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GUILLERMO BALBONA
Domingo, 28 de octubre 2018, 09:42
La suya es una mirada colectiva enraizada en la historia. Arte y pensamiento entrelazados conviven en el germen de las creaciones y construyen una obra común aunque diferenciada, multidisciplinar en lenguajes y maneras de ver el mundo. 'El jardín imperfecto' nace de la amistad artística, de compartir un ecosistema de la creación de Cantabria, pero también de aceptar un reto: plasmar de modo expositivo una serie de lenguajes, reflexiones y expresiones que tienen como flujo y punto de fuga la reivindicación de las humanidades.
Son Sara Huete, José Luis Mazarío, Yolanda Novoa, Emilia Trueba y Javier Vila. Y en su muestra, que se inaugurará el próximo día 6 en la sala Universidad de la Escuela de Náutica, se funden la pintura, la fotografía, los collages, la escultura... La exposición se enmarca dentro de la semana de actos a celebrar por la Fundación Cervantina de México, con motivo del Premio Eulalio Ferrer 2018, dentro de un programa que se desarrollará del 5 al 9 de noviembre. La Filosofía y la cultura Humanística vertebran esta propuesta. Los cinco artistas funden sus creaciones, su manera ver el mundo, sus trayectos y exploraciones particulares coincidentes en un fundamento: «Ahora, más que nunca, la sociedad necesita el conocimiento hacia la reflexión, para constituir un tejido social rico, independiente, crítico y esencialmente libre y tolerante».
La muestra El jardín imperfecto. Sala Universidad - E. T. S. de Náutica. 6 noviembre-15 de diciembre.
Artistas Sara Huete, José Luis Mazarío, Yolanda Novoa, Emilia Trueba y Javier Vila. Las obras están acompañadas por diferentes frases, creando en el espectador una simbiosis relacional de texto-imagen. La exposición se compone de fotografias, collage, pinturas, dibujos, instalaciones y vídeos.
Organiza Fundación Cervantina de México. Premio Internacional Eulalio Ferrer 2018.
Semana. Martes 6 Exposición. Lugar: Escuela de Náutica. Miércoles 7:Mesa Redonda. Lugar: Paraninfo de la UC. Jueves 8: Entrega del VI Premio Eulalio Ferrera Daniel Innerarity Grau. Lugar: Paraninfo de la Magdalena. Y viernes 9: Conferencia Magistral de Innerarity en el Paraninfo de la UC.
'El jardín imperfecto', que da nombre al proyecto, tiene como punto de partida una obra del pensador Tzvetan Todorov, cuya sentencia sirvió para que trabajaran los cinco creadores «con nuestras diferentes interpretaciones del encuentro fortuito, el azar, la casualidad, desde diferentes conceptos plásticos y matéricos».
Al igual que todos los demás títulos de las obras, realizadas ad hoc para el espacio universitario de Gamazo, la muestra se sostiene en un tema de reflexión y posterior inspiración que se origina en los libros de los autores, todos ellos premiados en ediciones anteriores con el Premio Eulalio Ferrer y también el pensador premiado en esta edición de 2018, Daniel Innerarity Grau.
Las reflexiones, en frases de sus escritos, sustentarán y acompañarán a las obras plásticas, formándose así una interrelación constante entre texto e imagen. El arte, a juicio de los participantes, «tiene que gritar humanidad para mejorar la sociedad». Los autores elegidos son Edgar Morín (París, 1921), filósofo y sociólogo; Roger Bartra (Ciudad de México, 1942), antropólogo y sociólogo; el citado Todorov (Sofía 1939- París 2017), lingüista y pensador; y el último ganador Daniel Innerarity ( Bilbao, 1959), filósofo y ensayista.
«Una persona sonríe a otra por la calle, y si los dioses están con nosotros, si se han echado los dados de una cierta manera, estos encuentros fortuitos se pueden transformar en la base, el fundamento de toda una vida» es el texto de Todorov que recorre el espíritu del proyecto. En la sala Universidad se reunirán los collages recientes de Sara Huete (El paraíso no existe, Azarosos encuentros, Miraditas); la escultura de José Luis Mazarío, 'Mujer', en terracota y acuarela y, entre otras obras, sus óleos 'Jardín apasionado' y 'Casi noche'; las instalaciones configuradas por la diversidad de materiales y lenguajes de Yolanda Novoa como 'Frágil felicidad', de hoja natural y metal; 'La sangre y la tinta',acuarela, pintura metalizada y collage, incluso esta vez la inclusión de insectos; y de Emilia Trueba su 'Instalación Olivo', más 'Viento en los árboles', 'Cubos', en madera de roble; y, finalmente, las fotografías de Javier Vila que en esta ocasión ha enfrentado las miradas de María José y Torito, Zaida y Lidia y Javi y Fernando.
El proyecto arropado por la Fundación Cervantina de México conlleva un catálogo presidido por un escrito del artista, crítico y ensayista Gabriel Rodríguez bajo el título de 'No es el paraíso'. En él se refiere al jardín imperfecto (Montaigne) en el que se enfrentan o colaboran naturaleza y cultura.
«Un jardín concebido como lugar de encuentro con el otro, con lo otro, en el que la diversidad, la plasticidad, la aceptación del azar haga posible la creatividad, el objetivo común de las artes y las ciencias humanas, la capacidad de modificar el complejo de valores que sirve de principio regulador de la vida de un grupo cultural» (Todorov). «Un jardín que necesita jardineros y, sobre todo, jardineras que ayuden a deconstruir el ideal humano de la autosuficiencia (Innerarity), a reconocer la mutua dependencia, a construir formas democráticas nuevas aptas para incluir los ciclos del medio natural frente a la escasez competitiva del tiempo medido y vendido, frente a los ciclos engañosos de una política de plazos cortos y despilfarros largos».
Gabriel Rodríguez apela a 'Un jardín imperfecto' en el que el arte, como forma de conocimiento, «no sea otra cosa que una parte de la filosofía que se aventure en el territorio de lo que es inexpresable por medio de la palabra, que presione las fronteras de los territorios conocidos en una región distinta, paralela a la de la ciencia, pero no separada». Y subraya que «frente a la cultura como sopa adictiva que absorbe trazas de lo heterogéneo no comprendido, el encuentro con el otro que, desde el descubrimiento de aquello en lo que nos parecemos, haga posible la fecundidad de lo diferente, el diálogo con el azar, la apertura a lo nuevo, y una mirada crítica sobre mí mismo que me transforme».
Esa ecuación de cultura y naturaleza, de pensamiento y mirada comprometida, está presente en las obras, acompañadas por esas diferentes frases, «creando en el espectador una simbiosis relacional de texto-imagen». Una exposición en cualquier caso, que se compone de muchos lenguajes y técnicas y que tiene en el punto de mira la huella del propio Eulalio Ferrer: «Entre una multitud contagiosa de piojos compartidos, un libro que hacía de la locura el escondite de las verdades de su tiempo,transformando nuestras miserias, entre locos reales, en sueños de redención y en antorchas de esperanza». Aquel encuentro con Cervantes y El Quijote que le salvó del horror.
Cada artista aprovecha el contexto para incluir sus propias reflexiones. Emilia Trueba, por ejemplo, se refiere a cómo el avance social, la expansión, la economía y el comercio pueden deteriorar el equilibrio. (El árbol viejo podado constreñido para producir, para ornamento, acabado a punto de morir rebrota incansable). Sociedad cruel y devoradora que intenta adueñarse de la naturaleza». A su juicio, «es completamente necesario establecer un nuevo orden mundial, un futuro donde la naturaleza tenga una entidad política con derechos donde se integren al tiempo los de los animales y los de el hombre y en la misma medida».
Por su parte, Javier Vila confiesa que sus retratos «no revelan nada profundo sobre las personas retratadas ni atrapan nada», como decía Duane Michals. «En mi caso sólo he pretendido interpretar un pensamiento de Todorov que me parece que ilustra muy bien el flujo azaroso de los hilos que rigen nuestras relaciones interpersonales. Todos tenemos demasiadas cosas pendientes de resolver con nosotros mismos y eso hace que las relaciones tengan todo tipo de circunstancias que las determinan. La clave está en la forma en que cada uno lo encara. La cuestión, como decía Humberto Rivas, está en «intentar descubrir los enigmas de una mirada».
Sara Huete destaca que «la lectura ha sido esencial a la hora de comunicarme como artista». Los textos de Todorov en este caso «me han proporcionado las claves para inspirar mi proceso creativo». Como Todorov, «yo también me planteo cómo vivir, y esa pregunta única tiene una sola respuesta: siguiendo el camino de baldosas amarillas para llegar a la risa. El humor, en forma de imágenes y palabras que recorto y reconecto, es el arma que me permite elevarme sobre el caos».
Por su parte, Yolanda Novoa intenta transmitir que «caminamos formando un árbol ramificado, el árbol de universos alternativos o de probabilidades». También busca expresar el vertiginoso enfrentamiento a la melancolía de las decisiones aplazadas y a la inquietud por las consecuencias en la elección de las mismas. «Hojas de plantas como metáfora de una naturaleza herida que refugia en su interior la descomposición constante del mundo conocido».
Daniel Innerarity fue reconocido con el Premio Eulalio Ferrer, que otorgan la Fundación Cervantina, la Universidad Nacional Autónoma de México, la UC y el Ayuntamiento de Santander. Con este galardón, que continúa el que anteriormente era denominado Premio Internacional Menéndez Pelayo, se distingue a un intelectual humanista que haya realizado alguna aportación significativa en esos saberes. Catedrático de Filosofía Política, investigador de la Fundación Vasca de la Ciencia, director del Instituto de Gobernanza Democrática y profesor invitado en el Instituto Europeo de Florencia, el premiado ha publicado en este 2018 'Política para perplejos'.
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