
Rita Cofiño
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Rita Cofiño
Hace ahora casi cuatro años asumía otro riesgo, fundamental en una trayectoria de más de un cuarto de siglo en la que ha tocado todos ... los palos escénicos. Rita Cofiño, actriz, directora y docente, creaba entonces (2O19) el proyecto de Producciones Escénicas con el que estrenaba 'La Fuga' de Isaac Cuende. Actriz de teatro, series y cortometrajes, ha impartido talleres, expresión y comunicación en diferentes centros escolares y de profesorado de Madrid, Mozambique y Santander. Desde 2012 desarrolla actividad docente y de dirección escénica en el Aula de Teatro de la UC, donde se ocupa de impartir un Taller de Dramatización semanal, y dirige el Grupo de Teatro. En 2021 entra a formar parte del profesorado de la Escuela de Artes Escénicas del Palacio de Festivales como profesora de interpretación. Ahora acaba de estrenar 'Un dios salvaje', de Yasmina Reza, montaje con el que regresa el día 18 dentro de Santander Escénica y que destinará a una decena de municipios en el programa de La cultura contraataca.
-Tras el estreno regresa con 'Un dios salvaje' a través de Santander Escénica. ¿Por qué Yasmina Reza y esta obra en particular?
-La obra llegó a mí por la propuesta de Juan Antonio Sanz, uno de los actores. Conocía la película 'Carnage' de Roman Polanski. El texto de la reconocidísima y premiada Yasmina Reza, un clásico del teatro contemporáneo, traducido por Jordi Galceran, me cautivó; con una dramaturgia maravillosamente construida, era un reto de dirección e interpretación. Pero, tenía al equipo ideal para llevarlo a cabo: cuatro 'fieras escénicas' (Belén Cañas, Nacho Haya, Begoña Labrada y Sanz). Conseguimos los derechos y ¡voilà!.
-Hay que apelar siempre a los clásicos y asoman de forma recurrente un puñado de autores. ¿Falta una escritura teatral que sea reflejo del presente?
-No lo creo, el teatro y la escritura teatral son un reflejo de la realidad, del presente. Como dijo Bertolt Brecht: «El teatro tiene que comprometerse con la realidad con el fin de extraer representaciones realmente eficaces de la realidad». Se está experimentando un avance muy notable en nuevas dramaturgias y deberíamos apostar por ellas.
-Desde la experiencia, ¿qué ve Rita Cofiño en la cuarta pared?
-Si pienso en la cuarta pared desde el punto de vista de la dirección como esa pared invisible que separa la vida de los personajes del espectador, veo un lienzo en blanco.
-¿Levantar un montaje tiene algo de acto de supervivencia y mantenerlo, de resistencia?
-Levantar un montaje es un acto de creatividad, incluirlo en un circuito es casi un milagro. Las empresas distribuidoras no tienden a apostar por las pequeñas compañías. Es muy difícil conseguir 'bolos'. Creo que la distribución teatral es una de las asignaturas pendientes de las Artes Escénicas; falta formación y faltan profesionales que se dediquen al sector y que puedan acompañar a los equipos artísticos en los procesos creativos para llegar a una buena difusión que contribuya a dar visibilidad a los proyectos. Si no llegamos a los teatros, al público ¿qué sentido tiene la creación de espectáculos?
-¿Al hacer teatro en Cantabria hoy se reflejan señales positivas?, ¿o permanecen enquistados los mismos males?
-Hay de todo, como en botica. Hay cambios positivos, como la creación de circuitos estables y profesionales en Santander y en Cantabria, aunque sigue habiendo muchas carencias, seguimos teniendo que diversificarnos para poder vivir de la profesión.
-¿Cree que la pandemia ha propiciado algún signo o inquietud nueva desde la escena?
-La pandemia ha supuesto, para todos y en todos los sectores, un antes y un después. Hemos visto cómo el teatro adoptó fórmulas de subsistencia que empujaron diversas formas de creación, expresión y distribución. Algunas llegaron para quedarse, otras abrirán camino a nuevos lenguajes, códigos e innovaciones.
-En tiempos en los que se apela a la experiencia inmersiva, a lo virtual y a la espectacularización, ¿el teatro se asemeja a una isla donde lo cercano y lo auténtico adquieren otra dimensión?
-Totalmente. El teatro está a la altura de lo que ha significado desde sus orígenes: una oportunidad para congregar, alrededor del espacio 'ritual-escénico', al ser humano.
-¿Los mimbres estructurales en torno a la escena planteados desde las entidades culturales cántabras son suficientes?
-La cultura contraataca de la Consejería de Cultura y Santander Escénica de la Fundación Santander Creativa son ejemplos de esos mimbres, iniciativas culturales, que nacieron durante la pandemia para dar apoyo al sector y que han permanecido en el tiempo. Nada es poco y todo es mucho, habrá que seguir tejiendo...
-Hay y ha habido asociaciones y plataformas, pero ¿realmente existe un espíritu solidario y cómplice?
-Como artista independiente he podido trabajar y colaborar con diferentes compañías en Cantabria. Quiero creer que sí existe un espíritu algo cómplice. Además de las plataformas oficiales que existen, tal vez necesitemos reencontramos en un ambiente más distendido, tipo 'tertulias teatrales' en cualquier café o bar, para compartir ideas, sinergias, inquietudes, proyectos y que surjan más colaboraciones. Hace poco me pasó, encontré a dos compañeros de profesión que trabajan también en Santander, sabíamos los unos de los otros, incluso hemos compartido alumnado, pero no nos conocíamos todavía... Hablamos precisamente de esto.
-A su juicio, ¿en qué consiste llevar al extremo las posibilidades expresivas del hecho escénico?
-En asumir riesgos.
-¿El teatro se ha vuelto conservador quizá como consecuencia de un mecanismo de defensa?
-Puede que haya propuestas que siguen reflejando mundos más conservadores, pero conviven con otras, que arriesgan, exploran los límites, los bordean y los traspasan. En todo caso, creo que el teatro, más que ser un lugar o mecanismo de defensa, debiera ser un lugar que nos invite a interrogarnos sobre el mundo que nos rodea, nos conmueva, nos divierta, nos vincule con los demás y nos ayude a avanzar como humanidad.
-De su labor docente, ¿deduce alguna tendencia en la relación del teatro con las nuevas generaciones?
-Lo he comprobado, he visto los beneficios del teatro en las personas, he visto el despertar de vocaciones, he visto la satisfacción, el compromiso, la energía y la felicidad que les produce subirse a un escenario y sentir que pertenecen a una gran familia teatral. Lo tengo reciente, acaba de pasar con el estreno del proyecto de puesta en escena de La Escuela de Artes Escénicas del Palacio 'Bugsy Malone, el musical' con 34 alumnos y alumnas de diferentes edades, un gran trabajo de equipo, cargado de ilusión y esperanza en las nuevas generaciones.
-¿Ha comprobado una evolución en el público respecto al hecho teatral?
-Algo va cambiando, seguramente, noto que es un hecho que gran parte del público que asiste a espectáculos culturales es mayormente femenino. Las mujeres somos grandes consumidoras de cultura. Hace falta captar nuevos públicos, sobre todo al más joven.
-¿Qué llevaría a las tablas si contara con los medios de una producción costosa y ambiciosa?
-Un proyecto que tengo en el cajón desde hace tiempo es: 'Marat-Sade' o lo que es lo mismo: 'La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade', de Peter Weis, con música en directo. Me encanta el juego metateatral de la obra. La visión de la puesta en escena la he imaginado siempre en La Isla de Pedrosa, en una sala de azulejo blanco del sanatorio o mejor, en ese antiguo Teatro Infanta Beatriz. Sería encantador acudir al teatro en lancha como antaño. ¡Puestas a soñar!
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