

Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando acecha la maldad. 2023, 99 minutos. Argentina
Dirección y guion: Demián Rugna.
Música: Pablo Fuu
Fotografía: Mariano Suárez
Reparto: Ezequiel Rodríguez, Demián Salomón, Luis Ziembrowski, Silvina Sabater.
Género: Terror
Etiquetas aparte, su adscripción al folk horror es clara, ese reconocible terror rural, cargado de connotaciones atávicas y primarias. Pero 'Cuando acecha la maldad' adquiere ... una textura propia a medida que se adentra en lo oscuro. Maneja con destreza tiempos y espacios, desde la pausa a la anticipación, desde el testimonio de los protagonistas a la implicación de la mirada del espectador, tanto desde la elipsis como desde la sorpresa. No son sustos, sino una atmósfera que impregna la textura de las acciones, la propia narración y la descripción de las señales de lo sobrenatural.
El juego de género está entre maldiciones, malignos, formas demoníacas y posesiones (una polarización del mal por hacer un guiño semántico al año que termina), Pero lo cierto es que el terror surge del diálogo sordo y crudo entre la piel y las entrañas de los personajes en su discurrir. Una amenaza invisible, opaca, y unas consecuencias siempre visibles, transparentes, que ganan en cercanía gracias a las intensas interpretaciones del filme argentino. Premio al mejor largometraje en el Festival de Sitges la obra del director de 'Aterrados', Demián Rugna, rechaza las concesiones y las treguas. Cada paso o decisión va acompañada de una ilustración seca, brutal, gore sí, pero sobre todo desgarrada en su cuento de referencias primigenias, salvajes, descarnadas, con ese aire de inevitabilidad que se clava en la mirada. Sus malabarismos con palabras, silencios y situaciones hablan de contagio, infecciones, transmisiones, encarnaciones, en una envoltura donde prima lo sórdido, lo visceral y la crueldad.
Entre la huida y la colisión, entre la naturaleza y la condición humana, Rugna traza una puesta en escena implacable sin llegar nunca al efectismo. Una sobria contundencia, de hachazo de lo siniestro y violencia desnuda, con esa agitada perturbación de dramatismo e hipérbole, donde el único exorcismo posible es apartar la vista ante esa corporalidad y fisicidad que airea una extrema visualización de lo monstruoso. Su impacto se inocula como un virus en la propia narración y en los diálogos, esa progresión de lo incómodo e inquietante que participa del instinto y la locura. Una inteligente historia que compensa lo previsible con un relato que se reinventa entre presagios y miedos que construyen otros miedos. La angustia se desprende de que no contempla excepciones ni tiempos muertos. El cineasta de 'La última puerta' esconde los asideros y deja al espectador a la intemperie, sin pliegues, entre lo irracional y lo ancestral.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.