'Hygge', más o menos

Estos no parecían muy hygge ante una interminable presentación sobre las bondades de H.C. Andersen y las galletas danesas por parte de una narradora meticulosa con ruidos y sollozos. Una invitación para que los padres sacaran fuera a niños que no comprendían nada de lo que en el escenario se les proponía estuvo fuera de lugar. No parecía haber mucha empatía con el público menudo ni con el gusto de ver tres generaciones juntas en muchas filas; miradas reprensivas desde la escena con un guion de entrada pensado para estudiosos nórdicos de los cuentos.

Menos mal que llegó la historia de 'El patito feo' en un gran despliegue escenográfico donde unos huevos gigantes se iban abriendo y cada patito recién nacido era ayudado por las notas de un instrumento diferente, armonía pura. La aparición del último, gris y desgarbado, fue la estudiada disarmonía, con un saxo agitado y rechazado por el ensemble de cinco músicos en directo. La conjunción de la música original de Jordi Cornudella con títeres que parecían humanos dotaba de hermosura al relato, incluidos los momentos sombríos del cuento. Todo terminó con la aparición de un impactante cisne gigante. Música, proyecciones, títeres en movimiento y músicos en directo dan a la obra una categoría excepcional. Falla la dramaturgia, quien la crea y actúa. Tarde danesa con no mucho hygge.