«Hacer un largometraje no es un camino de rosas, pero la sensación es la de cumplir un sueño»

Para ambos, lograr sacar adelante el proyecto ha sido alcanzar una meta muy deseada. «Siempre digo que nadie se confunda, que esto no es un camino de rosas; hay sufrimiento, hay llanto, hay ganas de dejarlo por el camino, pero la sensación es la de cumplir un sueño y sentirte muy privilegiado, porque mucha gente con talento no consigue hacer su película y nosotros lo hemos conseguido», expone Teresa Bellón.

Una de sus frases de presentación es 'el mundo nos ignora'. Por eso les gusta ahondar en la comedia desde el drama de lo cotidiano. «Nos parece que es con lo que más se identifica la gente», indica la directora. «En la vida cotidiana suceden cosas pequeñas en las que reside la comedia, por la necesidad de encajar y caer bien, que es cuando hacemos más tonterías».

¿Quieren que sus personajes caigan bien? «Sin duda», señala Calvillo. Algunos personajes de drama les encantan como espectadores aunque no caigan bien, pero «en este caso, tanto Teresa (Alexandra Jiménez) como César (Hugo Silva), son un álter ego, tienen cosas nuestras y creemos que en una historia así es fundamental que la gente empatice». Sobre todo con César, que representa en cierto modo a la víctima, pero también con Teresa, que de pronto está en un momento vital muy reconocible por todos. La tan conocida crisis de los 40 y el miedo a perder objetivos vitales.

Calvillo creció viendo películas de los hermanos Marx «y eso fue lo que me condicionó a que me encantase la comedia desde pequeño». Los dos creadores son, además de socios profesionales, pareja y suelen coincidir en gustos. Fans de las comedias con muchos diálogos. Mencionan a Woody Allen o Nora Ephron. Greta Gerwig, Lena Dunham, Jerry Seinfeld...Comedias muy autorreferenciales. «Disfrutamos muchísimo estudiando diálogos».

'Buscando a Coque' se puede ver en Movistar +. El papel de las plataformas es para Calvillo y Bellón «importantísimo». Es un momento «complicado» para el cine en el que se ha perdido la costumbre de acudir a las salas. Así, las plataformas «se han convertido en el escaparate para que la gente vea nuestros trabajos». Un recorrido «maravilloso» con el que cumplen la meta de «hacer una película para que se vea» y que les devuelve un importante feedback. A pesar, señalan «de que al ser una comedia, no se valora tan positivamente como un drama». Una consideración de género con la que saben que se les cerrarán puertas en los festivales. Hacer reír no es una tarea sencilla «y nosotros le queríamos añadir a nuestra película muchísima verdad; no queríamos hacer una comida en la que te rías y ya, sino que tuviera un poso». La palabra que les da «un pellizco en el corazón» cada vez que la escuchan, dice Calvillo, es «comedieta». «No ya dedicada a nuestra película, sino a cualquiera que se desprestigia con ese término, cuando son maravillosas». Filmes a los que el público acude en su casa. Defienden la comedia como el nuevo cine social; «Ya estamos muy jodidos en la vida y necesitamos la comedia».

El mayor obstáculo que se han encontrado en el recorrido se plasma en otras frases. Por ejemplo; el presupuesto no llega. Toca cortar en una u otra parte. «Cuando ves que lo que has proyectado desde cinco años antes, porque no hay dinero, y lo tienes que entender, es de lo más duro». A pesar de estar acostumbrados a autoproducirse viniendo del mundo de los cortometrajes, donde todo es limitado. «Todos tenemos que hacer encaje de bolillos y, con lo que se tiene, hacer lo que podamos. Y aún así, estamos muy contentos», asegura Calvillo. El gran equipo del que se han rodeado en el proyecto, para el que solo tienen buenas palabras ha hecho que la experiencia «sea increíble».

Bellón y Calvillo representan lo que muchos de los profesionales que participan en la Muestra aspiran a lograr. Pasar de pequeños proyectos independientes a otros de mayor metraje y posibilidades presupuestarias y, por extensión, narrativas.

Para lograr dar el salto interviene el factor suerte. Una buena historia. Un productor que conecta con el planteamiento. Sin desmerecer en ningún caso el punto de partida, que ha dado lugar a interesantes relatos cinematográficos. «En contra de lo esperado hay muchísima cultura de ir a ver cortometrajes, porque se hacen muy buenos trabajos», explica Velillo. En parte, añade Bello, porque «es el formato más libre, donde haces lo más loco y se ven cosas muy interesantes». Pensado para arriesgar «porque hay menos miedo, al haber menos dinero».

Su proyecto logró crecer en extensión gracias a una Residencia Artística de la Academia de Cine. «Ese sello te abre muchísimas puertas». Tuvieron tiempo y un sueldo que les permitió «escribir tu guión con mucha tranquilidad mental». Contaron además con mentores, en su caso, Víctor García León que «nos llevó a hacer una película mucho mejor» y salir de aquella práctica con un guión «muy sólido».

Ahora, en Cantabria, ambos son también jurado de la Muestra donde hay «películas maravillosas que hemos disfrutado muchísimo». «Dentro de la libertad y el talento que encontramos, al final lo que buscas es que algo te llegue, te conecte de una forma determinada».