Deliciosamente raros

El grupo, que hace un homenaje a una academia librepensadora veneciana del Seicento, tiene una cosmopolita composición de intérpretes: clave francesa, traverso italiano, viola de gamba gallega.

Sus conciertos mezclan las tonalidades más alegres con las más tristes; ese Sol Mayor lírico y jovial del concierto primo de Telemann, en el que parecía haber pájaros cantando, con la Fantasía para flauta en mi menor del mismo Georg Philipp, breve y melancólica. En ambas piezas lució el trabajo de Manuel Granatiero con sus traversos, casi espirituales.

La noche pedía alborozo y desde los atriles se consultó con el público, sugiriendo quitar otra pieza en mi menor y continuar con algo más festivo: una chacona en Sol Mayor de Händel que mostró la destreza de la clavecinista con la danza y con las hojas de la rebelde partitura.

Una sonata final permitió ver la vivacidad de las cuerdas, con una Amandine Beyer conjuntada y dialogante con Baldomero Barciela, violín italiano Amati y viola de gamba francesa Barbe.

Tanta amistad entre compositores y grupo terminó con un bis breve e intenso de un Telemann polaco-húngaro más joven y documentado.

La violinista sentenció: «Nos gusta que el público vea y entienda la música como la vemos nosotros». Deliciosamente 'charmante'.