Javier Arce apaga la festina lente 2019 de La Caverna de la Luz

'Lo que no se puede mirar se convierte en imagen', reza el epígrafe, casi el oxímoron, con el que Javier Arce comparece en La Caverna de la luz. El artista santanderino, uno de los creadores con una trayectoria plástica más coherente, evolutiva e internacional, clausura la serie 'festina lente' que ha abordado este 2019 el espacio La Caverna de la Luz que conduce Javier Vila.

Javier Arce cierra así el ciclo mensual con su manera o uso que hace de la fotografía, por el que previamente «deconstruye imágenes de Antonio Cavilla (Gibraltar, 1867 - Tánger, 1908), para construir finalmente un nuevo orden visual propio a modo de caleidoscopio», mediante el que, como dice Francisco Javier San Martín, invita al espectador a «observar con la misma atención que él les ha prestado a estas viejas fotografías».

Una muestra en forma de collage es el destino creativo elegido para participar en La Caverna. Arce, «de extrema concisión técnica y visual, adquiere complejidad a través de sus referencias intelectuales, extraídas de lecturas de un amplio espectro cultural, entre filosofía, antropología y poesía».

En lo que el descubridor y exégeta del fotógrafo 'norteafricano', además de comisario de la reciente exposición de Arce en Córdoba, Javier Orcaray, denomina Nuevo Orden Visual o Postfotografía, el artista se deja llevar por su propia admiración por las imágenes que realizó Cavilla en el Marruecos colonial del siglo XIX, en cuya ciudad de Tánger tuvo un estudio, para así dar a luz –en palabras del propio Arce–, «no sólo al excepcional trabajo de aquél, bien conocido ahora tras la exhaustiva investigación de Orcaray , sino también «al realizar un conjunto de obras dotadas de la máxima expresividad más allá de lo puramente conceptual».

Arce, subraya el historiador del arte y crítico Fernando Zamanillo, que ha coordinado esta serie expuesta en la sala de la calle del Sol, «no sólo se ha limitado a ser un mero espectador que se adhiere sin más a un proyecto de investigación y exégesis o elucidación sobre el trabajo de un fotógrafo olvidado, sino que los magníficos retratos que aquél realizara en su estudio de Tánger le han servido para componer todo un mundo de nuevas imágenes y objetos bidimensionales y tridimensionales en consonancia con su particular devenir artístico».

Sin traicionar el espíritu que animara a aquellas en su origen, Arce «lo resalta aún más al inspirarse en todos y cada uno de los elementos que componían el atrezzo y la escenificación que guarnecía y rodeaba a los personajes retratados».

Zamanillo sostiene que dentro del espíritu que orienta a este ciclo de Festina Lente que ahora se cierra, el propio San Martín viene a decir, en referencia a esos elementos añadidos y especialmente resaltados o elevados a la categoría de artísticos, que el santanderino «emplea el pliegue, la superposición y la celosía, esos sistemas de ocultación parcial de la imagen con este sentido de demandar atención, y hacer frente al consumo ansioso e instantáneo de imágenes, para buscar una referencia de reposo en la velocidad de escape del consumo contemporáneo de imágenes...».

El Centro de Arte Pepe Espaliú, que dio cabida a la Bienal de Fotografía de Córdoba, acogió al inicio de este año las creaciones recientes de Arce. Y e n la pasada edición de ARCO la galería Goma y, después en Artesantander, exhibió trabajos de Arce. Bajo el título 'Sobre cómo puede flotar una uva en el océano', Arce puso en práctica una serie de ejercicios de revitalización de la fotografía de Cavilla. Por otra parte, en Londres, en colaboración con la galería Carles Taché de Barcelona, exhibió 'Mapa del moho'. La conexión emocional con el entorno natural unificó cada una de las piezas que formaron parte de la exposición de Javier Arce (Santander, 1973) que ya se pudo ver en su primera presencia en Taché.