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CÉSAR COCA
Viernes, 19 de enero 2018, 07:39
Después de haber protagonizado algunos de los papeles más complejos del último cine español, lejos de la figura del galán con la que se hizo popular, Jose Coronado (Madrid, 1957) afronta un reto singular: el de la doble función de narrador e intérprete de 'Iván ... el Terrible', la cantata que escribió Prokofiev, concebida inicialmente para el ciclo fílmico de Eisenstein. Esta noche se pondrá en la piel del primer zar de Rusia en el escenario de la sala Argenta del Palacio de Festivales. El espectáculo abrió el Festival de Música de Canarias la pasada semana.
- En su carrera escénica hay teatro clásico y de autores de referencia de los siglos XIX y XX, pero es la primera vez que protagoniza un espectáculo así. ¿Qué le animó a sumarse al proyecto?
- Era imposible decir que no a este gran reto. El entusiasmo del director de orquesta César Álvarez y de Ignacio Iturrarte, productor del espectáculo y responsable de Goldberg Management, promotora del mismo, me hicieron confiar en el proyecto y que no me quedara duda alguna sobre el mismo.
- Se trata de una cantata con dirección de escena y vestuario especial. En la producción insisten en que su papel es más de actor que de narrador. ¿En qué se plasma?
- José Carlos Plaza está a la cabeza de la dirección escénica, y su propuesta consiste en que, además de hacer de narrador, en algunas partes de la cantata dé vida al propio personaje de Iván el Terrible. Esto me permite pasar de un papel a otro, lo que para mí, desde el punto de vista de la interpretación, resulta de gran interés.
- Hace mes y medio, en San Sebastián, asumió el papel de narrador en esta misma obra Iñaki Gabilondo. ¿Qué puede aportar un actor a ese papel que con frecuencia ha sido llevado a la escena por profesionales de otros ámbitos (presentadores, locutores radiofónicos...)?
- Para el personaje del narrador, nada... El actor está sobre todo en el personaje de Iván, donde sí hay interpretación.
- La historia que cuenta encadena episodios históricos vinculados al zar, teñidos por la violencia y la ambición. ¿Qué punto de vista asume? ¿Hace una narración distante, o por el contrario se implica en la historia y toma partido?
- Ya lo verán ustedes (se ríe). Mi punto de vista es el que marca el director, por supuesto. El narrador narra, y ese es exactamente su papel, pero cuando es Iván quien habla lo que hace también es contar cómo le fue en todos esos episodios...
- ¿Es más fácil interpretar cuando se está rodeado de actores que dan la réplica o que también actúan aunque sea con gestos y miradas? Porque esta vez está junto a cantantes, coralistas y músicos.
- También aquí la situación es diferente de unas escenas a otras. En algunas me siento como un instrumento más a las órdenes del maestro César Álvarez. Pero en otras, ayudado por los elemento escénicos, cobra vida Iván. Y es cierto que no hay otros actores sobre el escenario, pero cuento con las miradas cómplices de la mezzosoprano Polina Shamaeva y el barítono Sergey Pilusnin. Incluso los músicos y el coro me ayudan en algunas ocasiones también, de forma que me siento muy arropado.
- ¿Cómo ha preparado el papel? ¿Ha visto las películas de Eisenstein?
- La película sí la había visto, claro. Es un clásico maravilloso. Pero el trabajo escénico concreto lo he preparado directamente con José Carlos Plaza, y ha sido un placer hacerlo.
-¿Ha leído muchas cosas sobre el personaje? ¿Y ha escuchado muchas veces la cantata antes de empezar los ensayos?
- La verdad es que no. Como acabo de decirle, la película ya la conocía pero la he revisado, y he escuchado también varias veces la propia cantata en el montaje de César Álvarez, y junto veíamos el vídeo que se proyecta durante el espectáculo para ayudar a buscar las entradas. A partir de ahí, ya han sido directamente los ensayos en los distintos auditorios.
- La parte escénica no cambia de unas funciones a otras, pero sí los coros. ¿Afecta eso de alguna forma a su trabajo?
- Todavía no puedo contestar a eso, porque por ahora solo lo hemos hecho con el Coro Nacional de España. Supongo que el cambio no afectará en absoluto al trabajo. Son otros compañeros, pero seguro que trabajamos con el mismo rigor.
- ¿Con este espectáculo se abre un capítulo nuevo de su carrera en la escena o lo ha tomado como algo excepcional, algo que hará en esta ocasión y ahí se termina?
- Nunca se sabe (se ríe). De momento, es algo excepcional, como explicaba al comienzo, pero está siendo una experiencia brutal.
- El gancho de esta producción es usted. ¿Cree que conseguirá llevar a las salas a un público poco habitual de la música clásica?
- Ojalá esta forma de contar acerque a más gente a los auditorios, sería magnífico. Desde luego, le puedo asegurar que esta historia es muy fácil de seguir incluso para quienes no somos melómanos. Todo lo que sea favorecer y acercar al arte en cualquiera de sus formas a la gente es fantástico, debería ser una prioridad y una obligación para nuestros gobernantes.
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