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«Si volvemos a sentirnos ciudadanos, si asumimos nuestra responsabilidad en las pequeñas decisiones y si para ello nos informamos, podremos tumbar a esos grandes ... vampiros que hoy convierten nuestro mundo en un gran camposanto». El periodista y escritor David Remartínez (Zaragoza, 1971) suma una singular 'Historia pop de los vampiros' (Arpa) a una trayectoria sembrada de ensayos que conforman un original acercamiento al presente. La transformación del mito, «o cómo el pop y el feminismo han humanizado a la criatura más siniestra de todos los tiempos». Remartínez confiesa que siempre ha querido ser un vampiro, pero entretanto se ha ganado la vida trabajando en periódicos -entre ellos 'El Diario'-, radios, televisiones y especializándose en comunicación digital. Como escritor, ha publicado 'El gabinismo contado a nuestros hijos', 'La puta gastronomía' o 'Culo veo, culo quiero'. El próximo sábado, en el espacio crítico de La Vorágine, a las 19.30 horas, presenta su libro.
-¿Qué le condujo a escribir 'Una historia pop de los vampiros'?¿Quizás influyó el confinamiento, a modo de deslumbramiento en retiro oscuro?
-No, fue un encargo de la editorial. Me pidieron primero un prólogo a 'Historia de Drácula', un ensayo canónico sobre la novela, y después, viendo que me entusiasmaba el tema, me propusieron escribir una historia de los vampiros desde la perspectiva del siglo XXI. Y claro, me lancé al ataúd de cabeza.
-La de los vampiros y sus variantes es una de las más profusas en literatura, documentación e imaginarios. ¿En qué reside su aportación?
-Pues creo que precisamente en esa visión desde la actualidad. Quería aportar algo contemporáneo. El análisis de cómo la cultura pop y el feminismo han mutado al vampiro es novedoso y divertido. Los vampiros de hoy en día, en lugar de meter miedo, asumen nuestros miedos y deseos, son una versión superada de nosotros mismos, no una amenaza con alma cristiana y romántica.
-Para quienes han crecido entre Polidori y Stoker, ¿este presente vampírico que plantea se antoja tan líquido como buena parte de la cultura espectáculo?
MUTACIÓN DEL MITO
SOCIEDAD Y VAMPIRISMO
-No, en absoluto. Polidori y Stoker recogían tras sus vampiros la sociedad de su época, la moral victoriana, clasista, machista y tóxica. El vampiro actual hace lo mismo, con las contradicciones y conquistas de nuestra sociedad digital. Precisamente para que Polidori y Stoker no caigan en el olvido, necesitamos la evolución que se ha producido en el vampirismo, que ha enterrado a Dios, al machismo, al clasismo y a su condena, dando a luz a una criatura mucho más atractiva, porque gracias al pop ha sumado capas de complejidad sin renunciar a su herencia.
-¿Cómo ha sido la selección de 'nueve criaturas' que considera fundamentales en la transformación que expone su ensayo?
-He escogido las nueve que creo han aportado un cambio fundamental, que han derribado los atributos clásicos del vampiro (el miedo, la muerte, la condena de la sangre o el temor a Dios) y que han humanizado a la criatura añadiéndole otros atributos en principio impensables, como la bondad, el amor o el placer. Hoy los vampiros se parecen más a nosotros, mientras que la sociedad ha cogido los atributos oscuros del vampirismo: los trabajos precarios, los algoritmos que espían nuestros hábitos o la política que intoxica son los nuevos vampiros malos.
- ¿Ha perdido espíritu sanguinario el vampiro frente a las sanguijuelas del capitalismo?
-No, resiste como un campeón, gracias precisamente a las mujeres, que son la principal víctima de este neoliberalismo radical que se ha instalado en el mundo tras la crisis de 2008. La vampira, como explico en el libro, es precisamente uno de sus grandes enemigos. Y va a ser su verdugo.
-¿El mito claramente ha dejado atrás su consistencia y ha mutado hasta su integración social?
-Sí, y en buena parte gracias al feminismo. Hoy el vampiro defiende a minorías, a mujeres oprimidas, a la juventud que se asoma a un mundo que amenaza con un colapso total. El vampiro hoy es más inspirador que casi todos los antihéroes que pueblan las series y películas de las plataformas de streaming, porque, al asumir nuestros miedos y deseos, nos defiende.
-¿Somo esclavos consentidos de un sistema, con el cuello expuesto a que nos absorban toda la sangre como esas damas pálidas de las películas de la Hammer?
-Jajaja. No, yo creo que somos ciudadanos que han renunciado a serlo. La fuerza del cambio reside en lo colectivo, y aunque ahora parezca que el sistema nos arrasa, porque no entendemos su funcionamiento, porque no entendemos ni cómo rueda la economía ni la tecnología, la posibilidad de reconducir el sistema, que es absolutamente vampírico, sigue siendo nuestra. Si volvemos a sentirnos ciudadanos, si asumimos nuestra responsabilidad en las pequeñas decisiones, en comprar en Amazon, o en votar a descerebrados, y si para ello nos informamos, podremos tumbar a esos grandes vampiros que hoy convierten nuestro mundo en un gran camposanto.
-¿Cuáles son las claves de la transformación del mito?
-El pop y las chicas. La forma de pensar de Andy Warhol, que desdramatiza lo importante y cambia las parábolas por estribillos, y la potencia del feminismo, el movimiento social más importante del que disponemos porque integra a todos los marginados del mundo. Gracias a ambos, hoy el vampiro es alguien que nos representa.
- ¿Asumimos los miedos con tanta facilidad (y quizá la pandemia lo ha ratificado), porque nos creemos inmortales?
-Sí, claro. El miedo a la muerte es el gran miedo, así lo expongo en el libro, y de eso se ha aprovechado el vampiro hasta el siglo XXI, como también el Cristianismo y otras religiones. La libertad aparece en nuestras vidas precisamente cuando asumimos lo inexorable de nuestra muerte. A partir de ahí, todos los días y todas las noches se convierten en un pequeño tesoro que no se puede desperdiciar. Eso nos dice el vampiro hoy.
-¿Y eso, paradójicamente, nos hace más débiles?
-Sí, el miedo nos debilita, porque nos avergonzamos de él. Pero es natural tener miedo. El miedo es un mecanismo de autodefensa ante el peligro. Pero si le dejamos campar a sus anchas, acaba gobernando todos nuestros actos, acaba consumiendo cualquier felicidad. La carcajada, el orgasmo o el abrazo solo son completos cuando no tienes miedo a lo que suceda después.
-¿Un periodista es siempre un vampiro de la realidad?
- Jajajaja. Qué le voy a contar, que llevo toda la vida viviendo de noche, y sacando las noticias de las barras más insospechadas.
-Hablando de morder e hincar el diente, ¿en la gastronomía hay vampiros, o parásitos instalados en la ola de la moda?
-Parásitos, pero ninguno con la entidad de considerarse vampiros. Hay más postureo que otra cosa.
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