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Transcurridos seis años y medio del incendio en su sede de la calle Rubio, el antiguo Museo de Bellas Artes de Santander emprende una nueva etapa histórica el próximo mes de mayo. La cuenta atrás ya está en marcha y en apenas mes y medio, ... el 18, coincidente con la conmemoración del Día Internacional de los Museos, tendrá lugar la jornada inaugural del MAS. Tras el siniestro de 2017 que arrasó las instalaciones –entonces cerradas al público para ser sometidas como objetivo prioritario a obras de mejora de accesibilidad–, se puso en marcha el proceso de reforma integral del histórico edificio, aunque con una acusada demora.
Los trabajos de rehabilitación concluyeron a finales de 2023 y el pasado mes de febrero fue entregada oficialmente la obra. Una intervención que ha permitido recobrar y ganar espacios en la pinacoteca de titularidad municipal, fundada en 1907 bajo la nomenclatura de Biblioteca y Museo Municipales. En estos años de obligado cierre el museo ha mantenido su vínculo con la ciudad a través de un programa de coproducciones con la Fundación Caja Cantabria, principalmente, traducido en exposiciones configuradas por las colecciones de ambas entidades. Desde 2018 los fondos del MAS permanecen depositados y custodiados en la sede del Casyc de la entidad bancaria. Pese a la inminente reapertura la planificación del futuro del renovado museo es una incógnita.
¿Cabe hablar de un nuevo museo mas allá de sus posibilidades espaciales y materiales?
El MAS se suma a un entorno en el que estarán activos el Centro Botín, Faro Santander y Reina Sofía
La etapa que se abre es propicia para conocer hasta qué punto van a corregirse esos problemas
En el camino no ayudaron ni la pandemia ni los retrasos a la ahora de acometer la rehabilitación, ni el periodo de cambio político. No obstante, no se han desvelado los pasos de una supuesta hoja de ruta para dotar de nueva vida a la institución museística. ¿Cabe hablar de un nuevo museo mas allá de sus posibilidades espaciales y materiales? ¿Están previstos cambios radicales, o bien en función de un calendario? ¿Hasta qué punto el MAS de 2017 y el de 2024 mostrarán caras opuestas, complementarias, una línea de continuidad o decisiones rupturistas? Y quizás lo más trascendente es que el museo santanderino echa a andar en un contexto en el que han asomado, crecido o están en curso equipamientos culturales, y especialmente, artísticos, que exigirán al MAS definir su aportación, su papel e interrelación futuras.
El MAS, como reconoce en su propia web, siempre ha afrontado limitaciones de espacio y una clara necesidad de recursos. El periodo que se inicia ahora, siempre acompañado del mantra de la supuesta y posible ampliación a través del solar contiguo de la antigua imprenta Martínez, deberá mostrar las señas de identidad y criterios que definirán la personalidad y aportación del Museo. El edificio de Rucabado, rehabilitado hasta conformar ahora doce espacios expositivos, repartidos en cuatro plantas, suma más de 2.000 metros cuadrados.
Las salas seguirán albergando las colecciones de la pinacoteca, una exposición permanente y dos temporales. En su web el Museo destaca como objetivos permanentes: «El trabajo destinado a acrecentar el conocimiento, la comunicación cultural y artística, sobre el fundamento de la creatividad y el diálogo, contribuyendo a un proyecto de acción interactiva». También se habla de «la exhibición de sus colecciones en condiciones adecuadas a su contemplación y estudio; de crecimiento y desarrollo patrimonial en propiedad de su colección de arte moderno, contemporáneo y actual, nacional e internacional; el desarrollo de programas de exposiciones temporales; la realización de actividades de divulgación, formación, didácticas y de asesoramiento; el establecimiento de relaciones de colaboración y formación con otros museos, universidades, fundaciones, centros e instituciones culturales, nacionales o extranjeras, públicas y privadas y el desarrollo de programas de investigación».
Objetivos que en el pasado, por unas causas u otras, no siempre han tenido su plasmación o lo han hecho de manera limitada.
El MAS asoma a una nueva realidad en la oferta cultural de Santander y Cantabria que requerirá definir el rol cultural de la institución. Asimismo, el museo ha arrastrado en muchas ocasiones una deficitaria integración social y transparencia y ha padecido una postergada necesidad de potenciar su imagen. El Museo apeló a su «período evolutivo constante iniciado en 1990-1991» para aconsejar y propiciar en 2011 un cambio de nomenclatura de la institución, «consecuencia de ese trabajo de años, de esa travesía, adaptándolo a la nueva realidad, pasando a denominarse MAS | Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria, denominación ajustada con rigor a su realidad evolutiva y de contenido, de acuerdo a conceptos museológicos y museográficos, sobre la base de un Proyecto Museográfico».
Un cambio de nombre muy criticado, por su falta de sustancia, desde varios sectores del arte.
Una vez que se han superado los problemas políticos, económicos y técnicos que han desembocado en el nuevo museo, la esperada apertura, ya fechada, en el séptimo año desde el incendio, cabe subrayar las carencias enquistadas a las que apunta el propio MAS en la redacción pasada de su proyecto Museográfico: «Las necesidades de espacio (de su ampliación); de un crecimiento del equipo de personal técnico y científico, así como de comunicación, bibliotecario y de acción cultural y de una mejor dotación presupuestaria».
La etapa que se abre es propicia para conocer hasta qué punto van a corregirse algunos de estos problemas. En su documento el MAS refiere que el actual edificio (se entiende anterior a la reforma), «tal y como se verá, ya está saturado en todos sus aspectos, ya no da más de sí, se ha exprimido al máximo, precisando con urgencia de una ampliación». Y se alude a la creación de oficinas que nunca habían existido; de una biblioteca especializada –en el incendio se registró la quema de unos 15.000 volúmenes–; la creación de un pequeño taller de restauración o el Archivo del MAS (que tampoco existía) y que también sufrió los embates del siniestro al destruirse en el fuego documentación de los años c. 1980-2016). Y se hace referencia a la falta de un salón de actos estable o a la «necesidad imperiosa de ámbitos de almacenamiento de obras de arte, saturado como está, para poder conservar en condiciones normales su colección en propiedad que ya supera las 2.316 piezas artísticas (en 1990 ascendían a 845 obras)».
El intercambio y comunicación con otros museos del entorno era casi inexistente
La Comisión Asesora, consultiva y no vinculante, lleva sin convocarse desde la pasada década
El Museo que dirige Salvador Carretero, desde hace más de tres décadas, cuenta con seis departamentos según el organigrama oficial, aunque varios de ellos estaban vacantes cuando se produjo el cierre. El MAS especifica que seguirá creando diversos servicios que precisa. Aún no siendo parte del organigrama cuenta con una Asociación de Amigos del MAS y otros servicios se concentran en la labor teórica-científica diaria y en la didáctica y pedagógica.
Sobre la toma de decisiones el Patronato del Consorcio de Museos de Santander y Cantabria que lo conforman el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura del Gobierno regional (Consorcio de Museos de Cantabria) apenas ha tenido recorrido. Más grave es aún la ausencia pública o paralización de la Comisión Asesora, «consultiva y no vinculante» del Museo, creada por Decreto de la Alcaldía de 4 de agosto de 2014, cuya composición oscila entre siete y once personas. Este mecanismo de actuación, cuya última formación estaba integrada por personalidades como Cristina Fontaneda Berthet, exdirectora del Museo Patio Herreriano de Valladolid; Fernando Zamanillo, historiador del arte y exdirector del MAS en los 80; o el coleccionista Jaime Sordo (Bragales), lleva sin reunirse desde la pasada década. Al igual que en otros museos o centros de arte se considera clave la existencia de órganos, a modo de comisión o directiva compartida, que permita abordar proyectos diferenciales en esta nueva etapa. La continuidad de Carretero al frente del MAS, discutida y a debate desde numerosos sectores, también a priori deja la incógnita de si supondrá mantener las líneas de actuación pasadas o apostará por cambios e innovaciones.
El nuevo rostro del museo santanderino propicia abordar decisiones que supongan un mayor dinamismo y apertura a la hora de dotar de personalidad al centro. Una acción prácticamente nula en el pasado histórico reciente ha sido la ausencia del museo en circuitos de intercambio de exposiciones, producciones e iniciativas con otros museos del entorno, caso de Asturias y País Vasco. La dimensión de las propias colecciones del MAS, más allá de préstamos (como el de obras de María Blanchard al Museo Picasso de Málaga esta primavera), presenta posibilidades de proyección y acuerdos. Tanto las de arte moderno como las de contemporáneo, entre nombres locales, nacionales y algunos internacionales. Otro factor incierto reside en si, al margen de donaciones, la política de adquisiciones del propio Museo y a través de la Colección Norte de la Consejería de Cultura regresará en los próximos años.
La Fundación Caja Cantabria y el MAS, al margen de sus colaboraciones históricas en el tiempo, han marcado un camino conjunto y fructífero que supera ya los tres años. Generado y potenciado tras el incendio de la sede en la calle Rubio y el traslado de sus fondos al Centro Cultural de la entidad bancaria en Tantín, la labor de ambas instituciones con sus respectivas colecciones ha propiciado decenas de muestras. El origen está en la primavera de 2018 cuando la Caja se convirtió en sede temporal de los fondos del MAS donde permanecen. Las preguntas, hasta ahora no aclaradas, es si parte de esos fondos regresarán en los próximos meses a la calle Rubio y a otras ubicaciones destinadas al almacenamiento de piezas y obras no exhibidas.
El próximo día 18 el nuevo MAS dará sus primeros pasos. En la apertura, una muestra de fondos de su Colección y un tríptico de Uslé como cita temporal, después de que el artista 'matizara' la organización de una exposición de su obra.
Para la ciudad supondrá recobrar un espacio y un museo histórico, pero para el sector es una oportunidad de emprender una gestión de futuro para la institución. En perspectiva se considera razonable establecer una programación con fundamentos educativos, atenta a las nuevas tecnología y con potenciación de la actividad cultural, un mayor compromiso con el público y como apoyo y reflejo de la creación de los artistas de Santander y Cantabria.
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