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Fotograma del documental 'Dahomey'

Identidad expoliada

África, identidad, y colonialismo conforman la ecuación en la que Diop traza una coreografía de justicia poética en busca de un nuevo futuro

Guillermo Balbona

Santander

Sábado, 22 de febrero 2025, 10:46

Y de repente, el pasado. El pasado que parece embalado. Como un paquete robado que regresara de la noche. 'Dahomey' es documental pero su textura, su inmersión sencilla en lo complejo, su mixtura de extrañeza y realismo histórico, le concede una piel de ficción y una atmósfera espectral. El filme, que ya formó parte del festival documental que organiza en Santander La llave azul, es un desfile de desarraigados que la cineasta Mati Diop convierte en un poema-documento sobre el expolio, la reparación, incluso la redención, en una poética de la restitución: en este caso la de tesoros artísticos, que son memoria de un pueblo. La directora francosenegalesa, autora de 'Atlantique', se adentró en el epicentro de la identidad, en el dolor del exilio, en el cordón umbilical embargado. 'Dahomey', premiado en la Berlinale del pasado año, narra en lo lineal un hecho histórico: en 2021 26 tesoros reales del Reino de Dahomey viajan de París a su país de origen, la actual República de Benín. Objetos y reliquias que, al igual que otras miles, fueron saqueadas por las tropas coloniales francesas. África, identidad y colonialismo conforman la ecuación en la que Diop traza una coreografía de justicia poética, se aferra al tiempo y deja que la miradas de las nuevas generaciones busquen su lugar en el mundo en ese acto material pero habitado por la noche de una comunidad, por el sueño roto, por la necesidad de recobrar el sitio en la tierra. Asoman los museos, se visibiliza el papel institucional y se disecciona la intrahistoria y la denuncia colonial.

  • Año

  • Duración

  • País

  • Dirección y guion

  • Fotografía

  • Documental, intervenciones de

  • Salas

  • Fechas de proyección

No es un filme que acuda a recursos directos y ya vistos. Ahí está ese monólogo de una de las estatuas, a modo de simbólica voz y mirada del propio patrimonio robado. Impresiones y sensaciones, más que discurso intelectual, que otorgan fascinación y zarandean las verdades oficiales o las coartadas de unas construcciones culturales fundamentadas en el latrocinio. Una mirada sintética inquietante y reflexiva, pero también enérgica. Y, a su vez, un relato emocional desde el pasado en busca de un futuro que huya de cualquier zona de confort. Lo importante no es recrear lo conocido como generar un estado de gestos, detalles, miradas subliminales donde quizás se encuentran las respuestas.

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