El Lazarillo de El Brujo, con el sello de Fernando Fernán Gómez, cierra Talía el fin de semana

Este montaje icónico, concebido bajo la dirección del que fuera actor, dramaturgo, director y escritor Fernando Fernán Gómez, justo al cumplirse su Centenario, supone la vuelta de Lazarillo. El Siglo de Oro «no es solo un territorio con una frontera delimitada y unas fechas. El Siglo de Oro es una actitud vital, una actitud frente a la vida», asegura el actor. Talía se despide este fin de semana con la presencia de El Brujo/Lazarillo. El tradicional ciclo teatral regresó al Casyc este verano con cuatro montajes de Román Calleja, Carmelo Gómez, Ramón Fontserè de Els Joglars y este viernes y sábado, días 27 y 28, a las 20.30 horas, se completa con El Brujo.

Son veinte años ya los que han transcurrido desde que el Casyc se convirtiera en el escenario de Talía. Desde entonces, la Fundación Caja Cantabria, con Juan Muñiz al frente, ha acogido más de noventa compañías, que han ofrecido cerca de 400 funciones a las que asistieron más de 120.000 personas.

Desde 2013, el ciclo se desarrolla bajo la coordinación y programación de una empresa de Cantabria, Palco Tres.

En esta vuelta a la profusa actividad y agenda cultural de la ciudad, Talía se ha configurado por cuatro propuestas y ocho funciones, desde el pasado 30 julio y hasta finales de este mes, en una programación que ha acogido a 'Variaciones', montaje alumbrado con éxito la pasada primavera y dirigido por Román Calleja; Lorca, a través de Carmelo Gómez; Els Joglars y Fontserè y El Brujo que devuelve el mundo del Lazarillo de Tormes. Las entradas (25 euros) pueden adquirirse a través de Liberbank.

El pícaro que recala este fin de semana en el Casyc afronta un problema universal: «Hoy también la apetencia actual se mueve en torno a la ambición y el poder. (...) Y antes al igual que ahora, no se puede ser feliz en un mundo desgraciado», sostiene Rafael Alvarez.

Y una confesión de El Brujo: «Porque Fernán Gómez supo capturar el alma de este pícaro, porque me apasiona recitar sus andanzas por los teatros; aquí está este maravilloso relato, primordial para mí, como lo es servir la necesidad del público a cada momento. Una necesidad que puede ser de diversión, de esclarecimiento, de relajo, de un silencio o de un grito».

Una versión del Lazarillo, subrayada por Fernán Gómez, del que ha incluido en la actuación «un poema que descubre su faceta más mística» y al que ha ido incorporando algunas novedades con respecto a otras versiones que lleva realizando el actor y dramaturgo cordobés desde hace 30 años. Mediante la ironía se muestran los paralelismos entre aquella desdichada época y la situación actual. Toda una declaración de intenciones convertida en un monólogo en el que el infante protagonista se confiesa ante una serie de personajes que, aunque el espectador no ve, se encuentran a su lado en el escenario. Así, las andanzas del Lazarillo se tornan en un camino hacia la sabiduría que reflexiona sobre el poder y los desequilibrios del mundo.