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Amador Fernández- Savater apaga el teléfono de forma consciente. Apuesta por la disciplina de no dejarse interrumpir todo el rato. Algo que propugna 'El eclipse de la atención', el libro que el investigador, activista y editor presenta hoy en La Vorágine (19.30 horas). Le ... acompañarán en la conversación la socióloga María Montesino y la artista Seila Fernández Arconada. Este trabajo colectivo, que coordina junto a Oier Etxeberría, ha sido editado por Ned Ediciones y reúne una serie de ensayos que reflexionan sobre las dificultades de la concentración, el sentido del cuerpo y su presencia en un mundo cada vez más virtual.
Para los participantes de las conversaciones que conforman este libro (Yves Citton, Santiago Alba Rico, Franco 'Bifo' Berardi, Isabelle Stengers, Rafael Sánchez-Mateos Paniagua, Diego Sztulwark, Andrea Soto Calderón, José Ramón Ubieto, Marino Pérez Álvarez, Marta Malo, Silvia Duschatzky y Simone Weil) la recuperación de la atención es inseparable de un proceso más amplio de transformación social.
-¿Cuesta tener disciplina para desconectar?
-Sí, porque la falta de atención la tenemos dentro. Hay una compulsividad, una falta de hábito para sostener tiempos largos, tiempos de espera, de cierto vacío, en los que la satisfacción no es inmediata. Estamos todo el rato rodeados y deseando estar interrumpidos por dispositivos que nos ofrecen esa satisfacción. La impaciencia es un mal que tenemos muy interiorizado. Hay que construir un hábito en el que el deseo de cada cual de hacer lo que quiere hacer, pueda darse el tiempo para llevarse a cabo.
-Ha utilizado el verbo desear. ¿No es un proceso inconsciente si no que queremos que ocurra?
-Mi idea es que de lo que hay poco en nuestra sociedad es deseo. Es precisamente lo que no se deja interrumpir. Habría que llamar de otra manera a eso de nosotros que quiere ser interrumpido y corta el proceso: un capricho, una adicción, una compulsión. De alguna manera también tiene algo de inconsciente, de algo pegado al cuerpo. No es que lo decidamos, es que no soporta ese tiempo vacío de la espera, del silencio. La fuerza del deseo es que no se deja interrumpir y es lo que debemos cultivar. Algo que se quiere hacer, creador en el sentido más clásico, de una persona a la que cuidar, o en una relación. Eso dice Simone Weil: «cuando hay deseo, hay atención». En esa frase está contenida toda la reflexión del libro.
-Un eclipse es un fenómeno que genera atracción e interés, aunque también oscuridad. ¿Por qué han elegido esta figura para darle título al libro?
-Uno de los artículos recupera la famosa escena de la filosofía que es el encuentro entre Alejandro Magno y Diógenes. Alejandro le dice a Diógenes que está en su tonel que le pida lo que quiera y se lo dará. Lo único que quiero es que no me tapes el sol, responde. Hoy hay todo tipo de dispositivos que son pequeños 'alejandros magnos' que nos dicen: yo te voy a dar todo si tú me das tu atención. Los algoritmos, la televisión, las redes sociales... Te prometen el gusto, el gozo, el placer. Hay que hacer un desplazamiento, porque esos dispositivos nos están impidiendo el acceso a la luz propia de la atención.
-¿La falta de concentración es algo inherente a nuestro tiempo, o cree que se puede comparar con otra etapa previa?
-Yves Citton dice en el libro que los filósofos de la Ilustración ya se quejaban porque se escribían muchos libros, muchas cartas y no había tiempo para leerlo todo. Es decir, la misma queja ya se escuchaba hace dos siglos. Es importante distinguir atención y concentración, que no son lo mismo.
-Distingámoslas, entonces.
-La concentración puede ser un modo de la atención. Lo que necesito al leer, por ejemplo. Hacer foco, hacer un túnel, pero en otras situaciones necesitamos una atención que es estar abiertos, disponibles, sin algo a lo que hacer ese foco. Como un profesor en el aula, visitar una ciudad, dejarnos distraer para recabar detalles, la escucha de un psicoanalista, que según Freud se llama atención flotante, como un estado de espera en el que algo llama la atención. Tiene que ver con estar presente, con tener capacidad de esperar. Algo que está amenazado porque delegamos nuestra atención en automatismos.
- Definen el proceso como intervenir en una batalla. ¿Hay opciones de ganarla?
-Es una batalla en el sentido de que es una disputa con los automatismos. En esa batalla hay algo de cada cual, depende de cada uno tener unos márgenes de atención o estar completamente desbordado a la búsqueda de algo que sea una satisfacción inmediata que se juega cada uno consigo mismo. Ahora, también hay una cosa muy importante, que es la idea de que la atención es un problema colectivo y por tanto político. Depende de condiciones o entornos. Como la lucha de los sanitarios. ¿Por qué pelean? Porque quieren más tiempo de atención que les permita escuchar a la persona que llega y no despacharla en dos minutos.
-¿Cree que acabaremos estudiando vías para sentirnos en el ahora igual que se cultivan aspectos físicos hoy en día?
-Ojalá. Me parecería genial, no tener que ir tanto al gimnasio o lo que son estas solicitaciones que nos hace el liberalismo de estar siempre productivos y eficientes, siempre dispuestos al trabajo y el consumo, por espacios en los que ejercitar la atención y escucha, en lugar de cumplir programa. Que los centros de salud sean espacios de atención. Que la calle sea un lugar de atención donde podamos distraernos. Pero ejercitar la atención es lo contrario de lo que se hace en esos espacios que mencionas, donde se fuerza el cuerpo para tener salud, energía... La atención es un ejercicio de vacío. Nos hacemos capaces de esperar algo que no se llena de inmediato. Pero me encantaría que eso sucediera.
-«Atender es dejar de atender lo que supuestamente debemos atender», dicen, algo que aborda muchos aspectos del día a día. Es un proceso complejo.
-Claro. La atención tiene un lado rebelde, desobediente, que es dejar de poner esa atención donde nos dicen. En el último vídeo de YouTube, la última novedad del supermercado, la última declaración de los políticos... Nos sustraemos a eso. El primer gesto es siempre una resistencia para ponerla en la vida, en el deseo, en las decisiones. Quitarla de los lugares que la tienen atrapada.
-Leer este libro requiere atención.
-La requiere, pero un tanto particular. Son doce artículos, no hay que leerlo de principio a fin en orden, se puede abordar cada uno por donde quiera, por el tema que más interese de los tres bloques y que cada uno tenga su hoja de ruta. No hay u algoritmo que marque el itinerario a seguir. Deja libertad.
-¿Qué les gustaría que ocurriera con el mensaje?
-Que se abrieran espacios de diálogo a partir del libro. Que cada cual lo lea y reflexione, pero también que surgieran lugares de encuentro donde hoy se batalla por la atención y donde también se juega nuestra felicidad.
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