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Klimt, dorados de realidad digital
SOTILEZA

Klimt, dorados de realidad digital

'El oro de Klimt' aterriza este mes en el Palacio de Exposiciones, una experiencia multimedia inmersiva

Rosa M. Ruiz

Santander

Viernes, 2 de junio 2023

En el año 1909, el pintor austriaco Gustav Klimt terminó 'El beso', una apasionada escena de amor, que con el tiempo se ha convertido en su obra más icónica del modernismo y simbolismo. Un cuadro que los círculos más conservadores de entonces calificaron como pornográfico y es que, por esa época, el artista estaba envuelto en un torbellino de escándalos. Cercano al ideario romántico, Klimt encontró su propia inspiración en el desnudo femenino, lo que supuso una ruptura con lo convencional. Una nueva exposición inmersiva permitirá este verano disfrutar de esa obra, de otras más desconocidas y, sobre todo, adentrarse en el universo del creador en el Palacio de Exposiciones de Santander. Lleva por título: 'El Oro de Klimt' y llega de la mano de Nomad Art, la misma empresa que el año pasado mostró en esta misma sala 'El mundo de Van Gogh'.

La fórmula es la misma, un impresionante despliegue tecnológico, a través de más de 1.200 metros cuadrados de pantalla de realidad digital, centrará la propuesta, una cita que más allá de las proyecciones y el volumen de las obras que se podrán contemplar hace hincapié en presentar nueve perspectivas de la pintura del austriaco, nueve capítulos de su vida que se reparten entre salas informativas, elementos interactivos, diferentes espacios expositivos y una singular 'ilusión room' pensada para hacer las delicias de los adultos y niños.

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La capital cántabra será la cuarta ciudad en la que se verá esta propuesta, auspiciada por el Ayuntamiento de Santander, tras su paso por Sevilla, Málaga y Valencia. «Vamos a encontrar un Klimt que coloca a la mujer en un papel destacado, en un espacio que pone en valor a las musas que inspiraron al artista», explica Alejandra Soto, directora de la exposición.

Oro, mujeres y formas abstractas son la principales señas de identidad de un artista que, al contrario que Van Gogh, el protagonista de la muestra el verano pasado, no pasó apuros económicos, vendió bien todos sus cuadros y pudo mantener su independencia.

Una forma de definir su obra estaría en la palabra ornamental, extremadamente ornamental en realidad, gracias, en parte, a la educación artística recibida y a la influencia de su padre. En ella abunda el oro propio del arte bizantino, las corrientes del Oriente antiguo y nuevo, los ornamentos geométricos o el erotismo y la sensualidad del prerrafaelismo italiano e inglés.

Su gran obra

Pero de todos sus cuadros es el de 'El beso' el que le ha llevado al olimpo de los grandes nombres de la historia del arte. En él se retrata una pareja abrazada y arrodillada en un campo de flores silvestres cubiertas de hierba. El hombre, vestido con una túnica estampada geométricamente y con una corona de hojas en la cabeza, sostiene la cara de la mujer mientras se inclina para besarla. La figura femenina, cuyo vestido colorido y con diseños orgánicos contrasta con la ropa de su pareja, lleva flores en el pelo. Mientras envuelve sus brazos alrededor del cuello de su pareja, sus ojos se cierran pacíficamente, enfatizando la tranquilidad e intimidad de la escena. La propuesta inmersiva, que llegará el próximo día 15 al Palacio de Exposiciones, permitirá adentrarse en este beso: «ver, oír y hasta sentir a Gustav Klimt», aseguran desde Nomad Art.

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La elección del artista para protagonizar esta propuesta no es casual. «Al igual que Van Gogh, consideramos a Klimt una figura capital de la historia del arte», tal y como señala Alejandra Soto. Se trata de un icono para muchos de nosotros y, aunque creemos conocerlo todo o casi todo de él, hay mucho que descubrir», explica. Al mismo tiempo, el detalle y la predilección por el dorado, que manifestó el artista a lo largo su trayectoria, fue determinante para su elección por parte de Nomad Art. «Ver toda esa minuciosidad en escala y tres o cuatro veces más grande del original hace que la experiencia para el espectador sea bastante más sorprendente». Y es que de eso va esta iniciativa, de asombrarse y de descubrir nuevos matices, de poder disfrutar de una obra que cobra aún más fuerza con todo lo que implican este tipo de exposiciones inmersivas.

El viaje por el universo creativo de Klimt se inicia, como no podía ser menos, en sus orígenes. Y es ahí donde comienzan las sorpresas. Las primeras pinturas, muchas de ellas realizadas cuando era joven, son aún desconocidas para el gran público. «Porque antes de 'El beso' ya había hecho muchas pinturas para la universidad y otros edificios públicos de Viena. Una obra que es mucho más realista y en la que aún no aparece esa explosión de su arte que todos conocemos y que está repleta de detalles, alusiones a Egipto o a la cultura griega. Eso vino después», insiste Alejandra Soto.

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Y es ese primer Klimt, el que tenía una gran habilidad para plasmar paisajes en sus obras, el primero en recibir a los visitantes de la muestra.

«Este tipo de experiencia nos permite conocer al artista desde sus inicios, haciendo un repaso de 40 minutos por su trayectoria hasta esa explosión de su pintura. A nosotros nos gusta mostrar al artista al completo y, sobre todo plantar una semilla en el público para generar su curiosidad y que tenga ganas de seguir descubriendo al pintor después de la visita».

En cuanto al artista

Al igual que muchos pintores de la Secesión de Viena, un movimiento formado por artistas austriacos interesados en liberarse de la tradición, Klimt empleó un estilo altamente decorativo en la mayoría de sus obras. Este enfoque se materializó principalmente en los patrones, que tienen una fuerte presencia en 'El beso'. Desde anillos radiantes y espirales hasta bloques rectangulares y cuadrados concéntricos, las formas presentadas en la pintura son una muestra de la atención de Klimt al detalle.

'El oro de Klimt'

  • Fechas y lugar Desde el próximo viernes, día 15 de junio, hasta el 17 de septiembre en el Palacio de Exposiciones. Estará abierta todos los días en horario de 9.00 a 21.00 horas.

  • Entradas En la página web: https://tickets.elorodeklimt.es/es y los precios van de los 11 euros hasta los 25 de las vip, que podrá utilizarse cualquier día y a cualquier hora.

Sus obras suponen una auténtica delicia para los ojos: seducen, inquietan y paralizan, despertando en el público todo tipo de emociones escondidas. Se trata de un arte en constante choque entre el dinamismo de los mundos interiores y los acontecimientos exteriores acaecidos durante su elaboración. Es arte, artesanía, ornamentación llevados de la mano de la delicadeza y sensualidad de uno de los mejores artistas de la vanguardia europea.

Marcos Díez

Del arte al espectáculo

Daniel Canogar (Madrid, 1964) realizó en 2019 una obra de video generativo titulada 'Amalgama El Prado' (la pieza forma parte de la exposición permanente de la Torre de Don Borja) en la que se entremezclan, en un movimiento sin fin, imágenes de obras de arte icónicas de la pinacoteca. Gracias a un algoritmo, las imágenes descienden licuándose por una pantalla vertical a modo de cascada. La pieza (que se proyectó en la fachada del Museo del Prado con motivo de su bicentenario) reflexiona sobre la modernidad líquida acuñada por Bauman y sobre cómo las obras de arte se consumen en un mundo tecnológico y digital. 'Amalgama' es una obra hipnótica, atractiva, que atrapa la atención, pero que, después de todo, entre tantas imágenes arremolinadas, no nos permite ver ningún cuadro. Esa es su reflexión y su sentido. Hablo de esta pieza a propósito de la llegada a Santander de una nueva exposición inmersiva (la del año pasado se dedicó a Van Gogh, la de este año a Klimt). Este tipo de iniciativas, que se escudan en la divulgación, cuentan, debido a su espectacularidad, con un gran respaldo popular. Cuanto más fácil, mejor. Los artistas elegidos (¿quién no los conoce? ¿es necesario divulgarlos más?) son parte del marketing. La propuesta tiene más que ver, me parece, con el entretenimiento, el consumo de experiencias, el ocio y la diversión que con el arte de Gustav Klimt. Un cuadro, al fin y al cabo, es una obra estática (su movimiento es de otra naturaleza). 'El beso', por ejemplo, tiene unas medidas de 180 cm x 180 cm. Te pones frente al cuadro y lo observas. Ya está. No se mueve, no tiene música, no tiene la altura de un edificio ni la longitud de una cancha de baloncesto. Las exposiciones inmersivas apuestan por la distracción, son una avalancha de estímulos que apabulla. Sirven para hacer fotos y vídeos que se comparten en las redes sociales, son experiencias efímeras, convierten el arte en un producto que se consume y desactivan cualquier posibilidad de provocar transformaciones o reflexiones significativas. Mi percepción es que el objetivo no es divulgar la obra de Klimt o de Van Gogh (o de los que vengan en los próximos años hasta que la fórmula se agote) sino que estos artistas que todos conocemos son utilizados para generar un espectáculo con fines comerciales que poco tiene que ver, al final, con la esencia de sus obras.

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