseo en el mundo es que haya aquí una derecha un poco como la británica, aunque tampoco me gusta mucho, que sea capaz de dialogar con los del otro lado. Parece que cuesta mucho. No solo hubo una guerra espantosa, sino una dictadura de 40 años, y eso no pasó en Alemania, ni en Italia. La derecha no admite que el régimen de Franco fue criminal, y que sigue habiendo muchos muertos todavía tirados como perros por los campos. En Alemania hubo una desnazificación, pero aquí no ha habido una 'desfranquización' completa. Pablo Casado, ¡por Dios!, llegó a decir que estaba hasta los mismísimos de la fosa del abuelo.
Antes que a Casado
- Pablo Casado ya no está.
- ¡Prefiero a Juanma Moreno miles de veces antes que a Casado! Creo que representa una derecha razonable, y eso es lo que yo quiero. Lo que sí que no quiero es tener a Vox en el poder. [Santiago] Abascal se refirió el otro día a lo que él define como un estercolero multicultural. ¡Por favor! Pero si cuando él se mire al espejo lo que verá es a alguien del otro lado del Estrecho, porque es evidente que tiene sangre mora; como todos los españoles, aunque a unos se les nota más que a otros, y él tiene una cara totalmente moruna. Si un día lo conozco se lo diré, un poco en plan de broma. No seamos imbéciles, ni fanáticos, la cultura árabe ha aportado muchísimo y en muchos campos al desarrollo de la Humanidad. La gran España con la cual yo sueño no la veo todavía. No se pueden continuar diciendo barbaridades del otro bando.
- ¿Alguna vez ha pensado en irse a vivir a otro país?
- ¡No! Pero, a veces, cuando he visto a los políticos peleándose, me he cansado y se me ha pasado por la cabeza Portugal, porque yo amo la Península Ibérica.
- ¿Qué es incontable?
- He sido invitado a miles y miles de copas de vino, y no solo en España, como forma de darme las gracias por mis investigaciones, sobre todo por las de Lorca. No me puedo quejar, tengo buenos amigos y no soy codicioso de riqueza. Y mi vida ha sido apasionante.
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