Juan Carlos Flores-Gispert: «Me hubiera gustado vivir en aquella época siendo rico y marqués»

En su último libro, 'Santander años veinte', Flores-Gispert evoca precisamente los lugares, las construcciones –el Palacio de La Magdalena, entre otros, que fue un regalo de la ciudad a los monarcas costeado por suscripción popular–, los personajes, las fiestas y los largos anecdotarios que ayudan a asomarse al «turismo de gran clase» que pasó por la ciudad en aquellos años, una «época dorada» para la capital cántabra, que, además, está de aniversario. En 2023 «se cumplen 110 años de primer veraneo real, que trajo grandes beneficios a Santander y Cantabria», recordó en el Ateneo de la capital el que fuera periodista de El Diario Montañés.

Allí, en el Ateneo, Flores-Gispert presentó su nuevo libro. Le acompañaron en el acto José Luis Fernández Gándara, su editor en Ediciones Tantín, con la que ha publicado nueve títulos;la periodista África Fernández y el escritor Javier Llamazares. Todos alabaron el esfuerzo del periodista por contar una época como un gran hito histórico, pero también como una colección de detalles sorprendentes. Un ejemplo: el precio de los ceniceros y cubiertos que se compraron para el Hotel Real, inaugurado en 1917, está en el libro.

Fernández Gándara, que avanzó que el autor prepara ya un nuevo libro, propuso que Flores-Gispert asuma el puesto de cronista de la ciudad, una propuesta que secundó África Fernández. «Es el gran conocedor de esta ciudad y de sus vecinos».

También de su historia. La periodista subrayó cómo el autor se retrotrae a finales del siglo XIX para entender la decisión de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg de veranear en la ciudad, dando paso a un «boom del turismo» marcado por los bailes en el Casino, los cotillones, los conciertos, las representaciones teatrales... Es decir, Santander vivió unos años –especialmente los 18 de veraneo real– de «turismo de clase, elegante y con glamour», apuntó Fernández. «Con la llegada de la familia real se asienta también la corte y mandatarios de otros países visitan al monarca», añadió. Quizá por eso, Flores-Gispert tiene claro cómo le hubiera gustado vivir aquellos años. «Me hubiera gustado vivir aquella época siendo rico y marqués», compartió divertido con el público que llenó el salón del Ateneo.

Una idea que se repitió durante la presentación del libro es que Santander vivió un gran cambio al calor del veraneo real y del «turismo de clase» que recibió la ciudad, atraído por la presencia de los reyes;porque los reyes eran el «imán» de aquel fenómeno «y tras ellos venía todo el mundo». «Santander vivió entonces una gran transformación. Se inició su gran desarrollo como una de las grandes ciudades veraniegas de España», confirmó el autor, que aseguró muchos de los nuevos edificios que se levantaron, entre ellos, muchos chalés que se construyeron en la zona.

Quizá por ello, y dado que la reina Victoria Eugenia da ya nombre a una avenida en la ciudad, Flores-Gispert consideró en el Ateneo que Santander puede dedicar algún espacio urbano más a su marido. «Al rey Alfonso XIII quizá se le debería hacer algo más en Santander por lo que supuso para el desarrollo de la ciudad», dijo tras ser preguntado por esta cuestión.

En el libro, Flores-Gispert ha incluido crónicas de la prensa de entonces, bandos municipales, otros documentos originales, y, sobre todo, numerosas fotografías. «Intento dar una visión global de cómo era aquel Santander de gran clase de los años veinte, con especial dedicación al Palacio de La Magdalena, con fotografías originales de la familia de Javier González de Riancho», uno de los arquitectos que diseñó este emblemático edificio, y que permiten asomarse a sus habitaciones amplias, a sus muebles «sencillos», a sus cuadros, a sus ventanas desprovistas de cortinajes... En 1913 se produjo el primer veraneo real y aquello, incidió Flores-Gispert, cambió la historia de la ciudad.

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