Juan Mayorga

Dramaturgo y director

«Las cosas importantes de la vida se hacen siempre pensando en otros»

-Empieza 2025. ¿Qué espera o que le gustaría que le ocurriese este año?

-Sobre todo que la gente a la que quiero sea feliz y, en general, que haya paz para el mundo para que la gente pueda construir su vida. Arrancamos el año con guerras en distintos lugares del mundo y desearía que acaben cuanto antes. Sobre todo pensando en los niños y en los más vulnerables.

-Este fin de semana veremos en Santander 'La colección'. Un texto que se le ocurrió durante el confinamiento. ¿Cómo surgió?

-En realidad no se me ocurrió en el confinamiento, pero sí acabé la primera versión del texto durante aquellos días y probablemente algo de aquel ambiente que vivimos y lo que echábamos de menos esté presente en la obra. Pero el origen es muy anterior. Hace años leí una entrevista en un periódico a un matrimonio de coleccionistas y uno de ellos decía que era lógico que teniendo la edad que tenían y al no tener hijos, la gente se preguntase por el destino de su colección. Me día cuenta de que ahí había una historia.

-¿Qué historia?

-La de una pareja que ha sido unida y al mismo tiempo separada por su colección. Una pareja para la que esa colección ha sido 'el tercer' miembro de su relación y que al llegar el crepúsculo de sus vidas se preguntan qué va a ser de ella porque temen sea dividida y lo que hacen es buscar un heredero. Con el tiempo he tenido ocasión de poner este obra en escena y he tenido la suerte de contar con unos actores magníficos, empezando por José Sacristán y Ana Marzoa que son extraordinarios.

-Nunca había trabajado con ellos anteriormente. ¿Cómo ha sido ese encuentro?

-Maravilloso porque tienen una personalidad tan extraordinaria que han sabido dar humanidad, hondura y complejidad a esos personajes que yo imaginé. Les admiraba a ambos y el encuentro con ellos en la sala de ensayos fue cada tarde una experiencia extraordinaria porque son sabios y enriquecen cada frase del texto. Me siento muy privilegiado de trabajar con ellos.

-Además de ser el autor del texto dirige la obra. ¿Ha sido muy dificultoso?

-Para mí ha sido un gozo trabajar con estos actores y las dificultades que he podido tener son las derivadas de mis propias limitaciones e incapacidades. Ellos me han entregado mucho y creo que eso es lo primero que expresan los espectadores que han visto la obra: el gozo que ha sido ver a actores tan enormes en el escenario y yo me siento feliz de que mi modesta obra haya servido para que se produjese ese encuentro.

-¿De qué otras cosas habla esta obra?

-Habla sobre el deseo, el coleccionismo es un mundo de deseo, y también habla sobre el paso del tiempo. Sobre el matrimonio y desde luego habla sobre la herencia, sobre lo que entregamos y lo que cedemos a los que vendrán.

-Los dramaturgos cuando escriben una obra, ¿piensan más en quién la va a recibir o en ustedes mismos ?

-Las cosas importantes de la vida se hacen siempre pensando en otros. Para que otros las reciban y a la vez hagan algo con ellas. Y 'La colección' habla de eso, porque sus protagonistas buscan un heredero no solo de un conjunto de objetos si no de sus experiencias y de su mirada al mundo. De algún modo todos tenemos algo a entregar y hemos recibido algo.

-En un momento de la obra, al principio, uno de sus personajes afirma que no confía en el Estado. ¿Usted tampoco?

-Necesitamos un Estado, aunque sí estoy de acuerdo en que debemos de desconfiar y ser críticos respecto a él, pero necesitamos un Estado que se ocupe de los más débiles. Todos deberíamos estar de acuerdo en la importancia en particular de la escuela pública y de la sanidad pública. Un Estado que preste atención a estas dos cosas y que trate con respecto a quienes trabajan en ambas será un Estado que merezca mi respeto.

-En 2013 recibió en Santander el Premio La Barraca de la UIMP. El jurado destacó entonces su forma de hacer «teatro inteligente». Han pasado más de 10 años. ¿Se hace más teatro inteligente que entonces?

-Recuerdo con muchísimo afecto aquel acto porque para mí fue un premio muy importante. La Menéndez Pelayo es una institución a la que debemos mucho y además el nombre de ese premio me hace pensar en nuestro amado Federico García Lorca. No puedo estar más satisfecho de que en aquel momento el jurado vinculase mi nombre a la inteligencia, aunque tengo dudas al respecto. Las fuerzas del teatro que amo y que intento convocar en mi propio trabajo son la acción, la emoción, la poesía y el pensamiento. Pero no hablo de mi propio pensamiento porque considero que el escenario es demasiado importante para que lo utilice para presentar mis propias ideas. Las que importan son las del espectador. De lo que se trata no es tanto de que yo piense como de que sea el público el que lo haga a partir de las preguntas que le dirigimos y creo que ahora mismo sí hay creadores que están lanzando preguntas importantes. Creo que hay un teatro interpelante e interrogativo que aprecio especialmente.

-¿Qué queda de aquel estudiante de Matemáticas en el dramaturgo, académico y director de La Abadía que es hoy en día?

-Cuando me preguntan que para quien escribo siempre digo que para aquel chaval que iba al teatro con mucha ilusión y se encontraba en un lugar donde era respetado. Sentía respeto porque el teatro me pedía atención, imaginación, memoria y hospitalidad a las preguntas que los personajes me hacían. Aquel chaval era un aprendiz y yo lo sigo siendo.

-¿En qué proyectos trabaja?

-Además de acompañar la gira de 'La colección' este año pondré en escena una obra que se llama 'Los yugoslavos' con Javier Gutiérrez y Luis Bermejo. Además estoy escribiendo y escribir siempre me alegra.