«Intento escribir desde lo que sé, desde lo que conozco, desde mi verdad»

– «¿Qué queremos contar?», te preguntas en uno de tus poemas. ¿Qué quiere contar como poeta?

–Ese poema surgió de preguntarme a mí misma qué más podía contar. Después de llevar un año creando poemas para el formato 'slam', llegó un momento en el que me pregunté: ¿he contado todo?, ¿qué estoy contando?, ¿de qué escriben los poetas? Y salió ese verso. Creo que estoy descubriendo aún lo que quiero contar. Tengo claro que la poesía que hago tiene un compromiso social; tiene ideología, habla de feminismo; de los sentimientos, los deseos e inquietudes de una persona joven. Eso es lo que ahora está contando mi poesía a través de diversos temas. Pero cada día descubro algo nuevo. Está evolucionando.

–¿Le habla con consciencia a una generación o el destinatario de sus versos es más amplio?

–Al principio, no le daba tanta importancia a quién era el destinatario. Yo escribía desde mí, desde lo que sentía y nada más. Pero creo que a la hora de ir creando nuevos poemas, de exponerlos en público, he pensado más en para quién iban. En el fondo sí que pienso que van para esa generación en la que me incluyo: mujeres jóvenes que estamos creciendo y creando. Sin embargo, si solo me quedase ahí, no tendría ese toque universal que a mí me gustaría encontrar en mi poesía, que la pueda leer mi madre, mi abuela, tu tío, una chica de 16 años… Intento escribir desde lo que sé, desde lo que conozco, desde mi verdad. Y entiendo que esa verdad también puede ser la de otro ser humano por lo tanto te puede conmover tenga la edad que tengas. Más que de una generación hablo desde lo que me conmueve y compromete, que puede ser lo que le conmueva y comprometa a otra persona.

–De hecho, su verso «nos sabemos más anuncios que poemas» lo pueden entender muchas generaciones.

–Totalmente.

–¿Sigue con la dirección de la obra de teatro 'Jódete y crece'?

–De momento, no estamos programados en ninguna sala, y hemos decidido crear un corto, con una directora de teatro, para presentar a festivales. Hemos sacado un 'crowdfunding' para conseguir el dinero que nos falta [en www.verkami.com]. Hemos estado dos años en salas de Madrid y ahora está difícil que nos programen… Es lo que tiene ese tipo de teatro. A partir de ahora queremos crear ahora algo audiovisual.

–En ese montaje –escrito por Juan Pablo Cuevas– se pretenden desmontar los mitos de la generación «más preparada de la historia». ¿Qué mitos, qué prejuicios?

–Es la historia de tres amigos que desemboca en un trío amoroso. Los tres han estudiado carreras –hay un fotógrafo, un actor, un director de teatro− que después de intentar ganarse la vida, se dan cuenta de que esta es la generación más puteada de la historia: no tienen dinero para independizarse, no tienen claras ni su sexualidad ni la relación con sus padres: la política y el mundo adulto les incitan a hacer cosas, pero no tienen las posibilidades para ello… Narra cómo se encuentran esas tres personas, qué pasa entre ellos, cómo toman decisiones, cómo lo haces… Ha funcionado muy bien la obra. A ver i podemos sacar el corto y llegar a más gente.

–En tu poema más viral, 'Cállate y déjanos bailar', hecho con pedazos de temas de reguetón y canciones pop, hay un toque de humor. ¿Es el humor, entonces, una herramienta creativa?

–Lo es, no conscientemente, pero es algo que me acompaña en mi manera de comunicarme, en lo creativo y en lo coloquial. Cuando creo los poemas salen por ahí. Cuando creé ese poema, en un primer borrador que ahora no recuerdo, acusaba mucho más, era más directa. A veces, cuando me planteo una idea o un poema, me sale, en principio, más reivindicativo, es como vomitar. Y cuando empiezo a desarrollarlo, intento buscar estrategias, carreteras perpendiculares para contarlo de otras maneras. Yo siento que la información se nos da todo el rato desde una única vía; necesitamos intentar contarlo desde diferentes vías para que llegue de diferentes maneras. Yo he intentado hacerlo siempre. Me divierte buscar diferentes maneras de contar una misma historia.

–Viéndola en vídeo, su forma de recitar tiene una presencia física muy grande. ¿Piensa en esa cadencia, en el movimiento a la hora de crear?

–Sí que está, es algo que me acompaña. Muchas veces estoy escribiendo, y me viene el tono en el que creo que eso se pone en alto. Con el poema 'Cálata ey dejamos bailar' lo ensayé físicamente una hora antes de recitarlo. Pero porque tenía muy claro cómo iba a acompañarle el cuerpo. Eso me pasa en poemas, en otros no he tenido ni idea y solo al ensayarlos me ha salido el físico, pero creo que, más que cómo va tu cuerpo, tiene que ver con la intención. Si la tienes clara, luego es más fácil ponerlo en pie.

–Muchos de sus poemas y proyectos hablan de las barreras y de las posibilidades de la mujer. ¿Qué reflexión quiere provocar en quien la lee o escucha?

–Más que reflexionar sería intentar llevar a la gente a mi punto de visa. Me gusta imaginar que, cuando yo estoy recitando en un escenario, sala o colegio, es… En realidad lo que más me asusta es que mis poemas dejen indiferente. Me da igual cómo lo recibas, si reflexionas, si me amas, me odias…, pero que no te deje indiferente. Me interesa que la persona que me está escuchando se haga preguntas, igual no las mismas que yo, da igual que sean diferentes. Se me acercan chicas después de los recitales y tienen vivencias muy diferentes: hay sorpresa, hay conmoción… y eso es guay. A veces flipo cuando se me acerca la gente. ¿Cómo puedo provocar cosas tan diferentes? Eso es lo grande.