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Con 18 años compró una obra a la galerista santanderina Soledad Lorenzo. Y su padre le avisó con humor de que lo que acababa de hacer «podía conllevar problemas de adicción». Hoy Juan Silió es uno de los galeristas españoles más importantes. ... El proyecto para el arte, que iniciara su padre Fernando, cumple este verano tres décadas de trayectoria. Desde su muestra reciente con el pintor Ricardo Cavada, la sala de la calle del Sol celebra este aniversario.
La internacionalización, su profusa presencia en ferias -las más recientes Nueva York y Lisboa (con gran éxito y repercusión en el país luso), la próxima Artesantander- y la capacidad para haber sorteado la crisis forjan la identidad de su proyecto. «Los hábitos de consumo están cambiando a todos los niveles del mercado y el arte no puede ser ajeno a ello», sostiene.
-Mira hacia atrás, ¿y cuál es la reflexión inmediata que le sugiere el paso de tres décadas?
-Descubro una serie de sensaciones que se podrían resumir en la satisfacción personal de trabajar en este sector y cómo el trabajo, el ocio y familia se juntan hasta el punto de no saber distinguir en dónde acaba uno y dónde empieza otro. Miro hacia atrás y veo la vida de una familia vinculada al arte; la cantidad de coleccionistas, muchos de ellos convertidos en amigos, que han hecho posible que hayamos llegado hasta aquí. La ilusión de descubrir a un artista joven y la satisfacción al ver cómo poco a poco se va convirtiendo en el gran artista que intuiste. La ilusión de un joven coleccionista que compra su primer cuadro, el orgullo de ver un cuadro que ha pasado por la galería en un museo. La tristeza de cerrar una exposición de un artista en el crees sin haber vendido nada.. el miedo de hacer una feria carísima en el extranjero...Todo lo que veo, lo bueno y lo malo que tiene esta profesión, me hacen sentirme afortunado.
-Además de lo puramente sentimental y emocional, ¿es de imaginar que fue traumático asumir la galería tras la etapa de su padre?
-Para nada, mi padre fue muy generoso desde mis primeras colaboraciones en la galería e hicimos una transición tranquila y meditada. La galería se abrió cuando yo tenía 18 años y desde el principio me involucré ayudando en todo lo que pude y aprendiendo día a día. En 1997 tras volver a Santander después de 4 años fuera empecé a trabajar con él, quien con generosidad me dejó programar mis primeras exposiciones: Joan Fontcuberta y Chema Alvargonzález, que resultaron un éxito. En aquella época informatizamos la galería, hicimos la página web cuando ninguna galería de España tenía una, fuimos creciendo poco a poco y sobre todo, aprendí mucho y lo pasamos muy bien. En 2003 mi padre comenzó con los primeros síntomas del cáncer del que moriría en 2006, por lo que tuvimos mucho tiempo para organizar bien las cosas. En los últimos años ya era yo quien dirigía totalmente la programación, estábamos en pleno cambio de rumbo entre sus artistas y los míos. En 2005, viendo que la galería de Eduardo Benot se había quedado pequeña para el tipo de exposiciones que queríamos hacer, tuvimos que cambiar de ubicación. Estuvo muy orgulloso de ver cómo dejaba su proyecto encarrilado y en pleno crecimiento. Su falta supuso una pérdida muy grande, pero fue algo que afrontamos juntos con cierta frialdad para dejar todo lo mejor organizado posible.
-¿Cómo define las señas de identidad de su galería?
-Hay un fuerte compromiso con el arte español de una generación, nacida entre 1975-85, muy bien preparada, con una mirada internacional de su obra y un discurso muy bien argumentado. Eso no quita para que la galería dé cabida a otros artistas, pero mirando la lista de los representados no es difícil sacar esta conclusión. La mayoría de ellos trabajan un arte conceptual, pero estoy abierto a todo tipo de lenguajes. En cuanto a las técnicas, creo que los artistas actualmente utilizan los medios según los puedan necesitar o no. Ya no existe la rigidez de antaño cuando nombraba a los artistas como fotógrafos, o pintores, o escultores... ahora lo normal es que haya una técnica más utilizada por un artista, pero que también realice trabajos con otras. Este hecho lógicamente se traslada a la identidad de la galería: ahora creo que todas somos multidisciplinares.
Silió también es coleccionista Si. Cuando creces viendo cuadros en casa, creo que es una necesidad. Mi primer sueldo me lo gasté a los 18 años íntegramente en un cuadro que compré a Soledad Lorenzo.
Un artista que no forme parte de su galería pero le gustaría .. Gerhard Richter, un artista impecable de una producción muy variada con una obra interesantísima.
¿Le gusta el trajín social que rodea al mundo del arte? Generalmente sí, aunque hay veces que puede llegar a cansar. El mercado funciona de la manera que funciona y una galería que no esté dispuesta a entrar en ese trajín social lo tiene muy difícil hoy en día.
¿Hay un público exigente en Santander? Cada vez más Santander siempre ha gozado de una buena salud en lo relativo al arte contemporáneo, pero en la época que vivimos hace que todos estemos cada vez más informados y por lo tanto, seamos más exigentes.
Una anécdota Entre las más divertidas están haber negociado con Ron Dennis (dueño de McLaren) un descuento por una fotografía de Michael Najjar a cambio de una invitación para el Gran Premio de Abu Dhabi en el paddock. O que el regalo de la familia de Norman Foster por su 75 cumpleaños fuera una obra de la galería.
-¿Uno va mutando en función de los vaivenes del mercado o la personalidad intrínseca, lo esencial, se mantiene?
-La galería es un negocio, hay que tenerlo siempre claro, y hay muchas propuestas artísticas que me interesan. Sin duda hay que ir adaptando la oferta a las necesidades del mercado, los artistas cambian, los gustos de las galerías también y los coleccionistas van también demandando cosas nuevas. Esto hace que caminos que empiezan juntos, en algún punto pueden separarse sin que ello suponga que en el futuro no se puedan volver a encontrar. Sin embargo, como galerista creo más en una función asesora por nuestra parte y tratar de ir educando el gusto del cliente, que la de adaptar la galería al gusto del cliente.
-¿Una galería es, en realidad, lo que son sus artistas?
-En gran medida sí, pero al final el que decide qué artistas es el galerista. Siempre hablo de la galería como una unidad en la que todos remamos en el mismo sentido, un grupo de personas que trabajamos para que todo salga adelante, ya que el éxito de uno acaba siendo el éxito de todos. La galería da entidad a los artistas a los que representa y estos a la galería; es imposible de separar.
-¿Qué le enseñó su padre?
-A ser un amante del arte, a disfrutar viendo una exposición, a descubrir y sobre todo a enfrentarse a una obra desde la humildad, a partir de esta base que nos enseñó a los tres hermanos por igual, a mí me enseñó una profesión basada en la confianza tanto del artista como del coleccionista. Los primeros galeristas fueron judíos y de ellos se han mantenido una serie de costumbres que hacen que un acuerdo verbal sea igual de válido que uno firmado. Me enseñó a saber tratar por igual a la gente más importante que a la más modesta, en todos podemos encontrar cosas buenas.
-Se habla mucho de la transformación del galerismo, ¿en qué medida va a modificarse el modelo?
-Soy un defensor del espacio físico de la galería. Me parece el mejor lugar para que el artista pueda mostrar la obra. Actualmente hay un cambio de hábitos en los coleccionistas que está provocando que se realicen más ventas en las ferias que en las exposiciones, hasta el punto de que muchos de ellos. Los artistas quieren que su obra se muestre bien, que se entienda. Siembre hay una narración, una intención de crear una lectura determinada guiando al visitante a través de las obras.
-Ha aumentado su presencia internacional. ¿Es clave para su proyecto la participación en ferias?
-El mercado del arte está cambiando y cada vez son menos los coleccionistas que vienen por la galería, y más estando en Santander. Muchas veces, aunque vean una exposición, esperan a la feria para ver otras obras y terminar de decidirse por una o por otra aunque la que te compren no esté físicamente expuesta en la feria. La internacionalización de la galería ha sido fundamental para la supervivencia del proyecto. En el momento de comienzo de la crisis me planteé la estrategia a seguir, bien reducir inversión y actividad a la espera de que la situación cambiara, o bien salir fuera a tratar de abrir nuevo mercado aunque eso supusiera un riesgo económico alto en un momento de incertidumbre. Con la perspectiva de estos diez años, parece que fue una decisión acertada, aunque en todas las ferias hay un factor de azar o suerte que no se puede controlar.
-Las nuevas tecnologías, ¿qué lugar ocupan en su proyecto de galería?
-Son fundamentales en nuestro trabajo. Hoy en día en una mañana puedes recibir una obra, ofrecerla a un coleccionista en cualquier parte del mundo, hablar con él, cerrar la operación, enviar la factura y recibir el dinero. Sólo hay que pensar cómo hacer esta operación hace 30 años: se recibe la obra, se hace la foto, se revela el carrete, una semana después te entregan las fotos, se meten en un sobre, se mandan por correo, 10 días después se reciben y comienzan las conversaciones 20 días después de iniciada la operación... A esto hay que añadir las redes sociales, en las que estamos muy presentes y la página web.
-¿Cree fundamental que una Colección como la del Archivo Lafuente se quede en Santander?
-Sin ninguna duda. Creo que es una de las mejores noticias para la ciudad. Conozco bien a su propietario desde hace muchos años y he tenido la suerte de visitar tanto las exposiciones como el propio archivo, es una colección magnífica que pese a su carácter documental que da un interés altísimo para la investigación, tiene también unas posibilidades expositivas muy interesantes para el visitante no profesional. Es la envidia de muchos grandes coleccionistas, por lo que es de agradecer el gran esfuerzo y la paciencia que está teniendo para que termine en Santander ante la desidia de algunos políticos o las extravagancias que tiene que leer en la prensa de parte de otros.
-¿No ha respondido con cierta timidez el galerismo cántabro a cuestiones como la crisis del MAS, o a la falta de una verdadera política cultural y de promoción artística?
-Es posible que sí, pero llevamos mucho tiempo denunciando la tremenda situación del MAS, la falta de aplicación del Código de buenas prácticas firmado por el Ministerio de Cultura y el IAC, del que su director fue socio fundador y que creo que ha abandonado en los últimos meses. La falta de apoyo por parte del Ayuntamiento al no dotarle de un presupuesto digno para tener una programación atractiva. Lo que más me llama la atención es cómo siendo un museo dependiente 100% municipal, se queda fuera de lo que llaman el Anillo Cultural de Santander, un plan de marketing turístico creado por el propio Ayuntamiento que deja fuera la que debía ser una de sus principales ofertas. Da la sensación de que ni ellos mismos están orgullosos de lo que allí se hace. Sobre la política cultural de la ciudad también llevamos mucho tiempo denunciando la falta de plan director, que ahora parece que puede ser una realidad. Hemos tenido la sensación de estar metidos en un bucle de promesas, campaña electoral tras campaña electoral, las mismas cosas, los mismos proyectos y una vez celebradas las elecciones no se ha hecho nunca nada. Han tenido una política de apagar fuegos, cada vez que se ha denunciado un hecho repetidas veces o se ha solicitado algo,y han dado una respuesta rápida y vacía de contenido con la intención de silenciar la crítica que no ha llevado a ningún sitio. El ejemplo más claro es la creación del Patronato del MAS, que tras años solicitándolo y recibiendo negativas por parte de todos los responsables, termina con la creación de un Comité Asesor que se reunió alguna vez al principio, pero que en la actualidad no se sabe nada de él, y creo que ni tan siquiera se ha pronunciado tras el incendio. Se sabe que alguno de los miembros ha dimitido, algún coleccionista ha retirado las obras que tenía cedidas... poco sabemos de su actividad actualmente... aunque se está «trabajando duro para situar el Museo donde se merece». ¿Dónde se merece? Espero que con el actual equipo de Gema Igual todo esto cambie, con el Plan Director al frente y hablando también de cambios en la gestión del MAS. Démosle un voto de confianza a ver si esta es la definitiva.
-Supongo que fue frustrante la ausencia en ARCO en el año del aniversario. ¿A qué se debió?
-A qué se debió...buena pregunta. Nunca se sabe. La selección de las galerías participantes en ARCO la realiza un comité compuesto por galeristas, en las reuniones se tratan muchos puntos y se vota. Nadie sabe explicarte exactamente porqué te han dejado fuera, te pueden dar alguna clave sobre la propuesta del año anterior, de tu presencia en ferias internacionales, recomendaciones sobre el proyecto presentado...cosas que influyen en la votación del comité, pero también se dice que hay manos negras, intereses ocultos... , no lo sé ni tampoco le quiero dar mayor importancia. Soy optimista por naturaleza y estos pequeños tropezones trato de aprovecharlos para mejorar. El mismo día que me dijeron que no iba a estar en ARCO'18 solicité la feria de México MACO, una de las más importantes del mundo con presencia de las grandes galerías mundiales como Gagossian, Galería Continua, Marian Goodman, Lisson o David Zwirner. Fui admitido con un proyecto de Joan Fontcuberta. Si hubiera estado en ARCO, posiblemente no lo hubiera hecho. Ha sido sin duda una decepción, no lo puedo negar. Llevamos 25 años acudiendo a Madrid y creo que tenemos calidad suficiente para estar presentes. Espero sinceramente que el año que viene no haya problema y podamos volver.
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